
Para ser
equitativo habría que decir que también en sectores opositores al Gobierno se
fantasea con la irrupción militar en la solución de esta situación que a su
entender “no aguanta un día más…” argumento que por cierto es el mismo desde
hace más de diez años.
De tal manera que
en materia de Golpe nos movemos en un abanico que va del cuento del lobo feroz del
Gobierno a la ensoñación de una parte de la oposición.
Para un Golpe, en
su versión clásica, se necesita poder de fuego, dinero para financiar
operaciones y alguna capacidad organizativa social lo que tradicionalmente
queda cubierto por militares, empresarios y políticos respectivamente.
El Gobierno de
Venezuela es un Gobierno militar desde su concepción hasta su composición. Se evidencia
en la gramática discursiva (batallones, guerra, Comandante en Jefe), en las
formas (chaquetillas seudomilitares, paradas de funcionarios uniformados de
rojo) y en el gran número de cargos ocupados por militares activos, retirados y
reinsertados (si es que así se denominan). Esto sin mencionar el Centro
Estratégico de Seguridad y Protección de la Patria (Cesspa) que más que controlar hacia afuera parece servir
más
a los militares para controlar y cercar hacia
adentro, vale decir, al
Presidente.
Estemos claros, en este país el poder de fuego, el dinero y el control social es, para fines prácticos, monopolio del Gobierno. Soñar con un Golpe que justifique al Gobierno o que salve a la oposición no pasa de ser eso: un sueño, afortunadamente.
Estemos claros, en este país el poder de fuego, el dinero y el control social es, para fines prácticos, monopolio del Gobierno. Soñar con un Golpe que justifique al Gobierno o que salve a la oposición no pasa de ser eso: un sueño, afortunadamente.
Pero... ¿Y si fuera el hampa?


Cuando los pranes
o líderes negativos, como gusta llamarlos el Gobierno, conversan con la
ministra de cárceles lo hacen en un tú a tú que sorprende. Se dirigen a la
“autoridad” desde una posición de fuerza que ya quisieran algunos trabajadores
para la discusión sus contratos colectivos. En la guerra planteada entre el
hampa y la autoridad, donde la mayoría de las bajas la pone la población
inocente, si vemos los números, definitivamente la delincuencia gana. Y es
lógico, le gana a un Gobierno que no es capaz de ordenar el tránsito de
motorizados en la vía pública ni prever los ya tradicionales desmanes en
entierros de malandros de los que se sabe un día antes.


Hoy informan las
salas de teatro y algunos centros culturales que, dado el nivel de inseguridad,
pasan sus funciones nocturnas a horas más tempranas. Ya lo venían haciendo los
restaurantes con sus horas de cierre. El gobierno paralelo y de fuerza que es
la delincuencia nos impone así un toque de queda de hecho.
Maduro… ¿Y si
fuera el hampa la que está dando el Golpe y tomando el control?
Por lo visto
ellos sí tienen con qué.
Nicolás Baselice
Wierman.
@nbaselice
Caracas, enero 2014
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