lunes, 12 de diciembre de 2016

Pan de Jamón a manera de Cuento de Navidad








Las Navidades de este 2016 en Venezuela no apuntan a ser unas fiestas tan tradicionales como las que solían combinar lo religioso con el consumo y el sentimiento de riqueza de cada quien a su nivel (Aunque solo se tratase de una ilusión transitoria)... Las razones tienen nombre y apellido, pero no es momento de hablar mal del tocayo.

Desde la cocina el mundo se ve diferente

Lo que sí creo necesario ante la adversidad, es no dejar en manos ajenas nuestro bienestar mental  -y no digo espiritual para no sonar autoayúdico- por lo tanto, si tratamos de

desembarazarnos del consumo (en tanto consumismo) podríamos centrarnos en hacer actividades relacionadas con las tradiciones y que congreguen amigos y familiares durante ratos largos y que conlleven a una celebración final. Si me lo permiten, equivalente al juego amoroso previo al orgasmo... No sé si me explico pero no voy a hacerles dibujitos.

Cocinar puede ser una de esas actividades y preparar en casa el pan de jamón, tan tradicional entre los venezolanos, y a la fecha de un costo prohibitivo, puede ser un congregedor indiscutiblemente navideño.
Juntar los ingredientes en equipo o no y reunirse en torno a su eleboración será una gran experiencia celebratoria, se los aseguro. ¿Que puede salir tan caro como comprarlo?... posiblemente, pero la experiencia de texturas, bromas, olores y ese orgasmo final de cortarlo y saborearlo los hará olvidar la Inflación más alta del Mundo al menos por un día.
Inténtenlo, no se arrepentirán. Aquí les relato la receta de Juan Carlos Bruzual que he probado y disfrutado durante varias navidades.
Si lo hacen podrán desear a sus cercanos venezolanos Feliz Navidad sin que suene a sarcasmo o eufemismo.

Ingredientes de relleno
800 g de jamón ahumado
Rebanando la proteína
100 g de aceitunas verdes rellenas de pimentón
60 gr de tocineta ahumada, rebanada en finas lonjas
Grasa obtenida de sofreír la parte blanca de la tocineta
60 g de pasitas negras
20 g de papelón rallado

Ingredientes del decorado
1 huevo entero batido
20 g de mantequilla sin sal

Ingredientes de la masa
595 g de harina panadera
244 g de agua muy fría
12 g de levadura fresca (o 4 g de instantánea)
12 g de sal
30 g de huevos enteros, batidos y fríos
71 g de mantequilla sin sal a temperatura ambiente
36 g de azúcar blanca

PROCEDIMIENTO
Amasado manual:
En un envase mezclar la levadura instantánea con la harina hasta que la levadura no se vea.
En caso de usar levadura fresca se diluye en la mitad del agua.
En otro recipiente se mezclan muy bien los huevos con el azúcar y el ( resto) agua.
En un envase grande se mezclan la harina con el agua poco a poco y de manera envolvente. Luego se agrega el resto de los líquidos también poco a poco. SE RESERVA LA SAL Y LA MANTEQUILLA.
Una vez que la masa esté mezclada se saca del envase para trabajar en el mesón.
En el mesón de trabajo se amasa durante 5 minutos, se agrega la sal en el minuto 3 (MUY IMPORTANTE NO JUNTAR NUNCA LA LEVADURA CON LA SAL) y se hace un amasado intenso durante 2 minutos, para luego comenzar CON PACIENCIA  a incorporar la mantequilla troceada. Una vez incorporada la mantequilla se hace un amasado intenso durante 5 minutos.
Decir CON PACIENCIA es porque parece que nunca se absorberá tanta grasa y se cae en la tentación de agregar harina para acelerar la absorción. NO haga eso nunca. Agregar harina extra cambiará todo el resultado. Nunca será igual, se lo aseguro.

Amasado a máquina
En el tazón de la amasadora se pone la harina con la levadura instantánea  y se mezclan en primera velocidad durante un minuto.
Agregue los líquidos (azúcar disuelta incluida) y mezcle en segunda velocidad durante 3 minutos. Si (Si la levadura es fresca ponga directamente los líquidos con la harina)
RESERVE LA SAL y LA MANTEQUILLA.
Ya mezclados pase a primera velocidad durante 5 minutos e incorpore la sal en el minuto 3. Pase a segunda velocidad y amase durante 3 minutos más.
Pare e incorpore la mantequilla en trozos, amase en primera velocidad durante 1 minuto y luego continúe amasando en segunda velocidad durante 5 minutos cuidando que no se caliente la masa.


