viernes, 27 de enero de 2012

¿Puede la libertad ser sumisa?



Ni pingüino se arrodilla ni foca se colorea.

De la sabiduría popular.

Cuando mi compadre en uno de sus divorcios me comentó que le había dejado el  carro a su ex esposa, me extrañó porque el acuerdo no era ése según me había dicho, entonces  le pregunté por qué lo había hecho y me respondió  “para que no me lo quitara”

Esta es una historia real emparentada con aquella broma de que “yo soy quien siempre dice la última palabra en mi casa: Sí mi amor”.

En días anteriores nos sorprendió el  Presidente con unas consideraciones, que él llama reflexiones, acerca del uso del color rojo en el ámbito de la Revolución. Decía en una de esas intervenciones, cada vez más virtuales, cada vez más parecidas a la “Voz de la conciencia” y, por qué no decirlo, cada vez más parecido a “voz del más allá” en VTV a través del teléfono, voz en off  y con imágenes de archivo que "¿Por qué tenemos que andar todo el tiempo con camisa roja?" y más adelante remata con "esa gente que se viste hasta de ropa interior roja, es sospechosa".

El problema es que no dijo cuál será el color, dicho de otra manera, ahora quedan en libertad para seleccionar en el armario. Sugerencia: aparte usted la quincalla ideológica que estorbaba para acceder al resto del vestuario y descuelgue de la percha lo que se le antoje, amarillo pollito por ejemplo.
Hasta ayer parecía muy fácil de entender esa mutación cromática a rojo de los venezolanos que de los mítines y el partido hasta las oficinas y todo ámbito gubernamental fue creciendo en la medida de las nacionalizaciones hasta no poder diferenciar entre un Consejo de Ministros y una reunión del Comité Central del partido (Si es que así e llama). Hasta ayer parecía ser el resultado de una mente básica y militarizada que uniformaba a todo aquél que era conquistado y que en su conjunto, tal como un ejército de ocupación, nos hacía sentir a los demás como seres bajo sospecha.
Luego de las declaraciones del Presidente me llegan tres posibles razones que pudieron concretar esa mutación cromática.
1 - La orden directa de la cabeza del gobierno para llegar a lo que al final se llegó.
2 - Que los Ministros, Directores y otros Jefes de diversos niveles por ser más papistas que el Papa redefinieron uniformes y otras identificaciones generando un efecto multiplicador que legó a hartar hasta al mismo Jefe de Gobierno.
3 - O la conjugación de la adulación básica: El Jefe se viste de rojo, yo me visto de rojo, los míos que son suyos se visten rojo, ¡tú te me vistes de rojo!, nosotros todos nos le vestimos de rojo. ¡A sus órdenes!
Conjeturas aparte lo que sí es cierto es que de ahora en adelante usted estará en libertad de vestir el color que desee cuando asista a alguna reunión con el Presidente bien sea en calidad VIP o como simple pueblo.
No les envidio a los ministros, por ejemplo, las nuevas tareas asignadas por el comandante presidente de pensar por sí mismos, tener iniciativa y ser proactivos. Cuando el Jefe los llame de emergencia a una reunión (Ahora en horario de oficina por razones de salud) su primer pensamiento será un clásico femenino “Y qué me pongo” acto seguido, en la angustia llamará a uno de los colegas del Gabinete y le preguntará “Y tú qué te vas a poner” y ni imaginarlo en la situación de que en tres o cuatro llamadas descubra que sólo él fue requerido. Cuál será la decisión que no incomode u ofenda al Jefe, más aún, que no lo convierta en blanco de sus burlas, piezas como “Aaay  ¿y ese rosadito… no había para hombres?” sabemos que pueden salir de la boca presidencial, pero eso sería preferible a incomodarlo aunque la burla saliera en cadena nacional de radio y televisión que siempre es una posibilidad y que lo repitiera y repitiera Globovisión que siempre es una seguridad.
Será muy divertido verlos dándole material a la creatividad popular para producir por ejemplo una suerte de lotería de animalitos, especie de quiniela donde los premios se dan según usted pueda predecir cuantos ministros coincidirán con el color del Jefe con premio doble para el que acierte con el nombre del coincidente.
O la versión “Fuera de Juego” o “posición adelantada” como en el futbol que sería cuando por casualidad o acuerdo todos asuman el mismo color y el Jefe se presente con su aunque ahora sorpresivo a  la vez clásico rojo rojito, posiblemente pensará en una conspiración y en un acto de arrojo y valentía se devolverá y suspenderá el acto, no hasta nuevo aviso sino hasta que barajen el atuendo. Lo que sí es seguro es que ellos en su homogeneidad se sentirán como lagartos traidores.
Ahora están en libertad de utilizar cualquier color porque así lo ha ordenado el Comandante.
-¿Y por qué te quitaste el rojo?
-Para que el Jefe no me lo mande a arrancar…
            Pues sí, qué paradoja, la libertad puede ser sumisa.

Caracas, enero 2012.

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