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martes, 11 de diciembre de 2018

De la bitácora de tu nombre


…Tú piensas en palabras, para ti el lenguaje es un hilo inagotable que tejes como si la vida se hiciera al contarla. (…) Cada vez que pienso en ti, así te veo, así nos veo, detenidos para siempre en ese lienzo, invulnerables al deterioro de la mala memoria. Puedo recrearme largamente en esa escena, hasta que siento que entro en el espacio del cuadro y ya no soy el que observa, sino el hombre que yace junto a esa mujer. Entonces se rompe la simétrica quietud de la pintura y escucho nuestras voces muy cercanas.
                   -Cuéntame un cuento - te digo.
                   -¿Cómo lo quieres?
                   -Cuéntame un cuento que no le hayas contado a nadie.

(Isabel Allende – Cuentos de Eva Luna)


Hoy que sé que puedes oírme te traigo ese cuento que nunca le conté a nadie.

De la bitácora de tu nombre.


Dormir a tu lado con tu cabello regado en la cama es uno de mis sueños-recuerdos recurrentes de ti. Pero en vigilia y en verano había que recogerlo en virtud del calor.
Era verano, era de tarde y tu cabello recogido allá arriba, aunque era con un lápiz, me gusta imaginarlo con un hashi, ese palillo japonés para comer, como el que tengo ahora en la mano, de buena madera y fino acabado en barniz. 

El contraste de tus ondas, legítimamente rubias , auténticamente rebeldes contenidas por esa pequeña varilla de madera, me hizo acercarme con cuidado para constatar de cerca el aroma del huracán de tu cabello que traía conmigo desde la noche anterior. Te sorprendí, volteaste de pronto y casi enganchas mi ojo con tu hashi…

La reacción de sorpresa, risa y advertencia amorosa mas no romántica fue:

“Después del ojo afuera, no hay Santa Lucía que valga”

Ahora entiendo porqué desechaste ese nombre…

por inútil.

Nicolás Baselice Wierman.
Diciembre 2018.

jueves, 18 de octubre de 2018

Porque ser como tú eres, sólo tú lo puedes ser.

Junta de Gobierno - Octubre de 1945










A los que llegaron tarde:

En 1945 en Venezuela fue derrocado el Gobierno del momento el 18 de octubre, tal día como hoy.

 A decir de Rafael Arraiz Lucca, escritor e investigador de nuestra historia “comenzó un cambio decisivo en Venezuela. Un gobierno de facto instituyó constitucionalmente la democracia, y las mujeres votaron por primera vez para elegir diputados, y luego al Presidente de la República. Es la fecha axial de nuestro siglo XX.”…

Afiche de campaña de
Eduardo Fernández
Era 1990. Mi amiga Marisabel oriunda de Bolivia y (Según se oía en su casa) descendiente de la sangre azul de ese país, cumplía años en esa misma fecha. Casualmente era la fecha de nacimiento de un político de centro derecha , copeyano para más señas (Del partido COPEI) Eduardo Fernández quien se hacía llamar el tigre




Presidente Rómulo Gallegos
derrocado el 24 de noviembre de 1948


Yo bromeaba con mi amiga a propósito de esa coincidencia de fechas desde el conocimiento de causa. Yo había nacido un 24 de noviembre que era la fecha de otro golpe de Estado en el que se derrocó el primer gobierno  elegido en las urnas, resultado de los hechos descritos arriba. 


Octavio Lepage 1923 - 2017
Pero además era el cumpleaños de un adeco (del partido Ación Democrática) que el estar en el Gobierno lo hacía antipático y de mala prensa. Razón suficiente para ello en estos lados del mundo. En fin, que la raya de cumplir años el mismo día que el Tigre, quien por lo menos era simpático, podía ser peor, y lo era, al compartir fecha de nacimiento con Octavio Lepage el adeco-Ministro mala uva.

Ese día salíamos de casa a la celebración de mi amiga pero antes le escribí este divertimento y hoy, a propósito de la fecha patria y de una cierta nostalgia que me rodea por estos tiempos, quería recordarla y de nuevo dedicárselo, esta vez en singular y en primera persona: a la Marisabel donde quiera que esté.

(La dedicatoria original iba en plural porque todavía había quien me soportara 24 por 7 los años que pudiera. Hoy no hay.)



Ser como eres
sólo tú lo puedes ser.

                                               Para nuestra amiga Marisabel  18101990.

Hoy hace 45 de aquél del 45
cuando los adecos ya eran
y Hitler ya no podía,
ni aun queriendo, ser lo que era.

El que no siendo y fue tigre
sólo comenzaba a ser
hacía cinco años apenas.

Tú aún ni pensabas en ser
cuando en el 45
ya todos eran lo que eran,
y lo que es peor, hoy día,
muchos de ellos son aun
peor de lo que antes eran.

Después de 45 de aquél del 45
el 18 es el 18
pero si es del 10 es más.
Es el golpe del 18 del 10 del 45
Llamado Revolución
por eso de que quien gana
escribe lo que recuerda
como mejor le convenga.

Es el cumpleaños de Eduardo
que hoy es de medio cupón.
También el de Manuelito
que son poquitos, poquitos.

Pero también es el tuyo
Infanta Marisabel
que aunque le falte el otrora
tú igual lo podrías ser
porque ser como tú eres
sólo tú lo puedes ser.

Infanta ya no eres tanto.
Tal vez es cierto. Tal vez.
Pero en cuanto a las virtudes
Intactas o casi intactas,
dependiendo de cuál sea,
sólo es una virtud más,
sólo es una virtud menos.
Pero eso sí que no sea
una virtud más o menos.