LUEGO de cualquiera de los dos amasados que seleccione coloque la masa en el mesón de trabajo, divídala en dos trozos de 500 g cada uno y haga un preformado redondo (Ésto es hacer una bola apoyándola contra la mesa tratando de que el cierre quede hacia abajo) aplique un poco de aceite vegetal con las manos a manera de película selladora, tápelas con plástico y déjela reposar durante 10 minutos.

Mientras tanto divida los rellenos en dos partes iguales, una para cada bola de masa.




Con un rodillo extienda una de las bolas poco a poco hasta lograr un cuadrado de unos 40 cm x 40 cm. De medio cm de espesor aproximadamente.






Coloque una fila de aceitunas en el extremo superior y luego envuelva con masa quedando como un cordón de aceitunas envueltas en el extremo superior. Cada aceituna deberá tocar a la siguiente. Esto hará que en cada rebanada de pan haya una aceituna.


Pinte con la grasa de la tocineta la superficie de la masa extendida. Reparta las lonjas de jamón uniformemente (pueden sobresalir 1 cm por los laterales)  y deje una franja de unos 8 cm en el extremo inferior libre de relleno (Esto es para hacer el cierre y la decoración)















Sobre el jamón ya dispuesto, distribuya la tocineta, ya sea en lonjas o cortada en tiras delgadas transversalmente. También riegue las pasitas y el papelón rallado.
















Enrolle la masa con el relleno desde el extremo superior hasta el margen de los 8 cm del extremo inferior.
Haga unos 7 cortes iguales en ese margen inferior para obtener 8 tiras iguales. Tome esas tiras de a dos y crúcelas por encima del pan, entórchelas, en fin, póngase creativo, y cierre así el pan. Estas tiras quedarán crujientes.


Haga lo mismo con la otra bola de masa. Perfórelo con alguna punta de cocina sin deteriorar la decoración. Este pan necesita "chimeneas" de liberación de vapor por la cantidad de grasa que lo compone.
Tápelos bien con plástico y ponga en reposo durante una hora en lugar fresco.







Encienda el horno unos 45 minutos antes de hornear (Muy importante) a 170 grados centígrados o 375 grados farenheit si el horno es casero (Si es horno de convección serían 150º C o 340º F)
Justo antes de hornear barnice con huevo batido toda la superficie de manera uniforme con brocha de cerdas preferiblemente. Ponga en el horno cerca de la parte superior y déjelo 45 minutos.
Al sacar del horno barnice con la grasa de la tocineta (En su defecto con mantequilla derretida)
Este barnizado es para producir la posterior suavidad característica de este pan en los días subsiguientes.
Deje reposar en rejilla unos 20 minutos… y buen provecho.



Todas las variaciones en tanto creatividad son bienvenidas, no obstante recomendamos no alterar los tiempos de amasado y de reposo así como las temperaturas y tiempo en horno.



Nótese que este pan tiene poca fermentación, de hecho una sola y elevación de una hora, mientras que cualquier pan tiene por lo menos dos fermentaciones y algunas de mayor tiempo…
Es su característica.


Tomado en buena parte de la receta de Juan Carlos Bruzual 
cuyos libros recomendamos al 100% y experimentado de varias
maneras por quien escribe a lo largo de unas cuantas navidades.


Nicolás Baselice Wierman.
Caracas, diciembre 2016.

viernes, 1 de julio de 2016

Vamos de lengua


No voy a decir que son mis años, que sí lo son, sino que me tocó vivirlos en tiempos de cambios rápidos y el lenguaje no escapa de ello. Si bien la tecnología es razón ineludible y obligante de muchos de esos cambios en designaciones nominales, también es verdad que nos plegamos a modas del hablar cotidiano, terminando por degenerar en mucho el lenguaje hasta comprometer la comunicación, que es su objetivo final.

Recuerdo de  pequeño que la unidad de servicio público de transporte individual se le llamaba carro libre y uno llamaba un libre si necesitaba ir rápidamente a alguna parte. El cambio de Libre al sofisticado vocablo Taxi es uno de mis primeros registros de esos cambios de denominación que parecía que nada lo justificaba. Quiero decir, que esos autos seguían siendo los mismos, operaban de la misma manera el negocio, etc, y sin embargo su nombre mutó.

Por el contrario hay otros que sobreviven a la evolución de su significado, claro, perdiendo su sentido original para convertirse en sustantivos casi puros. Película, sí, esa que vemos en cine o tv fue en su origen una película propiamente dicha, una cinta muy delgada de celuloide. Hoy en día ni en los cines usan celuloide, o películas, sin embargo las vemos, allí están, así se llaman… magia pura.
En los años 70 se dieron unas modas en el lenguaje, que por pretensiones intelectualoides, nos pusieron a hablar mal, pero nos sonaba tan “académico” y, por qué no decirlo, tan bonito. El sobreviviente dequeísmo es una de ellas.

