lunes, 25 de febrero de 2013

Esto también es Venezuela


El sábado 19 de enero finalmente pude entrar a Ciudad Banesco, espacio de especial atractivo personal por  el impacto que supuso en su momento el trabajo de remodelación del edificio Sears de Bello Monte con el que crecimos en el paisaje urbano de Caracas.
La oportunidad nos la brindó “El movimiento editorial en Venezuela”, tertulia  que se suma al contexto de “Esto también es Venezuela”, conversatorios que en la sede de Banesco, auspiciado por la comunidad de Bello Monte,  se llevan a cabo financiado con fondos del Presupuesto Participativo de proyectos aprobados por la Alcaldía de Baruta y producido por Cyngular.

En el panel: Ediciones Punto Cero, en la persona de Ulises Milla, Un escritor devenido en editor y ahora librero, Luis Yslas y Francisco Suniaga en su condición de autor de las exitosas novelas, El pasajero de Truman y La otra isla amén de Margarita Infanta y la reciente Esta gente.
Grato ambiente, pocas personas pero diversas, y anécdotas, tips e ideas acerca del negocio de publicar (incluyendo números) y del oficio de escribir.
Muy divertido escuchar de Suniaga el trato-trueque de quedarse con 60 libros de su primera novela para así garantizar que por lo menos sus 60 amigos la leerían y que luego del éxito de ventas, moderado pero agotado, el editor le preguntó que cuántos libros quería a lo que el escritor se apuró a responder que ahora sí lo prefería en metálico.

Inquietudes como la del estudiante universitario preocupado por la calidad de los docentes “que no son como los de antes” y entonces la literatura parecía no tener futuro, tuvieron respuestas tan acertadas como que no se aprende a escribir en las universidades. Que hay diferencia entre un texto mal escrito con errores ortográficos y sintácticos y otro bien escrito con corrección gramatical absoluta. Pero tampoco es lo mismo un texto correctamente escrito y la literatura, ésta tiene un más allá que el expositor llamó intuición y yo me niego a mencionar como inspiración.
Pensaba desde mi silla de expectador que ciertamente en la Universidad no se enseña a escribir pero sí se puede aprender a leer y es así como se hace un escritor. En la Escuela de Letras de nuestra Universidad Central de Venezuela queda para la historia la presencia icónica de María Fernanda Palacios persona a quién no tuve la fortuna de tener como profesora pero que por amigos cercanos y gente respetada y admirada, sé de su manera de enamorar a sus alumnos de lecturas, autores, temas y letras en general… qué envidia.

En algún momento alguien hizo una pregunta general al panel un poco en la línea de qué creen que piensan los lectores, qué esperan de ustedes. La respuesta de Suniaga, cargada con algo de sorna fue: “ojalá lo supiera, así tendría las ventas seguras”… luego de las risas agregó que su condición de escritor que se estrena en el oficio a los 50 años ataca los temas sin mayores prejuicios, sin hacerse mayores preguntas.
En la diversidad de público había desde escritores hasta curiosos como el que me abordó luego de la tertulia que se confesó ex adicto a drogas y alcohol, que allí no conocía a nadie y que leía poco pero que esas reuniones, y lo dijo con honesto entusiasmo, lo hacía sentir parte de la inteligencia nacional.

 También en casi su totalidad eran lectores y entre éstos el que dejó todo por escribir alrededor de sus seis décadas y tiene “El Libro” listo. Lo describió (hablaba  de abundancia y estar en ella en una suerte de consejo generalizado pero individualizado y, muy importante, desde su ejemplo) a mi me sonó a autoayuda. Que no tenía muy claro cómo categorizarlo, pero que eso estaba listo y le pedía orientación a los editores presentes. Supongo que la respuesta esperada era, mándame el manuscrito para evaluarlo, pero no. La respuesta fue de una evasiva elegancia admirable: “mire en las librerías algo similar a lo que usted está escribiendo, revise algunos autores para ver cómo resolvieron los temas y problemas que usted crea que tenga, porque, eso sí, por lo que dice creo que ese libro no está terminado”. Lo dicho… elegantísimo.



Pedí la palabra, quería hacer a Francisco Suniaga un comentario y un agradecimiento público. El comentario era que ojalá que nunca supiera lo que los lectores esperaban, que siguiera escribiendo con esa intuición “sinvergúenzona” como casi dijo él, que nunca encontrara la fórmula.  Recordé y lo conté, una anécdota que le escuché a José Ignacio Cabrujas en una reunión muy similar a la de ese día, a lo mejor con el doble del auditorio, en la que decía que cuando terminó de escribir la pieza de teatro acerca de Reverón se dio cuenta de que estaba repitendo la fórmula de Acto Cultural y El día que me quieras y, acto seguido, destruyó todo el material y comenzó de cero. Para mi fue una revelación muy fuerte y sólo se entiende y hace aumentar la admiración cuando nos regala esa obra alucinante Autorretrato de artista con barba y pumpá, de planos y acciones simultáneas, delirante como el espíritu del mismo Reverón. La actitud de Cabrujas es, definitivamente, la intuición y reinvención del verdadero artista.


