A tres años del
fallecimiento de Hugo Chávez tres meses después de pedirnos elegir a Nicolás Maduro en caso de alguna
eventualidad incapacitante, “sobrevenida”, está todavía en proceso la apertura
de su testamento. Aunque en un primer momento sus albaceas parecían tener claro
lo heredado, no dejaba de llamar la atención el hecho de que los haberes
parecían solo de categoría intangible casi mística.
El hecho es que
con el paso del tiempo vamos descubriendo que la ideología chavista no era más
que las ideas de Hugo Chávez, vale decir, sus ocurrencias. Si revisamos en
retrospectiva, solo las seguidas de cerca por él mismo llegaron medianamente a
término. Hoy sin ideología, sin hoja de ruta, comienzan a verse las
contradicciones en los actuares -que no actuaciones- de sus herederos. Si ya el
esquema es probadamente fallido, la incapacidad para el cargo (Manifestada, por
cierto, por el propio encargado cuando se estrena diciendo no haber deseado
nunca semejante responsabilidad) lo ha convertido en un absoluto caos. Sucede
que la acumulación de errores, y postergación de decisiones desde la óptica de
que los presupuestos lucían infinitos, comienzan a mostrar sus consecuencias,
digamos que post morten, muy convenientemente para el prestigio del Comandante
desaparecido, no así para el de sus deudos.
Ciertamente los problemas que encara Nicolás
Maduro son consecuencia de las políticas, o más bien, reactivas estrategias económicas del gobierno
de Hugo Chávez, llevadas a cabo, casi siempre, con objetivos electorales
puntuales.
En el año 2011 se
aceleró un programa de gasto público con el fin de conseguir respaldo de los
votantes que, viendo una cierta acción tangible de gobierno, no dudaran, en
algunos casos, y en otros, defendieran sus propias prebendas con el voto en
2012.
El presidente
Chávez no dudó en comprometer a futuro los ingresos del Estado. Qué otra cosa
era, por ejemplo, el Fondo Chino sino la obtención y utilización inmediata de
dinero fresco que pagaríamos a futuro con petróleo. Pues ese futuro llegó y
henos aquí, endeudados, sin acceso a créditos nuevos, secuestrados
económicamente por China que, como en el feudalismo, nos dan “tickets” para que
gastemos en su patio. Ya no en metálico sino en “peroles” para, por ejemplo,
“casas bien equipadas” o individualistas taxis para alimentar una colectivista
Misión Transporte (?)
Los niveles de
producción agrícola, pecuaria e industrial han convertido lo que era
autoabastecimiento y hasta exportación, en extrema dependencia de las importaciones. Todo como consecuencia del llamado programa de rescate de tierras y toma de empresas, pero sobre todo, por el gran negocio que supone la importación para quienes tienen acceso a ese dólar preferencialísimo que ha llegado a ser hasta 170 veces menor que el de la calle.
El ya decano mutante
control de cambio ha distorsionado nuestro intercambio comercial internacional
a un grado tal que hemos tenido hasta tres tipos de cambio oficial simultáneamente
más el paralelo que es el único constante y siempre al alza, que si lo solapamos
con esa suerte de decreto de prohibición de la inflación: la Ley de Precios Justos,
nos muestra una colección de anaqueles vacíos o a medio surtir junto con unas persistentes
y crecientes colas de consumidores humillados.(Remember
Zimbabwe).
La inseguridad se
enseñorea y hace que el 2014 comience con un cruel asesinato, otro entre
tantos, pero que convierte en dolientes a casi todos los venezolanos dada la
popularidad, juventud, significado y belleza de la víctima. Y así amanecía el
año, continuación de la primera quincena del diciembre previo que registraba el
ingreso de más de 250 cadáveres en la morgue de Caracas.
Esa misma
inseguridad que hizo razia en las aulas de varias de nuestras universidades en
groseras acciones comando muchas de ellas, llevó a la calle al movimiento
estudiantil en San Cristóbal y de allí a Caracas. Sumando a su paso otros
sectores de la sociedad, cada uno con válidas razones para protestar, derivando
al final en lo que se dio a llamar La Salida. La respuesta del gobierno de
Nicolás Maduro, y esta sí es de su propia cosecha: represión pura y dura,
oficial y paraoficial, sistemática y perversa y siempre ensalzada desde la
presidencia. Resultado: más de 40 muertos, cientos de procesados, muchos de
ellos torturados, muy jóvenes en su mayoría, que ponen en el currículo de
Maduro su Tlatelolco particular.