No vamos a meternos hoy con la atropeyante  Neolengua que el régimen venezolano viene imponiendo a fuerza de repetición en una suerte de caricatura de la 1984 de Orwell. Solo que ésta transita de la demagogia a la ignorancia…

Esto es demasiado tentador. Permítame 
una digresión chismosa rapidito.
Hace unos días una funcionaria del régimen venezolano ordenó, por escrito, a sus subalternos directos, revisar las listas de los trabajadores firmantes por la revocación del presidente e “instarlos” a retirar sus firmas. Pero que lo hicieran con “discrecionalidad”. En el sentido del texto queda claro que intentaba decir discreción porque casi está escrito en letras más pequeñas.
Qué ironía, discreción que tiene que ver con la prudencia y la sensatez lo confunde con discrecionalidad (sustantivo que no aparece porque ya existe discreción) que tiene más que ver con la voz “A discreción” o con el “poder discrecional” que por el contrario se acerca, nada discretamente por cierto, a la idea del autoritarismo. Lo dicho, Neolengua por ignorancia.

Digresiones aparte (que no discreciones) quiero decir algo acerca de decir. Es tan fácil decir algo que no soportamos semejante simpleza. Es así como a la recepcionista, o en todo caso, el dependiente de cualquier servicio, al final del trámite se le oye “Me indica su nombre y número de carnet de identidad”…  repito, tan fácil que sería “Por favor (claro) me dice su nombre”

Indicar supone una acción mental de emisión y otra de recepción un tanto más compleja. Veamos. Decir es expresar algo con palabras, y solo eso, nada más. En cambio indicar es MOSTRAR algo con señales, gestos o palabras, y me dirán: ¿viste, viste? con palabras. Y es verdad, pero no me nieguen que decir es más sencillo, entonces eficiente y por eso bello. Particularmente definiría indicar con el inclusivo ”Y”, o sea, “Es mostrar algo con señales, gestos  Y  palabras.

Como dice un humorista español: no lo digo lo hago. He aquí una situación:

-Me indica su nombre y número de cédula. Dice la jovencísima funcionaria con una sonrisa técnica.

Y nuestra víctima de la zancadilla lingüística comienza a mover la cabeza buscando en el entorno las letras con la que pueda armar su nombre señalándolas en el orden de aparición para evitar predicciones, haciendo gestos de NO cuando el solicitante trata de adivinar como en los concursos españoles de refranes con ruleta, y finalmente soltando una interjección de alivio, de esas que antes se decían solo en la intimidad, porque logra el objetivo de indicar algo tan sencillo como el nombre y número de identidad.
                                                             Agotador, estresante.

Así, la nueva moda es sustituir palabras por otras que se suponen sinónimas, o mejor dicho, que las fuerzan a ello. ¿La razón? Parece que suenan más elegantes. Veamos.

Colocar por poner. Usted no escuchará el verbo poner en ningún programa de moda, diseño o emprendimiento, o de conductor Socialité como creo que le dicen a esa nueva profesión (?) lo que sí habrá, y mucho, son espectaculares por minuto. Si esta profesión se estudia deben pasar un semestre de teoría, laboratorio y taller de pronunciación de la palabra “Chic”. No usan la che sino una S larga y arrastrada hasta la C final, casi desapareciendo la I intercalada. Más o menos así: SsssssshiC.

Como decía, parece que el verbo poner es ordinario y de baja ralea (como la che). ¿Cuándo cayó en desgracia? No lo sé, podría haber ido en caída en paralelo inverso con la proliferación de nuestros diseñadores de moda y alta costura, junto con la industria del Miss Venezuela. Es una hipótesis.

Bueno, resulta que Poner tiene más de 20 acepciones y formas de uso entre las que está, taxativamente dicha, la de ponerse ropa (sí, ponérsela encima, vestirse). Por otro lado está colocar, que con unas cuatro entradas apenas, lo más que podríamos hacer con respecto a los trapos, es colocarlos en una gaveta, percha o algo así. Es curioso, pero entre las pocas acepciones de colocar está la expresión “colocado” equivalente a estar drogado. ¿Será esa la explicación? Uno se pone la ropa a menos que esté trono, en cuyo caso, ¿se la coloca?