Los años no son 50
como los del tigre Eduardo.
Tampoco 45 como los del golpe aquél.
Son bastante menos, sí,
lo cual dice que te queda
una vida por delante.

Pero cuidado mi niña
que aunque no quiero decir,
como el eufemismo aquél,
que eres, con el perdón,
“una mujer con pasado”
Tienes que reconocer,
Y esto es cierto, ya verás,
Que aunque no quieras ya tienes
Una vida por detrás.


Caracas-Venezuela, octubre 2018.
(texto original de 1990)


Nicolás Baselice Wierman.

viernes, 1 de julio de 2016

Vamos de lengua


No voy a decir que son mis años, que sí lo son, sino que me tocó vivirlos en tiempos de cambios rápidos y el lenguaje no escapa de ello. Si bien la tecnología es razón ineludible y obligante de muchos de esos cambios en designaciones nominales, también es verdad que nos plegamos a modas del hablar cotidiano, terminando por degenerar en mucho el lenguaje hasta comprometer la comunicación, que es su objetivo final.

Recuerdo de  pequeño que la unidad de servicio público de transporte individual se le llamaba carro libre y uno llamaba un libre si necesitaba ir rápidamente a alguna parte. El cambio de Libre al sofisticado vocablo Taxi es uno de mis primeros registros de esos cambios de denominación que parecía que nada lo justificaba. Quiero decir, que esos autos seguían siendo los mismos, operaban de la misma manera el negocio, etc, y sin embargo su nombre mutó.

Por el contrario hay otros que sobreviven a la evolución de su significado, claro, perdiendo su sentido original para convertirse en sustantivos casi puros. Película, sí, esa que vemos en cine o tv fue en su origen una película propiamente dicha, una cinta muy delgada de celuloide. Hoy en día ni en los cines usan celuloide, o películas, sin embargo las vemos, allí están, así se llaman… magia pura.
En los años 70 se dieron unas modas en el lenguaje, que por pretensiones intelectualoides, nos pusieron a hablar mal, pero nos sonaba tan “académico” y, por qué no decirlo, tan bonito. El sobreviviente dequeísmo es una de ellas.

No vamos a meternos hoy con la atropeyante  Neolengua que el régimen venezolano viene imponiendo a fuerza de repetición en una suerte de caricatura de la 1984 de Orwell. Solo que ésta transita de la demagogia a la ignorancia…

Esto es demasiado tentador. Permítame 
una digresión chismosa rapidito.
Hace unos días una funcionaria del régimen venezolano ordenó, por escrito, a sus subalternos directos, revisar las listas de los trabajadores firmantes por la revocación del presidente e “instarlos” a retirar sus firmas. Pero que lo hicieran con “discrecionalidad”. En el sentido del texto queda claro que intentaba decir discreción porque casi está escrito en letras más pequeñas.
Qué ironía, discreción que tiene que ver con la prudencia y la sensatez lo confunde con discrecionalidad (sustantivo que no aparece porque ya existe discreción) que tiene más que ver con la voz “A discreción” o con el “poder discrecional” que por el contrario se acerca, nada discretamente por cierto, a la idea del autoritarismo. Lo dicho, Neolengua por ignorancia.

Digresiones aparte (que no discreciones) quiero decir algo acerca de decir. Es tan fácil decir algo que no soportamos semejante simpleza. Es así como a la recepcionista, o en todo caso, el dependiente de cualquier servicio, al final del trámite se le oye “Me indica su nombre y número de carnet de identidad”…  repito, tan fácil que sería “Por favor (claro) me dice su nombre”

Indicar supone una acción mental de emisión y otra de recepción un tanto más compleja. Veamos. Decir es expresar algo con palabras, y solo eso, nada más. En cambio indicar es MOSTRAR algo con señales, gestos o palabras, y me dirán: ¿viste, viste? con palabras. Y es verdad, pero no me nieguen que decir es más sencillo, entonces eficiente y por eso bello. Particularmente definiría indicar con el inclusivo ”Y”, o sea, “Es mostrar algo con señales, gestos  Y  palabras.

Como dice un humorista español: no lo digo lo hago. He aquí una situación:

-Me indica su nombre y número de cédula. Dice la jovencísima funcionaria con una sonrisa técnica.

Y nuestra víctima de la zancadilla lingüística comienza a mover la cabeza buscando en el entorno las letras con la que pueda armar su nombre señalándolas en el orden de aparición para evitar predicciones, haciendo gestos de NO cuando el solicitante trata de adivinar como en los concursos españoles de refranes con ruleta, y finalmente soltando una interjección de alivio, de esas que antes se decían solo en la intimidad, porque logra el objetivo de indicar algo tan sencillo como el nombre y número de identidad.
                                                             Agotador, estresante.

Así, la nueva moda es sustituir palabras por otras que se suponen sinónimas, o mejor dicho, que las fuerzan a ello. ¿La razón? Parece que suenan más elegantes. Veamos.

Colocar por poner. Usted no escuchará el verbo poner en ningún programa de moda, diseño o emprendimiento, o de conductor Socialité como creo que le dicen a esa nueva profesión (?) lo que sí habrá, y mucho, son espectaculares por minuto. Si esta profesión se estudia deben pasar un semestre de teoría, laboratorio y taller de pronunciación de la palabra “Chic”. No usan la che sino una S larga y arrastrada hasta la C final, casi desapareciendo la I intercalada. Más o menos así: SsssssshiC.