Si la mención de
Tlatelolco le parece exagerada piense en el desarrollo de la normativa universal
de defensa de los Derechos Humanos desde 1968 hasta hoy y se dará cuenta de que
esos más de cuarenta fallecidos durante la represión es hoy una barbaridad equivalente. Pero podríamos
sumar más adelante -2015- las víctimas de una Operación de Liberación del
Pueblo (OLP) que como elefante en cristalería entrará en los barrios populares
en busca de delincuentes puntuales, pero arrastrando en ello, en cantidades de records
históricos, a inocentes y viviendas con abusos al extremo de pérdida de vidas
inocentes. Cosa que, en justicia, hablando de herencias, Hugo Chávez nunca
hizo, ni de lejos, afincado en sus convicciones.
Al cierre de 2014
éramos muchos y la abuela nos trajo la noticia de la caída de los precios del
petróleo. En su anciana sabiduría nos dijo: “de tanto invocar la muerte, se
hizo presente” y de tanto presupuestar a 60 llegó el precio justo. A esta fecha
el precio del barril ronda los 40 dólares. Viene en ascenso fluctuante luego de
haber tocado los límites del costo de producción. Esto como consecuencia del desarrollo de
técnicas de explotación de ciertos crudos en Estados Unidos principalmente,
gracias, justamente, a los altos precios de los últimos años. El gobierno
venezolano entiende esto como una conspiración internacional contra Venezuela
lo que demuestra un gran ego solo comparable con la gran estupidez que supone
si, como sabemos, Venezuela aporta apenas el 7% de la producción mundial de petróleo
pero además durante el mismo período podría haber aprovechado para los tiempos
de baja que no es nada extraño en el mercado petrolero.
Este descalabro
administrativo llamado por el Gobierno “Guerra económica”, es una confrontación,
por cierto, de un solo ejército que además controla todos los pertrechos y
paradójicamente pierde, según lo evidencia las declaraciones del Ejecutivo, las colas en
los comercios y la ausencia de productos.
El inquilino de
Miraflores solo ha mostrado talento para atacar las consecuencias pero parece
no entender las causas.
Así llega el
2015, con los indicadores de inseguridad en número de homicidios y económicos,
en términos de inflación sin ninguna mejoría, por el contrario, en franco
ascenso y el agravante de la situación política. Así tenemos acusaciones, ya
algunas internacionales, de violaciones de Derechos Humanos, denuncias en
primera persona de torturas en sitios de confinamiento tales como la llamada
“Tumba” que no de gratis lleva su nombre dado que está a unos cuantos metros por debajo de la
céntrica avenida caraqueña donde se encuentra.
En el horizonte
de ese año aparecen las elecciones para la Asamblea Nacional, oportunidad de
medir fuerzas, evento trocado en válvula de escape para las tensiones sociales.
Solo eso explicaría la inmovilidad de los ciudadanos ante tanta humillación al
momento de adquirir los artículos y alimentos de primera necesidad. En ese
sentido se dictan normas de permitir la compra de esos rubros en día (sí, singular) específico de la
semana según el número del carnet de identidad, control biométrico del
consumidor a través de dispositivos captadores de huellas digitales según base
de datos del Consejo Electoral contrastando con el marcaje de personas en los
brazos con marcadores indelebles mientras hacen colas.
La deriva
autoritaria del gobierno se va haciendo cada vez más evidente en actos como
juicios sin derecho a defensa de líderes de la oposición política, encarcelamiento
de líderes en cargos de elección popular, cierre de fronteras sin justificación
ni consulta, encarcelamiento de encargados de establecimientos comerciales en
los que se formaban colas para compra de alimentos, la obligatoriedad de vender productos a unos
precios que ni las cooperativas financiadas por el gobierno podían soportar.
