Desde el comienzo
del Gobierno de Nicolás Maduro, y aún antes, el discurso oficial apuntó a la
denuncia de conspiraciones y desestabilizaciones, de golpes y golpistas. Estas
acusaciones terminan convertidas en “excusaciones”
en el entendido de que siempre surgen como explicación a fallas en
responsabilidades gubernamentales de toda índole, ya sean de provisión de
alimentos y productos del hogar, de salud y atención hospitalaria o seguridad
ciudadana.
Para ser
equitativo habría que decir que también en sectores opositores al Gobierno se
fantasea con la irrupción militar en la solución de esta situación que a su
entender “no aguanta un día más…” argumento que por cierto es el mismo desde
hace más de diez años.
De tal manera que
en materia de Golpe nos movemos en un abanico que va del cuento del lobo feroz del
Gobierno a la ensoñación de una parte de la oposición.
Para un Golpe, en
su versión clásica, se necesita poder de fuego, dinero para financiar
operaciones y alguna capacidad organizativa social lo que tradicionalmente
queda cubierto por militares, empresarios y políticos respectivamente.
El Gobierno de
Venezuela es un Gobierno militar desde su concepción hasta su composición. Se evidencia
en la gramática discursiva (batallones, guerra, Comandante en Jefe), en las
formas (chaquetillas seudomilitares, paradas de funcionarios uniformados de
rojo) y en el gran número de cargos ocupados por militares activos, retirados y
reinsertados (si es que así se denominan). Esto sin mencionar el Centro
Estratégico de Seguridad y Protección de la Patria (Cesspa) que más que controlar hacia afuera parece servir
más
a los militares para controlar y cercar hacia
adentro, vale decir, al
Presidente.
Estemos claros, en este país el poder de fuego, el dinero y el control social es, para fines prácticos, monopolio del Gobierno. Soñar con un Golpe que justifique al Gobierno o que salve a la oposición no pasa de ser eso: un sueño, afortunadamente.
Estemos claros, en este país el poder de fuego, el dinero y el control social es, para fines prácticos, monopolio del Gobierno. Soñar con un Golpe que justifique al Gobierno o que salve a la oposición no pasa de ser eso: un sueño, afortunadamente.
Pero... ¿Y si fuera el hampa?
A ver. Está
demostrado que los delincuentes en Venezuela están mucho mejor equipados en
armas y explosivos que policías y militares (mientras éstos no apelen a tanques
y artillería, supongo). Ya sean colectivos armados que toman zonas urbanas en
las que la Policía no entra o “agentes libres” u organizados en pandillas y
bandas o en esa supra estructura que sabemos que existe dentro de las cárceles.
Esa suerte de Ejecutivo Nacional del Hampa que desde centros penitenciarios
maneja muchas de esas bandas y pandillas y que se estructura en pirámide, en
perfección envidiable, en pranes, luceros, carros; manejan unas cantidades
asombrosas de dinero que administran eficientemente y surten de alimentos,
municiones, armas, facilidades, drogas y entretenimiento a sí mismos y su
entorno, según salió a la luz en cárceles como la de El Rodeo.
Cuando los pranes
o líderes negativos, como gusta llamarlos el Gobierno, conversan con la
ministra de cárceles lo hacen en un tú a tú que sorprende. Se dirigen a la
“autoridad” desde una posición de fuerza que ya quisieran algunos trabajadores
para la discusión sus contratos colectivos. En la guerra planteada entre el
hampa y la autoridad, donde la mayoría de las bajas la pone la población
inocente, si vemos los números, definitivamente la delincuencia gana. Y es
lógico, le gana a un Gobierno que no es capaz de ordenar el tránsito de
motorizados en la vía pública ni prever los ya tradicionales desmanes en
entierros de malandros de los que se sabe un día antes.
El desalmado y
alevoso asesinato de Mónica Spear ha hecho al Gobierno hablar de inseguridad.
Se ha visto a Maduro hablarle a los delincuentes, a quienes antes invitó muy
ingenuamente a dejar el delito y las armas, ahora de una manera menos
suplicante pero en un tono que evidencia su posición de inferioridad frente a
la delincuencia y la inseguridad. En algún momento le escuché decir que tenía
“mapeadas” nacionalmente todas las bandas delictivas… ¿Y hasta allí? ¿Es acaso necesaria
la ley desarme (Repromulgada y aún no reglamentada) para ir por sus integrantes
y desarmarlos?... No los golpeen, no los apresen, no les violen sus derechos
humanos, solo desármenlos y eso ya es bueno, preventivo y represivo a un
tiempo.
Este sujeto que
asesinó a Mónica no solo tiene prontuario, pertenece a una banda que hasta este
momento en que escribo suma la docena de integrantes y que entre sus víctimas
está un familiar del Director de la Policía Judicial y en ese caso la impunidad
fue regla. De haberse actuado ¿Cuántas muertes se hubieran evitado hasta el 6
de enero?
Hoy informan las
salas de teatro y algunos centros culturales que, dado el nivel de inseguridad,
pasan sus funciones nocturnas a horas más tempranas. Ya lo venían haciendo los
restaurantes con sus horas de cierre. El gobierno paralelo y de fuerza que es
la delincuencia nos impone así un toque de queda de hecho.
Maduro… ¿Y si
fuera el hampa la que está dando el Golpe y tomando el control?
Por lo visto
ellos sí tienen con qué.
Nicolás Baselice
Wierman.
@nbaselice
Caracas, enero 2014