Como decía, parece que el verbo poner es ordinario y de baja ralea (como la che). ¿Cuándo cayó en desgracia? No lo sé, podría haber ido en caída en paralelo inverso con la proliferación de nuestros diseñadores de moda y alta costura, junto con la industria del Miss Venezuela. Es una hipótesis.

Bueno, resulta que Poner tiene más de 20 acepciones y formas de uso entre las que está, taxativamente dicha, la de ponerse ropa (sí, ponérsela encima, vestirse). Por otro lado está colocar, que con unas cuatro entradas apenas, lo más que podríamos hacer con respecto a los trapos, es colocarlos en una gaveta, percha o algo así. Es curioso, pero entre las pocas acepciones de colocar está la expresión “colocado” equivalente a estar drogado. ¿Será esa la explicación? Uno se pone la ropa a menos que esté trono, en cuyo caso, ¿se la coloca?

En ese mismo ámbito está el pugilato entre hacer y realizar. Hacer, también con unas 20 formas de uso y acepciones tiene el reflexivo con el sentido de aparentar por lo que “hacerse el sifrino” no solo es válido sino que en este caso hace que la culebra se muerda la cola. En contraste, realizar nos da cuatro usos y, en tan estrecho abanico, va de uno tan específico y concreto como realizador cinematográfico a otro tan subjetivo como la realización personal, “realizar las propias aspiraciones”. 
¿Que puede genéricamente ser sinónimo de hacer? Sí, en tanto que se define como ”hacer algo real o efectivo” pero es más del ámbito subjetivo, místico, etéreo; además no deja de ser irónico que necesite del verbo hacer para definirse a sí mismo. Un ejemplo definitivo: entre las dos decenas de usos de hacer está, explícito, el referido a la deposición de excretas (escatología mediante) por lo que supongo que estos socialités  y sus seguidores (parejeros diría mi abuela) no hacen sino que realizan pupú.

Con barato y económico pasa otro tanto. Mi hipótesis es que vino con el ascenso social. A la mayoría de los de mi generación nos criaron comprado barato, pero al subir en la escala social lo barato queda atrás y cambia de nombre… ahora se llama económico. Eso sí, la intención y la categoría de los productos suelen ser las mismas de antes.

Habría por justicia que hacer una salvedad. Dada la situación venezolana después de 17 años de revolución en la que el 90% de la población empieza a pasar a las estadísticas de la pobreza en lapsos de semanas, los que van en retroceso de ese logrado ascenso social, hacen resistencia con lo que pueden y el lenguaje también puede ser una trinchera.

Barato, con significado tan directo como “que se compra o vende a bajo precio o por un precio menor a lo esperable” o, más subjetivamente, casi moral “lo conseguido con poco esfuerzo” y su colectiva derivación femenina, la barata, que viene a ser la venta de garaje que siempre será de cosas de bajo precio pero todas juntitas, se enfrenta a Económico que, sí, ciertamente es poco costoso pero su espacio natural es el de la economía como disciplina, tan es así que dos productos aparentemente iguales podrían tener diferente costo y el menor será siempre el más barato mientras que el de mayor precio podría ser el más económico. Económico implica una cierta complejidad de relación calidad-precio que lo hace, no solo un término relativo, sino muy subjetivo. A lo mejor por eso suena tan exquisito preferir el uso de económico cuando se quiere comprar barato. A mí me parece un complejo de falsa sinonimia.

Antes de pasar a la otra orilla, encontramos Caro, de precio elevado pero también como querido y amado: Caro amigo. Pero costoso, que cuesta mucho, tiene un ámbito más impreciso, casi etéreo. Volvemos de nuevo a lo concreto y lo subjetivo. Despachemos rápido con este ejemplo: Cuesta mucho trabajo conseguir el dinero para comprar barato. Ya lo dijo el poeta: No es lo mismo valor y precio. No sé si me explico.






Nada tan memorable como los adjetivos y entre ellos, los calificativos. Me encantan, son tentadores, uno escribe apasionadamente y llena aquello de adjetivos… luego revisa, limpia, los desaparece casi en su totalidad y queda, como dice mi maestra,  lo sustantivo. No es gratuita la metáfora de lo sustantivo, lo sustancial como lo importante, contrastado con lo adjetivo, lo prescindible. Lo que pasa es que el adjetivo solo aparece si antes está el sustantivo al que se refiere. Cuando se dice hermoso (?) uno queda como cuando en la música nos dan un acorde de quinta y quedamos esperando la tónica, dicho de otra manera quedamos jajando, como dice mi mujer (no voy a contar en qué contexto) Pero si se dice: rostro hermoso, ah, qué alivio, sabemos a qué se refiere, imaginamos el rostro o sencillamente discrepamos, porque además                                                                                           de prescindible, el adjetivo suele ser subjetivo.

La moda de hoy pretende confundir los espacios de mis amados y humildes adjetivos con los del prepotente adverbio (esta adjetivación es una pequeña venganza). Digo prepotente porque el adverbio modifica al verbo, puede modificar adjetivos y, he aquí la suma prepotencia, puede modificar otros adverbios. Son ganas de buscarle problemas al adjetivo metiéndolo a la fuerza en el sitio del adverbio, sabiendo de lo que es capaz este malandro.

