domingo, 17 de febrero de 2013

La foto, la firma y las elecciones.


Los venezolanos tenemos personajes entrañables, muy queridos, que ante la merma de sus facultades, se han retirado de la exposición pública a la intimidad del hogar y la familia y en algunas fotos posteriores se les ve en mejores condiciones que al Presidente, hasta jugando dominó y sin embargo no se les ocurre postularse ni a la junta de condominio porque además no serían elegidos aunque mantienen su dignidad, el cariño y el reconocimiento intactos.


Cuál es el verdadero valor de la ya famosa fotografía del presidente Chávez en su lecho de convaleciente que nos presentaron el pasado 16 de febrero. Creo que ninguno. Sea verdadera o falsa, nuestro problema, en lo que concierne a la Presidencia de la República y la legitimidad de lo que nos gobierna sigue siendo el mismo porque el asunto no es si el Presidente está vivo o no. El asunto es que está obviamente ausente y esa ausencia no ha sido calificada.



Es una muy particular muestra de la desinstitucionalización del  Estado el hecho de que la fe de vida que lo que nos gobierna presenta sea como las que aparecían en las viejas películas de secuestros en las que el plagiado era fotografiado con un periódico del día para demostrar que estaba con vida para la fecha. Claro, esto sucedía en cintas viejas previas a la era del Photoshop.


A ver, será que hacemos zoon en la foto y tratamos de analizar pixel a pixel para descubrir la ansiada demostración de un montaje. Eso sería un éxito para lo que nos gobierna porque de alguna manera estaríamos dando por buena la situación ilegítima-legal venezolana.

Lo mismo sucede con la fulana firma digital. El ministro Giordani mostraba la roja firma del Presidente, que ellos llaman digital, en el decreto de devaluación del bolívar y nos retaba a que  constatáramos si era o no su firma. Será que la ampliamos y la superponemos a otra y si coincidieran en su totalidad entonces seria falsa (Por cierto, también visto en películas viejas). Desde su ignorancia o apostando a la ignorancia general nos quieren hacer creer que una firma digital, para actos ejecutivos de Gobierno, es como una firma escaneada e incorporada a un documento y no, la firma digital es algo más complejo y seguro que eso. Una firma digital es, para decirlo rápido, parecido a la constancia que queda al retirar dinero de un cajero automático. Usted no firma nada, el sistema bancario verifica sus datos y usted, al introducirlos, no puede decir que no lo retiró. Por eso, así como se pide (inútilmente) una junta médica podría exigirse (También inútilmente) una certificación de la firma digital para lo que, según la ley, debería haber un organismo independiente capacitado para ello. Entrar a comparar la grafología seria igual caer en el terreno del Gobierno, sumarse a su ignorancia o hacer de comparsa.

Como en las elecciones, la trampa no está en las mesas de votación. El fraude no sólo es previo sino continuado (Ya sabemos, ventajismo, abuso de poder y un largo etcétera) Así mismo con la firma y la foto, la trampa no está en la firma sea auténtica o no, la trampa no está en la foto sea real o falsa, el  fraude es anterior, pasa por encima de esos dos eventos y continua hacia adelante. La situación podría ser tan eterna como la vida del Presidente o su simulación, según lo determinó el Tribunal Supremo de Justicia.

Es en ésa es en la que estamos... como en una película vieja.

Nicolás Baselice Wierman.
Caracas, febrero de 2013.

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