En ese mismo ámbito está el pugilato entre hacer y realizar. Hacer, también con unas 20 formas de uso y acepciones tiene el reflexivo con el sentido de aparentar por lo que “hacerse el sifrino” no solo es válido sino que en este caso hace que la culebra se muerda la cola. En contraste, realizar nos da cuatro usos y, en tan estrecho abanico, va de uno tan específico y concreto como realizador cinematográfico a otro tan subjetivo como la realización personal, “realizar las propias aspiraciones”. 
¿Que puede genéricamente ser sinónimo de hacer? Sí, en tanto que se define como ”hacer algo real o efectivo” pero es más del ámbito subjetivo, místico, etéreo; además no deja de ser irónico que necesite del verbo hacer para definirse a sí mismo. Un ejemplo definitivo: entre las dos decenas de usos de hacer está, explícito, el referido a la deposición de excretas (escatología mediante) por lo que supongo que estos socialités  y sus seguidores (parejeros diría mi abuela) no hacen sino que realizan pupú.

Con barato y económico pasa otro tanto. Mi hipótesis es que vino con el ascenso social. A la mayoría de los de mi generación nos criaron comprado barato, pero al subir en la escala social lo barato queda atrás y cambia de nombre… ahora se llama económico. Eso sí, la intención y la categoría de los productos suelen ser las mismas de antes.

Habría por justicia que hacer una salvedad. Dada la situación venezolana después de 17 años de revolución en la que el 90% de la población empieza a pasar a las estadísticas de la pobreza en lapsos de semanas, los que van en retroceso de ese logrado ascenso social, hacen resistencia con lo que pueden y el lenguaje también puede ser una trinchera.

Barato, con significado tan directo como “que se compra o vende a bajo precio o por un precio menor a lo esperable” o, más subjetivamente, casi moral “lo conseguido con poco esfuerzo” y su colectiva derivación femenina, la barata, que viene a ser la venta de garaje que siempre será de cosas de bajo precio pero todas juntitas, se enfrenta a Económico que, sí, ciertamente es poco costoso pero su espacio natural es el de la economía como disciplina, tan es así que dos productos aparentemente iguales podrían tener diferente costo y el menor será siempre el más barato mientras que el de mayor precio podría ser el más económico. Económico implica una cierta complejidad de relación calidad-precio que lo hace, no solo un término relativo, sino muy subjetivo. A lo mejor por eso suena tan exquisito preferir el uso de económico cuando se quiere comprar barato. A mí me parece un complejo de falsa sinonimia.

Antes de pasar a la otra orilla, encontramos Caro, de precio elevado pero también como querido y amado: Caro amigo. Pero costoso, que cuesta mucho, tiene un ámbito más impreciso, casi etéreo. Volvemos de nuevo a lo concreto y lo subjetivo. Despachemos rápido con este ejemplo: Cuesta mucho trabajo conseguir el dinero para comprar barato. Ya lo dijo el poeta: No es lo mismo valor y precio. No sé si me explico.






Nada tan memorable como los adjetivos y entre ellos, los calificativos. Me encantan, son tentadores, uno escribe apasionadamente y llena aquello de adjetivos… luego revisa, limpia, los desaparece casi en su totalidad y queda, como dice mi maestra,  lo sustantivo. No es gratuita la metáfora de lo sustantivo, lo sustancial como lo importante, contrastado con lo adjetivo, lo prescindible. Lo que pasa es que el adjetivo solo aparece si antes está el sustantivo al que se refiere. Cuando se dice hermoso (?) uno queda como cuando en la música nos dan un acorde de quinta y quedamos esperando la tónica, dicho de otra manera quedamos jajando, como dice mi mujer (no voy a contar en qué contexto) Pero si se dice: rostro hermoso, ah, qué alivio, sabemos a qué se refiere, imaginamos el rostro o sencillamente discrepamos, porque además                                                                                           de prescindible, el adjetivo suele ser subjetivo.

La moda de hoy pretende confundir los espacios de mis amados y humildes adjetivos con los del prepotente adverbio (esta adjetivación es una pequeña venganza). Digo prepotente porque el adverbio modifica al verbo, puede modificar adjetivos y, he aquí la suma prepotencia, puede modificar otros adverbios. Son ganas de buscarle problemas al adjetivo metiéndolo a la fuerza en el sitio del adverbio, sabiendo de lo que es capaz este malandro.

A ver, pidamos un beso. Bésame, listo. Pues no, soy un besado exigente y pido cómo: Bésame –más adverbio- dulcemente. Todos nos imaginamos entonces un beso más largo, menos sonoro, en fin, un beso dulce. Uno no dice Bésame dulce, a menos que como en el chiste de Losher, ella se llame “Durce, con L”… Pues así se dice ahora por allí. Hasta una canción muy vendedora suena en la radio y otros aipods: Bésame espectacular. Así oímos “te felicito, lo resolviste sensacional” o “Guao, ese caso lo llevas increíble”. Éste lo acabo de oír mientras escribo: “Con su emprendimiento le ha ido estupendo”.

