sábado, 29 de septiembre de 2012

Cien razones


En Venezuela estamos a escasos siete días de acudir a una elección presidencial que se ha dado a llamar la más importante de nuestra histroria. Elección ésta que escogerá entre dos modelos de Estado y de sociedad ciertamente.
Los Candidatos: Hugo Chávez, ya con 14 años en el poder y Henrique Capriles, aspirante por primera vez, de escasos 40 años y con credenciales en cargos de elección popular en toda la escalera del poder. Inédito desde el año 1998 Hugo Chávez se nota con el viento en contra y no está cómodo en esa posición. Capriles hace gala de su fortaleza física visitando casi 300 pueblos desde julio y dos ciudades por día en los ultimos diez de campaña. 
Ante la enfermedad que limita al PresidenteCandidato se antepone 
sin mencionarla, esta comparación demoledora.
El pronóstico, desde lo técnico: empate, gana cualquiera de los dos. Desde el análisis: Capriles y desde la emoción de la calle: Capriles por amplio margen.
Independientemente del resultado, Venezuela tendrá otro perfil, será otra con el próximo gobierno. Por lo pronto, en la intimidad de mi teclado hago un ejercicio de listar 100 razones para votar por Henrique Capriles. Al principio creí que sería mucho alarde pretender cien, al final supe que podrían ser más.

Las presento tal como llegaron a mi mente.  


Para entrar al siglo XXI aunque sea con 12 años de retraso.Por la verdad oculta de la muerte de Danilo Anderson. Por la Jueza Afiuni, Simonovis, Forero y los Metropolitanos. Por todos los presos políticos. Por los expatriados y su regreso. Por la verdad que nunca se supo del 11 de abril.  Por los testigos estrellas y los fiscales que leen los ojos. Porque el Oráculo del Gerrero y otros engendros no vuelvaN a ser la guía y paradigma de este País. Porque el ser comandados sea una elección y canalizada hacia la Fuerza Armada. Porque se acabe el viviendismo y las ciudades se piensen desde el urbanismo. Porque se retome el plan de rescate de áreas marginales interrumpido sin razón. Porque se reproduzca el criterio aplicado en educación en Miranda DE ENTREGAR LOS CARGOS POR CONCURSO. Porque el discurso desde el poder sea de altura y modelador. Porque ver al Presidente en televisión sea una decisión personal. Porque quiero gastar mi dinero sin control del Gobierno de cuánto según dónde. Porque quiero ser un izquierdista orgulloso de mi condición. Porque los menores de 20 años no piensen que esto es lo que hay. Porque un País que pensó, proyectó y construyó Guri merece proyectos de Estado. Porque compramos mal hecho lo que bien podemos producir. Por la libertad  perdida. Por la dignidad de los empleados públicos. Porque el reconocimiento del mérito sea la clave del ascenso social. Por maestros y policías en la cabeza del prestigio social de la comunidad. Porque los temas álgidos se enfrenten con equipos de profesionales y no con opiniones en internet. Por las Empresas Básicas y recuperación de Guayana. Por PDVSA y su vuelta a la especialización. Por la venta del oro de las reservas internacionales.  Por la perversión retrógrada de las monedas para el trueque. Por que no nos hagan creer que con los satélites se puede hacer brujería.  Porque los gobernantes no nos insulten haciéndonos creer en sus  miedos mágicos.  Porque se entienda que se gobierna para todos. Porque se entienda que un Presidente no tiene derechos sino deberes. Porque los símbolos de la Patria no son un capricho de tarde aburrida. Porque el huso horario tampoco. Porque los colectivos armados es Fascismo puro y duro. Por los Círculos Bolivarianos. Por la estafa educativa y el fraude universitario. Por las 500 escuelas por año que no existieron. Porque el gobernar no sea un “Reality Show”. Porque el Presidente debe tener credenciales para tan alto cargo. Porque por primera vez tenemos un candidato que tiene esas credenciales. Porque ya llegué a la edad en que  podría ser padre del presidente. Porque nadie de 40 años en su sensatez cree hoy en nuestra “Utopía Comunista”. Por el revanchismo político. Por el resentimiento social que mueve a los “Salvadores de la Patria”. Por desplazar la comparsa autoritaria y militarista. Porque el Estado entienda que su papel y el de la sociedad son complementarios, compartidos y simultáneos. Por los niños de la calle. Por la delincuencia que nos masacra. Porque alguien con poder entienda que la represión del delito es necesaria. Porque nunca más el Poder  califique un grupo teatral de “pernicioso” Porque el calendario escolar sea importante, abundante y se respete. Por la descentralización. Por el barril a 100 dólares y su cálculo a 50. Por la autonomía del Banco Central, los sindicatos y las Universidades. Por una red de salud con hospitales eficientes y suficientes. Por el chip de racionamiento de la gasolina. Por la eliminación de la denominación “Sueldo Mínimo”. Por el pago de prestaciones con bonos. Por la transparencia efectiva vía internet de la Administración Pública en todos los niveles. Por las toneladas de comida podrida de PDVAL. Por las confiscaciones mal llamadas expropiaciones. Por la real democratización del espectro radoeléctrico digital.  Por tener emisoras de servicio público como la BBC. Por el miedo a informar. Por la eliminación de los adjetivos de la palabra Democracia. Porque la felicidad no puede ser obligada. Por un Gobierno proactivo y no reactivo. Por la evolución carcelaria de chuzos a fusiles AK47 y otras linduras. Por los tiros en la cara. Por los muertos de 60 balazos. Por la Torre David y el paradigma de las invasiones. Por el Mausoleo de Bolívar. Por la necrofilia alrededor de los restos de Bolívar. Por las teorías oníricas en el alto Gobierno. Porque para soñar un País no hay que quedarse dormido. Porque los barrios se atienden con humildad y no con arrogancia paternalista. Por cuatro años de detención de la línea 4 del Metro de Caracas. Por el metro de Valencia. Por el metro de Maracaibo. Por el Plan Ferroviario. Por el mantenimiento como política de Estado. Porque la frontera existe. Por los secuestros y sus modalidades. Porque las cárceles no sean Estados aparte. Porque todos seamos oidos y respetados. Porque el Presidente entienda que es un empleado y que nosotros no somos súbditos. Porque nosotros también lo entendamos. Por Franklin Brito. Porque pasemos rápido de la recuperación a la proposición. Por el rescate de la Academia como asesor natural del Estado. Por los miles de megavatios que tenemos de atraso. Por la toma de decisiones colegiadas. Por el trabajo en equipo hasta la base de la pirámide. Porque el mundo se mueve afuera y hace rato que no nos damos cuenta. Porque entendamos que si Steve Jobs fue un revolucionario, Fidel, Chávez  y su descendencia son otra cosa. Por volver a educar con calidad a nuestros jóvenes en colegios públicos. Porque ya nadie recuerda la sensación de aire fresco en la cara de cuando se cambia de gobierno… 

