sábado, 5 de diciembre de 2015

Gobierno sin huevos, o ¡Qué huevo con este gobierno!

Una de las últimas ocurrencias de nuestro ya largo gobierno de más de tres lustros ha sido el retiro de los expendios de la última proteína que, los venezolanos, podíamos adquirir sin sentir que estuviéramos en una suerte de tráfico de sustancias ilegales: los huevos.
Ciertamente el clásico cartón de huevos, empaque de embalaje ovomorfo de 30 unidades, había llegado a un precio insólitamente alto pero también es verdad que no hay producto que se escape de esa ecuación.  ¿Cómo podría ser con una inflación anualizada que hace ya rato que alcanzó los tres dígitos?
Pues bien, resulta que nuestro Presidente, el inefable Nicolás Maduro, decretó (aunque en rigor quien dio la cara fue el Vicepresidente) decretó, decía, la rebaja inmediata del precio final de los huevos por debajo del 50%. En el más puro estilo Robert Mugabe de  Zimbawe como referimos hace ya algún tiempo.

Esto de maniatar la economía a fuerza (o a la fuerza) de decretos es un vicio equivalente a negar la ley de gravedad. Ya en Venezuela y en el mundo se sabe que la economía es terca, que se autoregula, que es como una cama de agua, que puede ser muy divertida si entendemos su lógica del equilibrio, de lo contrario, amanecemos en el piso y sin compañía.

El más iletrado de nuestros conciudadanos supo de inmediato que el producto desaparecería al día siguiente y enseguida surgieron las filas de personas en cada expendio de huevos para llevarse toda la cantidad que pudiera porque sabían que no habría reposición. Pero parece que las mentes que tomaron esa decisión los pilló por sorpresa y es que estando a escasas tres semanas de unas elecciones parlamentarias, convertidas, por obra y gracia de nuestra circunstancia política, en un plebiscito de aprobación o no de la gestión del Presidente, agregar una carga más a la ya dura cotidianidad alimenticia de los electores, es un absurdo a toda carrera.

Resulta paradójico que un Gobierno que no ha tenido el coraje (o los huevos dirían algunos) de tomar medidas económicas por no traicionar su credo, por ser prisionero de sus propios mitos y al final por un temor patológico a perder apoyo, sea precisamente con el episodio de los huevos que pone en evidencia un condensado de sus errores y posibles rectificaciones.

Me explico. Agotada la existencia del producto en dos días, el Ministro correspondiente y el Vicepresidente conversaron con los productores avícolas para escuchar sus reclamos y argumentos acerca de la imposibilidad de vender el “cartón” en el precio regulado. Le explicaron a los funcionarios que el alimento para las gallinas no era de fácil adquisición. Que la empresa de monopolio gubernamental AgroPatria no siempre garantizaba el suministro del alimento a tiempo y que como los animales no saben esperar, había que conseguirlo aunque fuera al precio inalcanzable del dólar paralelo. Supongo que esta actitud de oír pero además actuar de inmediato vino dada por el momento electoral, porque circunstancias similares han acontecido hasta con temas de medicina y salud y terminan postergándose y, en el mejor caso, mal solucionándose.

Se dice que este acercamiento entre productores y gobierno se le debe a una gobernadora de un estado del occidente del país quien dice tener una “excelente y fluida” comunicación con los comerciantes e industriales de su región y que inmediatamente (En tiempo real, como les gusta decir) le comunicaron a la mandataria lo inviable de la situación. Ella se comunicó con el Ministro, el Ministro le pidió un informe de impacto (Así denominó al tardío informe) y a la vuelta de unos pocos días se dictó una serie de medidas que tenderán a solucionar esta nueva escasez.
Este cuento de la gobernadora lo recogí directamente en la región, dicho por uno de sus funcionarios inmediatos subalternos en su programa de radio (Porque en este gobierno funcionario que se respete tiene programa propio de radio o televisión o ambos)

Cuáles fueron las medidas. El ejecutivo decidió exonerar a estos productores del impuesto sobre la renta, supongo que por tiempo determinado. Además se sumó un subsidio equivalente a un 25% del precio de venta, así como algunas garantías de suministro de insumos.
Ésto, que no es otra cosa que el reconocimiento de que los precios son los que son y que la situación de los productores es la que es, pone de bulto un argumento de lo más pintoresco. El discurso oficial dice que el dólar paralelo no existe, que es una invención de la CIA, pero que “es un hecho y ha tocado algunas de las partes del proceso de producción”. Aun no nos explican como algo que es un hecho no existe, pero ironía aparte, ¿No podía tenerse ese encuentro y llegar a esos acuerdos que bajarían los precios antes de los empujones de la rebaja forzosa, sin generar pánico y dando espacio al equilibrio en el tiempo? Pues parece que no era posible. La historia dice que este régimen prefiere gobernar a gritos, insultos y empeyones. En Venezuela hay un dicho que dice “Gobierno no busca pleito” pues el nuestro, siendo venezolano, solamente busca pleitos.

Este episodio está en vías de solución. Aun no aparece el producto (Y ya mañana son las elecciones) pero la esperanza está allí. Dependerá, en primera instancia, de que el gobierno cumpla los compromisos y luego, de que aguas abajo no aparezcan los pícaros de siempre que están en todas partes. Pero lo que sí advierto es que este acto de conversaciones y acuerdos entre comerciantes, productores y el ejecutivo no será moneda de curso corriente. No es el talante del Presidente y su gobierno.

En todo el país hay innumerables colas para comprar comida. Hace tres días (otra vez) el Presidente desde su caravana pasó y vio una en un automercado privado y acto seguido hizo apresar al gerente del establecimiento, perpetrando una potestad que no tiene pero que además, no soluciona el problema, no va al fondo… ¿Sabrá que existe un fondo en cada problema?

Un poco por eso es que mañana, seguramente, ante la máquina de votación y a punto de hacer la selección, los dedos bailarán al son del estribillo que dice:


               ¡Qué huevo con este gobierno!







Caracas-Venezuela, diciembre 2015.

Nicolás Baselice Wierman.

estudionico@gmail.com

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