A ver, pidamos un beso. Bésame, listo. Pues no, soy un besado exigente y pido cómo: Bésame –más adverbio- dulcemente. Todos nos imaginamos entonces un beso más largo, menos sonoro, en fin, un beso dulce. Uno no dice Bésame dulce, a menos que como en el chiste de Losher, ella se llame “Durce, con L”… Pues así se dice ahora por allí. Hasta una canción muy vendedora suena en la radio y otros aipods: Bésame espectacular. Así oímos “te felicito, lo resolviste sensacional” o “Guao, ese caso lo llevas increíble”. Éste lo acabo de oír mientras escribo: “Con su emprendimiento le ha ido estupendo”.

Ciertamente existe la adjetivación del adverbio, que amén de expandir  su mencionada prepotencia, no alcanza a los casos mencionados. Para seguir con lo del beso, que me va gustando, adjetivado sería:  Bésame así… y no más.

Mi compadre aconseja, en otros términos más procaces, “Si quiere beso, pida beso, si pide permiso  no le darán beso”; o mejor según Oscar Wilde: ten cuidado con lo que pidas (desees) porque se te puede cumplir… ¿La escena? Se la tengo:

¡Bésame espectacular! Pide un hombre ante el kiosco de venta de besos profondos.

Y el señor del sonido de la feria  de La Chinita llama al micrófono y aparece un sujeto típico cantante de gaita zuliana, con barriga cervecera,  la franela enrollada a la altura del esternón dejando al fresco parte de sus casi 150 kilogramos de humanidad, con los labios gordos y arruchaditos, buscando a quién besar. Era el popular Espectacular Montiel Urdaneta, oriundo de la zona*.

Ver, visualizar y revisar.
Con ver y visualizar sucede lo ya descrito arriba en otros casos. Parece más elegante decir visualizar que ver, que en su sentido más básico es “percibir con los ojos” directo y sencillo. En todas sus acepciones incluidas las metafóricas y casi metafísicas, nunca sustituye el significado de visualizar, ni viceversa. Visualizar tiene dos usos muy específicos, uno que mediante gráficas y otros recursos tangibles permita entender (visualizar) fenómenos de otro carácter, y el que más me interesa, que es el otro, el que habla de formar en la mente una imagen de algo abstracto. Esto pone de bulto la contradicción de que para visualizar habría, casi, que cerrar los ojos, mientras que para ver habría que tenerlos muy abiertos.

Pero entre estas derivaciones arbitrarias, aquí en Venezuela, se sustituye ver por visualizar cuando se quiere decir Revisar. Atentado a tres bandas.
Nos hemos acostumbrados a ser tratados como sospechosos habituales. Si desea entrar a un local comercial no lo podrá hacer si lleva un bolso con usted. La razón es obvia, podría ser un ladrón. La verdad es que la empresa comercial debería tener los recursos para evitar esos hurtos, que ciertamente suceden, sin molestar a la clientela. Entre nosotros el único recurso es un papel malamente escrito a mano y pegado de peor manera, que reza: “Se visualizan los bolsos a la salida”.

En alguna oportunidad a la salida de uno de estos comercios un vigilante me instó a abrir el bolso para “visualizarlo” a lo que, entre irónico y pedante, a sabiendas de que no me escucharía sino como un ruido más del ambiente, le dije:

-Para visualizar el bolso tendría que cerrar los ojitos. Usted quiere que lo abra para ver el interior no para visualizarlo.

A lo que me respondió muy convincentemente:

-No tengo autoridad legal para revisarlo, por eso lo visualizamos.

En fin…

Después del lobby de Batman por la aceptación de Murciégalo de la RAE, la lingüística debería considerar esta particular forma de Derivación sinonímica forzada y extrema del habla cotidiana.


Nicolás Baselice Wierman.
@nbaselice en twitter
Instagram @nbaselice

Caracas, Junio 2016.

sábado, 17 de octubre de 2015

La gran farsa

A comienzos de este ya largo gobierno de Venezuela se llevó a cabo un acto oficial, en el que, por invitación expresa de la Presidencia de la República, se hicieron presentes personajes de relevancia en el ámbito cultural nacional.
Por el sector teatro estuvo allí el actor y director Héctor Manrique. Hace pocos años escuchaba de Manrique el relato, ya no desde la perspectiva del televidente (el régimen hace todo en televisión y cada vez más en cadena nacional) sino del punto de visión del protagonista, es decir, viendo a cámara.
Contaba Manrique que, sentado en el presídium con sus colegas culturales, recibe del asistente de protocolo, en el momento cúspide del acto, el de la firma de acuerdos, una carpeta de muy bonito aspecto y que, al abrirla, oh sorpresa, contenía hojas en blanco. Ante el súbito estupor, voltea hacia el asistente con cara de interrogación a la que éste responde en voz muy baja: “El documento aún se está redactando. Es solo para el acto. Ya le haremos llegar el definitivo.” Recuerdo que Manrique dijo haber hecho, por lo menos, como que firmaba, lo que no recuerdo es si finalmente le hicieron llegar el documento, pero esto es irrelevante.
A decir del actor, palabras más, palabras menos, ésa era la pieza teatral más inaudita en la que había participado.

Con inicios de este tipo no es de extrañar que episodios similares (y nunca mejor utilizado el término episodio) se hayan venido sucediendo a lo largo de estos tres lustros, para el consumo, ya casi natural, de la ciudadanía, y, vaya casualidad, desarrollándose en paralelo con la industria del Reality Show televisivo en el mundo.