El agradecimiento se refería a Margarita Infanta. En ese libro que decidí leer justo en la isla, descubrí el relato Los trajes del profesor Subero… Mi padre también era sastre… y sí “todas las sastrerías eran iguales”… Gracias Francisco.

Nicolás Baselice Wierman.
@nbaselice en twitter
Instagram @nbaselice
Enero 2013.

Nota: En esta misma página, en la sección PodCast está la lectura del texto Los trajes del profesor Subero mencionado en esta crónica.

domingo, 17 de febrero de 2013

La foto, la firma y las elecciones.


Los venezolanos tenemos personajes entrañables, muy queridos, que ante la merma de sus facultades, se han retirado de la exposición pública a la intimidad del hogar y la familia y en algunas fotos posteriores se les ve en mejores condiciones que al Presidente, hasta jugando dominó y sin embargo no se les ocurre postularse ni a la junta de condominio porque además no serían elegidos aunque mantienen su dignidad, el cariño y el reconocimiento intactos.


Cuál es el verdadero valor de la ya famosa fotografía del presidente Chávez en su lecho de convaleciente que nos presentaron el pasado 16 de febrero. Creo que ninguno. Sea verdadera o falsa, nuestro problema, en lo que concierne a la Presidencia de la República y la legitimidad de lo que nos gobierna sigue siendo el mismo porque el asunto no es si el Presidente está vivo o no. El asunto es que está obviamente ausente y esa ausencia no ha sido calificada.



Es una muy particular muestra de la desinstitucionalización del  Estado el hecho de que la fe de vida que lo que nos gobierna presenta sea como las que aparecían en las viejas películas de secuestros en las que el plagiado era fotografiado con un periódico del día para demostrar que estaba con vida para la fecha. Claro, esto sucedía en cintas viejas previas a la era del Photoshop.


A ver, será que hacemos zoon en la foto y tratamos de analizar pixel a pixel para descubrir la ansiada demostración de un montaje. Eso sería un éxito para lo que nos gobierna porque de alguna manera estaríamos dando por buena la situación ilegítima-legal venezolana.

Lo mismo sucede con la fulana firma digital. El ministro Giordani mostraba la roja firma del Presidente, que ellos llaman digital, en el decreto de devaluación del bolívar y nos retaba a que  constatáramos si era o no su firma. Será que la ampliamos y la superponemos a otra y si coincidieran en su totalidad entonces seria falsa (Por cierto, también visto en películas viejas). Desde su ignorancia o apostando a la ignorancia general nos quieren hacer creer que una firma digital, para actos ejecutivos de Gobierno, es como una firma escaneada e incorporada a un documento y no, la firma digital es algo más complejo y seguro que eso. Una firma digital es, para decirlo rápido, parecido a la constancia que queda al retirar dinero de un cajero automático. Usted no firma nada, el sistema bancario verifica sus datos y usted, al introducirlos, no puede decir que no lo retiró. Por eso, así como se pide (inútilmente) una junta médica podría exigirse (También inútilmente) una certificación de la firma digital para lo que, según la ley, debería haber un organismo independiente capacitado para ello. Entrar a comparar la grafología seria igual caer en el terreno del Gobierno, sumarse a su ignorancia o hacer de comparsa.

Como en las elecciones, la trampa no está en las mesas de votación. El fraude no sólo es previo sino continuado (Ya sabemos, ventajismo, abuso de poder y un largo etcétera) Así mismo con la firma y la foto, la trampa no está en la firma sea auténtica o no, la trampa no está en la foto sea real o falsa, el  fraude es anterior, pasa por encima de esos dos eventos y continua hacia adelante. La situación podría ser tan eterna como la vida del Presidente o su simulación, según lo determinó el Tribunal Supremo de Justicia.

Es en ésa es en la que estamos... como en una película vieja.

Nicolás Baselice Wierman.
Caracas, febrero de 2013.

sábado, 9 de febrero de 2013

El pensamiento mágico en el poder


Siempre creí en la enfermedad del presidente Chávez, desde su aparición a mediados del año 2011 en la que, desde la Habana, leyó aquel comunicado que nos lo informaba, desmejorado en su aspecto, vestido poco dignamente (digo, dada la acasión) y en términos bastante sombríos, si no en lo textual, sí en lo gestual.