Y 100: Por terminar nuestro tiempo vital con la tranquilidad de saber que el tiempo histórico es  auspicioso.




 Nicolás Baselice Wierman.
Caracas, septiembre 2012.



sábado, 15 de septiembre de 2012

Tolerante, te amo, pero no sé si te respeto.

Eugenio Montejo (1938 - 2008)

La escena ocurrió hace varios años, durante la presentación de un proyecto de formación literaria. Para subrayar la importancia de la literatura y, por ende, de proyectos como el que nos reunía, el poeta Eugenio Montejo se dirigió a los presentes para advertir (las advertencias de los poetas hay que tomarlas en serio, porque pueden leer el porvenir en los hechos presentes y escuchar las voces de los objetos inanimados) que debíamos estar alertas con los intentos de cambiarnos el significado de las palabras.

Extracto del texto Respeto, no tolerancia de Héctor Torres en el portal Pro Da Vinci


Justamente a partir de esta cita de Eugenio Montejo pensaba en días anteriores que ¿Cuál era el miedo de usar la palabra tolerancia proponiendo otras como respeto? Me parecía otra de esas modas de nuestra lengua cotidiana que es capaz de cambiar ver por visualizar porque suena más “chic”. Es, como dice la querida Milagros Socorro, tener un lenguaje para salir y otro para andar en casa.

La tolerancia supone respeto. De hecho la definición de la Real Academia lo dice así: Respeto a las ideas, creencias o prácticas de los demás cuando son diferentes o contrarias a las propias.
En Venezuela vivimos tiempos en que la lengua es tergiversada desde el poder dándole a las palabras nuevos significados y en muchos casos vaciándolas de ellos. Tanto es así que defender la corrección al hablar, en la línea de Montejo, se ha convertido en un acto de resistencia política. Una característica bien particular de este gobierno ha sido el “permitir” (casi) el uso de las palabras con un solo significado, siendo que el castellano, sobre todo el latinoamericano, suele tener varios significados para un mismo término. Pareciera que el Gobierno cuenta con dicionarios del tamaño de la Constitucioncita esa azul que nos enseñan en televisión en cada transmisión conjunta.
Para ejemplo un caso que fue pionero en esas prácticas. Hace ya algunos años la Oficina de Recaudación de Impuestos, aquí llamada SENIAT, determinó que el verbo cancelar ya no significaba el pago de una deuda. Esta acepción aparece en segundo lugar en el DRAE y creo que no cabía en su diccionarito azul por lo que a partir de ese momento y por “Providencia número tal…” las facturas pagadas ya no llevarían la palabra cancelado sino PAGADO en fecha tal y tal... Todo bajo amenaza de multa y otros etcéteras. Es así como fueron desechados todos los sellos de la Nación, de almohadilla o automáticos y sustituidos por los nuevos con la palabra autorizada por el Gobierno.

Serán signos de los tiempos que vivimos, pero pretender que la palabra tolerancia no es suficiente para respetar las ideas del otro, sobre todo, cuando son diferentes a las nuestras, parece una tontería. Argumentar, como he visto, que esa palabra está asociada con sufrimiento, paciencia, permiso y con el consentimiento de hechos ilícitos es desconocer la riqueza de significados de las palabras en nuestro idioma.

¿Que existe la persona que se asume tolerante desde la prepotencia? Es cierto, pero eso no descalifica el término, en todo caso troca a este tolerante en hipócrita y lo desnuda como arrogante y ése ya es otro tema.
En el ámbito de las ideas y las creencias la palabra tolerancia es, a mi parecer, perfecta porque presupone el respeto.





Recuerdo un diálogo entre una persona que sobrevaloraba el verbo amar y su amado. La cosa era más o menos así:

- Pero es que tú no me respetas.
-Claro que te respeto, porque te amo te respeto.
-¿Me estás diciendo que primero me amaste y luego llegó el respeto?
-Claro, ¿acaso no es así como funciona?  Y le agrega con grandilocuencia, El amor lo es todo.
-A ver qué te parece… Te amo profundamente, ahora voy a ver si puedo respetarte pero si no puedo, no importa porque te amo profundamente.

Ironías aparte, hay ideas que no se pueden separar de algunos conceptos.

Nicolás Baselice Wierman.

Caracas, agosto 2012

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