En el transcurso de la primera parte de este año 2015 se supo, por declaraciones de un colaborador cercano al equipo de producción de los largos programas Aló Presidente del fallecido Hugo Chávez, que para esas transmisiones desde haciendas en el llano o fábricas de cualquier índole, se preparaba el set, bien fuera a cielo abierto con ganado trasladado para ese fin (de semana) o bajo techo con vehículos en supuestas líneas de producción que jamás vieron una pieza atornillada en esta patria.
A tenor de esa revelación, una periodista de radio se preguntaba que cómo era posible que el presidente se dejara engañar de esa manera o si es que el presidente era parte del engaño a los televidentes. Dilema que se me antoja intrascendente porque desde el poder suele suceder que para que alguien pueda engañar necesita alguien que quiera ser engañado… dicho en corto: no hay inocentes.

Puntualmente recuerdo (y esto de primera mano) que para la inauguración de un hipermercado de la cadena del gobierno  en Plaza Venezuela en el centro de la ciudad de Caracas, fueron vaciados los otros mercados de menor tamaño de la cadena y trasladada la mercancía al nuevo a inaugurar. En televisión se veía un ambiente de prosperidad y abundancia que allí sigue en video para quien quiera recordar al día de hoy en que la escasez nos abruma. Ahora imagínense la sorpresa para los consumidores asiduos a los locales desalojados que fueron a hacer sus compras ese fin de semana. La sensación de vacío, en ese momento no lo sabían, venía de un futuro próximo… es el paisaje de hoy.

Desaparecido  el gran histrión, el histrión eterno, nuestro histrión padre, el barajo del elenco hace que la protagonización se atomice, mas la suma de talentos no alcanza al histrión galáctico. Lo que pudo haber sido una nueva historia “coral” medianamente exitosa se mantuvo con  el libreto desgastado, con actores de segunda en un teatro de arrabal que es en lo que han convertido a Venezuela.

A la derecha el Defensor de Pueblo
Vayamos al elenco. Tenemos ministros de diferentes carteras que declaran sobre cualquier cosa, excepto sobre su despacho. Los mejores son los que hacen de mimos, que si aparecen, no emiten ni una sola declaración. Un Defensor del Pueblo que interpreta el papel de independiente porque renunció al partido de gobierno un día antes de postularse al cargo. Este tiene dos papeles porque, una vez que se encienden los reflectores, actúa como Procurador General de la Nación… vaya talento. 
El curioso caso del “saltador de talanqueras” quien, no pudiendo ser alcalde, se postuló a diputado y ganó con votos de oposición. Al rato se cambió al oficialismo y sin entregar la curul ahora se postula como virgen a la reelección, como si fuera su primera vez, como si fuera oposición y con una campaña como si fuera para ser alcalde… competiría con el Defensor pero la interpretación del diputado está, como dicen, fuera de ritmo. 


Un presidente de la Asamblea Nacional que, ése sí, hace de todo y le da tiempo. Interpreta al Súper Agente 86 pinchando teléfonos para descubrir el pensamiento de incómodos que suelen publicar todo lo que dicen y piensan. Este diputado debe ser de los que preferían ver Doña Bárbara que leerla. Hace de Ministro de Defensa presentándose con el titular en ámbitos militares y no dejándolo hablar. Viaja y negocia compras como Ministro de Fomento o Economía, y, además de otros etcéteras, hace de juez y verdugo dando con un mazo en programa propio televisión que hace de Pedro Picapiedra todo un gentleman.

El propio presidente asume el papel de rebelde cuando declara que de ganar la oposición las elecciones de la Asamblea, él será el primero en tomar la calle y horas después en papel de institucionalista llama a firmar un pacto de reconocimiento de los resultados electorales siendo que es el gobierno quien pone presos, inhabilita y destituye a alcaldes y representantes electos por sufragio popular. Si me pregunta cuál de los dos es el verdadero, le respondo: ninguno, es buche y pluma, ya verán.
El Ministro del Poder Popular para Interior Justicia y Paz declara en un episodio acerca de cifras de criminalidad con los números en la mente, perdió la letra y fue tan lastimoso su parlamento que está optando por ser mimo. A su vez, los funcionarios de Seguridad Ciudadana declaran desde sus despachos ataviados con chalecos antibala… y así nos quieren transmitir confianza.

Si del atuendo hablamos, retorna el presidente de un viaje a la Cumbre de los Pueblos Indígenas en Bolivia donde lo vimos disfrazado de algo en la tarima principal, en clave de comparsa porque tanto Correa como Morales compartían el mismo modelo. Uno de los protocolos establecidos por el difunto presidente para el Socialismo del Siglo XXI es, a pruebas vistas, el “vestirse para la ocasión en ánimo de fiesta temática”.

La más reciente puesta en escena contó con locación, vestuario, utilería, set o plató como dicen los españoles y libreto, a saber:
Locación: Siderúrgica del Orinoco (SIDOR) en Ciudad Guayana, Venezuela.
Vestuario: Simulación de sidorista como corresponde al presidente obrero. Tocado de casco rojo con logotipo corporativo y camisa kaki (pero de marca) con logo y RIF, supongo.



Utilería: Hermosas bobinas de laminado en frío, cuidadosamente pulidas y que, siendo las únicas que existen en el país, están reservadas exclusivamente para esos actos televisivos. Quede dicho que éste es uno de los productos de mayor caída y cuya falta impide el envasado de alimentos ocasionando escasez en anaqueles.
Plató: El mismo espacio que en su momento ocupó el propio Hugo Chávez para, entre aplausos y vítores, decretar la nacionalización de esa empresa, acto que devino en la vergüenza productiva en que se ha convertido SIDOR. Paradójicamente se toma ese espacio para conmemorar aquel momento.