Alcanzamos el 6
de diciembre de ese 2015, fecha de las esperadas elecciones legislativas, por
una Asamblea que estará dos años más que el actual Poder Ejecutivo y el
descalabro del gobierno es total. No solo las pierde sino que lo hace quedando
en minoría por debajo de las dos terceras partes que alcanzan sus adversarios,
lo que les permitiría, a éstos, legislar con gran capacidad de producir cambios
en otra dirección… pero el tema no es legal, es político.
De inmediato el
gobierno empieza a operar echando mano de los recursos que tiene o que le van
quedando, que no son pocos. Arbitrariedades en los últimos días de la
legislatura que culmina, amén del uso desembozado del resto de los poderes
públicos que controla, como se verá en 2016.
Es apenas junio
de 2016 y el choque institucional entre la Asamblea Nacional y el resto de los
poderes bajo el control gubernamental, no solo copa el centimetraje de la
prensa impresa que va quedando, sino que hace parecer de segunda importancia el
desabastecimiento, ya en casi en el 90%, de rubros básicos, la continua caída
del poder adquisitivo de un sueldo nunca mejor llamado mínimo, compuesto en un
65% por bonos que no dejan ninguna huella en la historia laboral del
trabajador. Sueldo que queda largo por debajo de la compra de carne, pollo,
legumbres, verduras y lácteos para 30 días en caso de conseguirlos. Dicho de
otra manera: con el billete de más alta denominación en Venezuela hoy solo se
compra un huevo de gallina.
Dicho en términos
de herencias y emulaciones, si Hugo Chávez tuvo su Franklin Brito, Nicolás
Maduro tiene hoy su Oliver Sánchez.
Últimamente el
régimen luce arrinconado. Una muestra es el Decreto de emergencia económica
prorrogado ilegalmente de una vez hasta fin de año. Absurdo, a no ser por la
posibilidad que da de desconocer la
constitución en su totalidad y los procesos de control de gastos y licitaciones
en particular. Que no sorprendió a nadie, es verdad, pero tampoco atemorizó –aparente
objetivo inicial- a los diarios reclamos de calle en manifestaciones convocadas
o espontáneas y pasó en una semana a amenazar con decretar el Estado de
Conmoción Interna, estadio superior del Estado de Excepción, ¿Último recurso
ante la imposibilidad de la gobernanza?
Hoy el gobierno
de Nicolás Maduro no tiene dinero, ni alimentos, ni medicinas, ni servicio de
electricidad constante, ni ideas. Huye hacia adelante a una velocidad tal que
se encuentra con sus propios mitos: saqueos a diario como aquellos
"fundacionales de la revolución" del caracazo de 1989. Lo que sí
tiene es un partido lleno de muchos detractores que lo acusan de derrochar el
legado del Comandante Supremo. Las noticias internacionales tampoco lo
consuelan. Tradicionales socios políticos tan importantes como Brasil y
Argentina cambian de signo político, en Bolivia se comienza a perder
elecciones, en Ecuador parece que se desecha la posibilidad de una reelección, el
CARICOM que parece apostar a la ética, Cuba de amores con los Estados Unidos
con la “penetración imperial” de los Rolling Stones hasta Coco Chanel, el Papa
que le escribe al presidente y el gobierno venezolano que no le responde y no
recibe a su Canciller, hasta rematar en la carta del Secretario General de la
OEA al presidente de Venezuela, donde se ahorran todas las formas de la diplomacia
tradicional. Si fuera poco, está lo de la doble nacionalidad del presidente,
hecho que no puede resolver con su poder interno porque depende de tribunales
en el extranjero y cuando todo termine, sabe que tendrá que dar la cara por esa
circunstancia.
Hace unos días
Nicolás Maduro en una transmisión televisiva durante una reunión con su
partido, regañó a un militante que, aparentemente, pretendía hacerle llegar un
“papelito”. La reacción del presidente fue tan desmesurada en tono de voz y
groserías mediante que solo puso en evidencia a un sujeto con los nervios muy
alterados, fuera de control y, ¿por qué no? asustado. El devenir de sus años de
gobierno podría explicarlo.
Lo dicho, a tres
años del fallecimiento de Hugo Chávez, parece que a los herederos de El Gigante
le están creciendo los enanos.
Nicolás Baselice
Wierman.
Caracas, Junio
2016.