Cierto es, hoy en febrero de 2013 lo sabemos, que le ha sacado buen provecho político a su condición de salud con “desapariciones” necesarias por su tratamiento y “reapariciones” que, aunque cortas, por la energía que mostraba, daban cabida a la duda. Fue por eso que se comenzó a hablar de que la tal enfermedad no existía, de que todo era mentira, incluso de la misión lástima según la cual se armaba todo este tinglado para sumar solidaridades a su alrededor, muy necesarias en los tiempos electorales que corrían.

Personalmente me asaltaba la duda ante los testimonios de amigas muy cercanas (Nunca de hombres, parece que ellas son más abiertas a contar sus experiencias) que habiendo pasado y sobrevivido al cáncer y sus tratamientos “demoledores”, argumentaban en contra de la veracidad de la historia del Presidente por sus demostraciones súbitas de vigor.

En conversaciones controversiales en torno al “sí, es cierto, y el no, no es verdad” dejaba una idea que intentaba mediar entre ambas y decía: Creo que el Presidente no está tan sano como él dice ni tan enfermo como muchos desearían.

Ante la inminencia de la enfermedad pareciera que, ciertamente, se trató de armar una estrategia comunicacional que produjera algún provecho. Creo que la aparición en la Habana comentada al principio, fue premeditada. En ella el Presidente lee, cosa a la que no nos tiene acostumbrado, con anteojos que no suele usar en público y con aspecto derrotado, esto no surtió el efecto esperado de la solidaridad piadosa sino todo lo contrario y, acto seguido, se cambió la estrategia a la del súper humano que soporta eso y más. De allí, su aseveración, siempre oportuna, de que ya estaba totalmente sano.


Pero el dato más indicativo de la existencia de un padecimiento que podría ser severo era el extremo miedo que Hugo Chávez mostró en su actitud a partir de ese momento. El pensamiento mágico del Presidente, propio del llanero que es, lo llevó a hacer una suerte de exorcismo público que comenzó con la inaudita eliminación de la palabra muerte de su ya repetido hasta el hartazgo “Patria, socialismo o muerte”. Me parece presenciar la conversación con sus “asesores” diciéndole: “Presidente es que ha invocado tanto la muerte que quiere hacerse presente” y ante esa revelación, como siempre, reaccionó negándola por omisión. Ya no se pronuncia y, es más, siempre que se pueda, se sustituirá por la palabra vida hasta llegar al lema pleonástico de Vivir viviendo.


Una persona que se hace llamar “Revolucionaria” con todo lo que implica en la jerga guerrera de este gobierno y que, a las primeras de cambio, elimina la palabreja de su grito de guerra, me recuerda el chiste aquél de quien, ante el lecho del moribundo, le ruega a la muerte “llévame a mi” y la muerte se presenta y pregunta “a quién debo llevarme” y el personaje contesta con amuñuñamiento de labios que señalan al enfermo.

Entonces ni era grito de guerra ni conllevaba ninguna convicción, sólo era un slogan vacío y propagandístico que lo hacía lucir resteado del tipo “Tenga este vehículo y sea superior” (?).


Nunca más se habló de esa muerte que entrega la vida por convicción,  tampoco de magnicidios que, obviamente, no son nada genéricos sino unipersonales. Pero también, amén de las tímidas expresiones de clemencia para con algunos de sus presos políticos, todas las manifestaciones que lo mostraban aferrado a rituales de fe de cualquier índole con la esperanza de exorcisar el padecimiento, eran evidencia de un natural y humano miedo a la muerte pero que, y así lo creo, debería haber quedado en el ámbito estrictamente privado.


No soy partidario de esa conseja tonta de que “todo lo malo se devuelve” y para muestra están Francisco Franco, Augusto Pinochet, Juán Vicente Gómez; todos murieron en su cama relativamente tranquilos y en el poder o con él (caso Pinochet). Pero si el reporte sobre la salud del Presidente publicado hoy en el ABC de España fuera cierto (y hay indicios de que pudiera serlo por lo que va sucediendo en Venezuela en los días que corren), lo que sí creo es que una persona con el desarrollado pensamiento mágico del presidente Chávez, en su lecho de enfermo, en sus espacios de lucidez, sí debe estar pensando que la vida le está cobrando todo lo que, desde su más que demostrado resentimiento, hizo en contra de tantas personas, a la vista de todos en cadena nacional y desde la intimidad secreta y perversa del poder totalitario, como comienza a develarse.

Así, mientras lo que tenemos como Gobierno en Venezuela devalúa el bolívar de 4.30 a 6.30 por cada dólar, el PSUV, partido del presidente Chávez, anuncia que pondrá buzones en 335 municipios para enviarle "mensajes de amor, estímulo y agradecimiento"…

                            …Más exorcismos.


Nicolás Baselice Wierman.
@nbaselice en twitter

Instagram @nbaselice

Caracas, febrero 2013.

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