Libreto: extraño pero entendible. Extraño porque no se tocó ninguno de los temas críticos de SIDOR y los trabajadores que reclamaban se quedaron afuera y sin respuestas. Entendible porque estamos en trance electoral  y el dinerito siempre ayuda en las urnas. Se trató del anuncio de un aumento del sueldo mínimo en un 30% porque, según sus palabras, “Me dicen (?) que la inflación será como del 80%”… lo cual supone un raro contento matemático.

En un arrebato de sinceridad equivalente al actor que aún maquillado y vestido de época habla de sus problemas domésticos en los pasillos del teatro, Maduro declaró, días antes, que las elecciones parlamentarias de diciembre próximo serán las más difíciles para su partido desde el año 1998 y agregó que habiendo perdido al Comandante Eterno, todo se hacía más cuesta arriba. Tardó Maduro dos años en darse cuenta de que ganó la presidencia de vainita y de que Hugo Chávez está muerto… por lo menos ya sabemos que lo sabe.

Casualmente escuchaba ayer una de las magníficas entrevistas de la serie Los Imposibles del escritor y poeta Leonardo Padrón. Esta vez tenía a Luis Miquilena, anciano político venezolano que fungió de mentor de Hugo Chávez quien, mientras se quisieron, lo llamó su padre político. Miquilena, que lo conoció muy de cerca, define a Chávez como un farsante, adjetivo que utilizó en varias oportunidades durante la entrevista.
Y ciertamente, todo ha sido una gran farsa, abarcando todas las acepciones de la palabra, desde la teatralidad hasta el engaño. Pero creo que el telón está cayendo, 

                     poco a poco, es verdad…

                                                 pero está cayendo.


Nicolás Baselice Wierman.
@nbaselice en twitter
Instagram @nbaselice
Caracas, octubre 2015.



sábado, 18 de julio de 2015

La doble moral es la nueva moral...

Con el control en la mano, ya saben, el remoto, sin destino prefijado, topé con un plano semioscuro que me detuvo por un par de minutos:

Ella se levanta a hurtadillas, recoge sus cosas y sale, no sin antes ver hacia la cama donde queda, dormida, otra mujer.
Es tan temprano que aún está oscuro. Camina por la calle con cierta tranquilidad, pensativa, saca su celular, marcado rápido y le dice con la voz algo quebrada

-¿Por qué me engañaste?

Él, guapo, se incorpora en la cama, sentado sin salir de ella, con el torso desnudo, para que no quede duda de su guapura y capacidad de seducción y le dice, como si hubiera estado esperando la pregunta

-¿De qué hablas? ¿Qué soñaste?
-A mí no me puedes engañar. Sé perfectamente con quién es.
y sin hacer pausa pero en una cadencia más firme y musical ella agrega

-Te pareces tanto a mí...

Y en ese mismo instante suena un acorde de guitarras (chrraaan...) y como por arte de magia camina desde el fondo, detrás de ella, hacia cámara, un mariachi completo. Ella pone ahora su celular al frente a manera de  ConferenciaVíaSKIPE  mirando a los ojos y le canta (ahora sí de manera decididamente musical)

-Que no puedes engañarme... (Juan Gabriel Dixit)

Volvemos al plano de la habitación del guapo quien con cara de desconcierto parece pensar "Me jodí" mientras ella entra en la habitación (Sorprendiéndolo y sorprendiéndonos) por un estrecho pasillo que suponemos viene de la puerta. Él voltea y la mira con resignación.

Ella sigue cantando sin pausa y mientras avanza desde el pasillito, es seguida por el mariachi en pleno que, como la orquesta del Titanic, no paran de tocar.

-Que te vas a ir con ella, está bien, yo no me opongo (...) pero te voy a advertir que si vuelve otra vez, no respondo...

Con el gentío en la habitación, el guapo troca de seductor en minusválido intimidado (Como cuando uno piensa que lo tiene chiquito)

A partir de este momento, la directora, (porque es una ella) nos alterna arbitrariamente de la habitación a la calle y viceversa, como para hacernos pensar: ¿Cuál escena será la de verdad?... como si ambas no fueran insólitas.

-Crees que yo no me doy cuenta. Lo que pasa es que no quiero más problemas con tu amor...

Esta secuencia alternativa con banda sonora continua, termina en la calle con plano cerrado sobre ella que devuelve su celular al oído y, ya recuperada, le dice firme y segura:
"Quiero el Divorcio" seguida de acorde de cierre (chrrrannn).

Secuencia ésta, en la más pura tradición del cine mexicano, donde el muchacho de la película, Pedro Infante, por ejemplo, va por un desierto, árido, yermo y, en su soledad, se acompaña a sí mismo cantando una ranchera nostálgica y como por arte de magia, no solo suena la música sino, que con ella, aparece la fuente:  Un Mariachi en pleno.

Digresión: No sabemos si eso es una interpretación libérrima de aquella norma de Luis Buñuel quien no utilizaba música en sus películas si la fuente no estaba en cámara. ¿Ponían los mexicanos al mariachi para tener allí la fuente o Buñuel no ponía la música por no tener allí la fuente pensando que la escena del desierto mexicano era absurda? ¿Qué primero, la gallina o el huevo?... en fin.

Solo vi esos 2 minutos 30 segundos y me pareció absurdamente divertida, retro, pero interesante.

A esta hora sé que se llama ¿Qué le dijiste a Dios? Que es de 2014 y tardó tres años en rodarse. Que Juan Gabriel primero se negaba a participar y luego cedió de buena gana (No aparecía en un filme desde los años 80).
La peli (Como dice mi hijo) se presenta como una comedia a ritmo de Juan Gabriel, y el subtítulo es: La doble moral, es la nueva moral.
La Ella se llama María del Mar Contreras y su directora Teresa Suárez… ¿El guapo? Ah sí, disfuncional después del gentío en el cuarto.

Y ¿Saben qué?... la voy a cazar porque quiero verla completa, sobre todo por aquello de "la nueva moral", a ver si, a mi edad,
                        aún me queda tiempo de estrenarme algo.





Desde Caracas-Venezuela, julio 2015.

Nicolás Baselice Wierman.

domingo, 28 de septiembre de 2014

Fashion Words

Puedo entender la moda como la renovación cíclica de trapos, peinados, accesorios, aparatos, carros y hasta de formas de caminar. Las dietas, rutinas de gimnasios, inclusive profesiones entran en la rueda de la moda: esa rutina contra lo aburrido de las rutinas.
Que es un truco comercial típicamente capitalista para mover el dinero como consecuencia de la obsolescencia programada no resulta hoy un gran descubrimiento. Pero me llama muchísimo la  atención cómo se ponen de moda algunas palabras y expresiones.

Está nuestro autóctono y exportable chévere de amplio espectro de aplicación y atemporalidad demostrada con su incorporación al diccionario. Mal ejemplo de modas porque ése sí llegó para quedarse. Por cierto cuando se corrió el rumor de la eliminación de la letra CH algunos pensamos que se perdería nuestro aporte tan chévere a la lengua de Cervantes y luego de intensas negociaciones logramos que fuera incorporada en la letra C pero con H intercalada. Un leguleyismo, tal vez, pero le ganamos una a la RAE.


Expresiones como “este año ha hecho calor como nunca” es de las que reciclamos anualmente y sería como decir nuestro clásico de la colección primavera verano (más verano que primavera, claro). También hay que decirlo, el fenómeno del niño (que por cierto está de moda) nos ha alterado el fashion y podríamos estar usando en invierno ese clásico veraniego.

Por estos tiempos, y digo ya largos tiempos, está de moda una palabra que en su excesivo uso parece sacada de armarios tan estrechos que obligan a combinar con todo tipo de sustantivos en una exageración tal que la clásica blusa blanca quedaría pálida… bueno, más pálida.
Estoy hablando del adjetivo ESPECTACULAR. No hay conversación en la que no aparezca la palabra para calificar algo fuera de serie, algo vistoso o que llame la atención especialmente. Normalmente está bien utilizada pero puede oírla en dos minutos de radio pronunciada tres veces por la misma boca contra dos de su interlocutor aunque no estén de acuerdo en lo que hablan. No cuente las veces en esas revistas de variedades matutinas de la tv abierta o de cable, es igual. Todas podrían llamarse “Mañanas Espectaculares”. Pareciera que no existen otros adjetivos útiles para ese fin.

Este rico idioma nuestro mezclado con nuestra forma de ser que nos permite ser hiperbólicos sin parecerlo, ha hecho de fantástico, maravilloso, sensacional, grandioso, buenísimo, palabras en vías de extinción.
Espectacular se utiliza para sabores, recetas de cocina, olores, sensaciones, recuerdos, orgasmos. Sí, escuchaba a una amiga que hablaba de un orgasmo espectacular. A menos que sea el de Meg Ryan, bien fingido, en público y literalmente perteneciente al ámbito del cine y el espectáculo, me pregunto si no sería más propio un adjetivo un poco más íntimo como rico, inolvidable, insuperable, sabroso, desgraciadamente irrepetible…  no sé, digo yo, que no soy ninguna autoridad en este tema que ya ni manejo.

Cuando dicen es-pec-ta-cu-lar, algunas personas lucen como acabando de inventarla, tanto que parecen sus dueños y provoca pedírsela prestada. Posiblemente por eso a algunos les suena como si la usaran a escondidas. Aquellos, los dueños, cogen aire, la sueltan y a la altura de la P explotan los labios que apretaron después de la S en la primera sílaba y al tiempo de una ligera batida de hombros trancan el aire para preparar esa C intercalada que antes de la T pronunciarán con un gesto de corta arcada y ascenso de diafragma, y terminar con una R final bien marcada. Claro, si es que luego del esfuerzo previo hay ánimo para ese vibrato de lengua. Lo sorprendente es que todo esto se hace con una altivez e impostura de voz que a uno no le queda duda… Esa vaina es de ellos.

Pobres, no saben el tesoro de palabras con que cuentan y se conforman con esa única reciclable monedita de un céntimo en el bolsillo.

Pero hay otra, que si bien está de moda, no es de uso desgastante y se está empleando en dos circunstancias en las que la actitud con que se hace es lo que la pone de bulto.
Es la palabra “EXCELENTE”. Una de las circunstancias es cuando se califica una acción, un resultado o un producto. El calificador la dice de manera casi imperativa y la actitud es de un conocedor, o sea, “si te digo que es excelente, es excelente”. Si por ejemplo fuera un vino lo calificado, entonces el sujeto sonará como enólogo.

La otra circunstancia es cuando se responde al saludo: ¿cómo estás? Y entonces muy a la moda se oye un “excelente” en tono de vendedor de productos naturales y de dieta en formato de multinivel con chapa en el pecho y todo. Estos sujetos van por ahí con una sonrisa indeleble como sostenida con pomada de botox y un optimismo tan bien fingido que terminan creyéndoselo cuando se escuchan a sí mismos con voz engolada. Y no se le ocurra darle pie para desarrollar el tema porque entonces acompañará el “Excelente” con un “Mejor sería una inmoralidad”. No sé, pero eso, dicho en Venezuela en esos tiempos, a mí me hace creer que ése está viviendo en negación. El  botox lo tienen en el espíritu. Estos individuos nos quieren hacer creer que es pecado amanecer un día de mal humor.
Por cierto, el lema de la chapa debería decir: Estoy excelente, pregúntame por qué…  si tuviera la respuesta, eso sí sería un negocio.

Nicolás Baselice Wierman.
@nbaselice

Caracas, septiembre 2014

P.S. Saludamos el retorno del portal Código Venezuela a nuestra cotidianidad. ¡Enhorabuena!

lunes, 24 de diciembre de 2012

El cochino en Navidad.


El título sugeriría un texto gastronómico o en todo caso de salud del tipo “Se puede No engordar en diciembre” pero no. Lo advierto de una buena vez, lo que sigue podrá sonar a muchos como la versión disminuida de un Grinch tercermundista venezolano.

En Venezuela la tradición universal del regalo navideño tiene el nombre de aguinaldo, el que también se le adjudica a los cantos propios de la época y que en otras partes del mundo se denominan genéricamente villancicos. 

Recuerdo de pequeño una tarjetita que llegaba a casa en temporada previa a la Navidad que rezaba casi textualmente “Su servidor (y aquí el nombre de ese servidor) operador del aseo urbano le desea una feliz Navidad y un próspero Año Nuevo y aprovecha la oportunidad para recordarle el tradicional aguinaldo con que siempre nos ha favorecido”.  Esa tarjeta era recogida por el mismo personaje una semana después adjunto a un billete, generalmente de baja denominación, que supongo conformaba un “pote” que se repartía entre el equipo de operadores del Aseo Urbano.

Mi edad no me lo permitía y no sé si esa mutación del “es sólo un detallito, ay pero no te hubieras molestado” que era el regalo navideño, es decir el aguinaldo, mutación decía, al metálico y cochino dinero se haya producido a través de esa tarjetita que seguro todos los de mi generación recordarán. Lo que sí es cierto es que se institucionalizó de tal manera que los contratos colectivos, reivindicaciones sindicales y toda forma de pacto laboral incluye además de bonos de productividad, de asistencia y de fin de año, un monto indefinido-obligatorio llamado pomposamente A-gui-nal-do.

Es por estos derroteros que se desarrolló la cultura del moderno aguinaldo navideño en Venezuela que hace creer a todos con derecho a pedir el “aguinaldito” (eso sí, en metálico) a cualquiera que encuentre a su paso aunque 
jamás en su vida lo haya visto.


Es a partir, creo, de finales de los años 60 que comienzan a aparecer en épocas navideñas unas alcancías de las clásicas con forma de cochino que a la vuelta de pocos años trocó en omnipresencia. Colgaban de los cuellos de los pregoneros mientras vendían sus periódicos, estaban en los mostradores de los quioscos de chucherías, pero también en los restaurantes, tiendas de ropa y, hasta redundantemente, en las ventas de alcancías con forma de cochino.

En arrebatos de originalidad estos cochinos que exigen su “aguinaldito” se han ido convirtiendo en esperpentos disfrazados de cualquier cosa al grado que algunos recuerdan al Chuki,  aquella grotesca historia del muñeco perverso y que en la saga, después de “La Novia de Chuki” podríamos producir en Venezuela “Chuki el cochino y la Navidad del terror, la película”.

Particularmente detesto ésta ya tradicional costumbre. No sé qué tan abundante pueden ser las recolectas por esta vía pero que hasta el dueño de negocio propio ponga su cochino, pida el aguinaldo y al final se lo quede para sí porque ni empleados tiene, me parece que hace tambalear la dignidad y el orgullo por el servicio bien brindado.

Cuando expresé, hace algunos años, en voz alta estos pareceres fui visto de tal manera que a partir de ese momento y en vísperas de Navidad tengo el sueño recurrente de que los ruidos en la chimenea (que no tengo) me emocionan imaginando a Santa que desciende con regalos y alguna dificultad. El ruido se desgrana, se atomiza, se multiplica, crece  y finalmente emergen abundantes y vengativos miles de cochinos de todos los tamaños y todas las indumentarias pero, eso sí, invariablemente todos de plástico. Yo aterrado y arrinconado trato de explicarles que lo que detesto es la costumbre, que quien los ridiculizó con esos disfraces, letreros y tatuajes son los culpables...


...Mientras lo escribo me sudan las manos. Siempre despierto antes del ansiado armisticio lo cual me genera una ansiedad adicional. Nunca más las Navidades fueron lo que eran mientras fui niño.

Sueño que salen de la chimenea, atomizados,
desgranados, en perdigonada.
Un diciembre, mi hijo me presentó ese éxito de los juegos de computadora (y otros adminículos) Angry Birds. Me pareció genialmente divertido, de mucha geometría, admirable. Me hice fan, lo juego con frecuencia pero al llegar al mundo de los cochinos me pongo inexplicablemente torpe, con temblores y no he podido pasar ese nivel. En fin cada quién con su trauma.




En todo caso les deseo a todos una muy feliz Navidad y 
que el año venidero, ese 2013, nos libere de los cochinos.






Nicolás Baselice Wierman
Caracas, diciembre 2012.

















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