Ciertamente existe la adjetivación del adverbio, que amén de expandir  su mencionada prepotencia, no alcanza a los casos mencionados. Para seguir con lo del beso, que me va gustando, adjetivado sería:  Bésame así… y no más.

Mi compadre aconseja, en otros términos más procaces, “Si quiere beso, pida beso, si pide permiso  no le darán beso”; o mejor según Oscar Wilde: ten cuidado con lo que pidas (desees) porque se te puede cumplir… ¿La escena? Se la tengo:

¡Bésame espectacular! Pide un hombre ante el kiosco de venta de besos profondos.

Y el señor del sonido de la feria  de La Chinita llama al micrófono y aparece un sujeto típico cantante de gaita zuliana, con barriga cervecera,  la franela enrollada a la altura del esternón dejando al fresco parte de sus casi 150 kilogramos de humanidad, con los labios gordos y arruchaditos, buscando a quién besar. Era el popular Espectacular Montiel Urdaneta, oriundo de la zona*.

Ver, visualizar y revisar.
Con ver y visualizar sucede lo ya descrito arriba en otros casos. Parece más elegante decir visualizar que ver, que en su sentido más básico es “percibir con los ojos” directo y sencillo. En todas sus acepciones incluidas las metafóricas y casi metafísicas, nunca sustituye el significado de visualizar, ni viceversa. Visualizar tiene dos usos muy específicos, uno que mediante gráficas y otros recursos tangibles permita entender (visualizar) fenómenos de otro carácter, y el que más me interesa, que es el otro, el que habla de formar en la mente una imagen de algo abstracto. Esto pone de bulto la contradicción de que para visualizar habría, casi, que cerrar los ojos, mientras que para ver habría que tenerlos muy abiertos.

Pero entre estas derivaciones arbitrarias, aquí en Venezuela, se sustituye ver por visualizar cuando se quiere decir Revisar. Atentado a tres bandas.
Nos hemos acostumbrados a ser tratados como sospechosos habituales. Si desea entrar a un local comercial no lo podrá hacer si lleva un bolso con usted. La razón es obvia, podría ser un ladrón. La verdad es que la empresa comercial debería tener los recursos para evitar esos hurtos, que ciertamente suceden, sin molestar a la clientela. Entre nosotros el único recurso es un papel malamente escrito a mano y pegado de peor manera, que reza: “Se visualizan los bolsos a la salida”.

En alguna oportunidad a la salida de uno de estos comercios un vigilante me instó a abrir el bolso para “visualizarlo” a lo que, entre irónico y pedante, a sabiendas de que no me escucharía sino como un ruido más del ambiente, le dije:

-Para visualizar el bolso tendría que cerrar los ojitos. Usted quiere que lo abra para ver el interior no para visualizarlo.

A lo que me respondió muy convincentemente:

-No tengo autoridad legal para revisarlo, por eso lo visualizamos.

En fin…

Después del lobby de Batman por la aceptación de Murciégalo de la RAE, la lingüística debería considerar esta particular forma de Derivación sinonímica forzada y extrema del habla cotidiana.


Nicolás Baselice Wierman.
@nbaselice en twitter
Instagram @nbaselice

Caracas, Junio 2016.

martes, 7 de junio de 2016

La herencia de El Gigante



A tres años del fallecimiento de Hugo Chávez tres meses después de pedirnos  elegir a Nicolás Maduro en caso de alguna eventualidad incapacitante, “sobrevenida”, está todavía en proceso la apertura de su testamento. Aunque en un primer momento sus albaceas parecían tener claro lo heredado, no dejaba de llamar la atención el hecho de que los haberes parecían solo de categoría intangible casi mística.

El hecho es que con el paso del tiempo vamos descubriendo que la ideología chavista no era más que las ideas de Hugo Chávez, vale decir, sus ocurrencias. Si revisamos en retrospectiva, solo las seguidas de cerca por él mismo llegaron medianamente a término. Hoy sin ideología, sin hoja de ruta, comienzan a verse las contradicciones en los actuares -que no actuaciones- de sus herederos. Si ya el esquema es probadamente fallido, la incapacidad para el cargo (Manifestada, por cierto, por el propio encargado cuando se estrena diciendo no haber deseado nunca semejante responsabilidad) lo ha convertido en un absoluto caos. Sucede que la acumulación de errores, y postergación de decisiones desde la óptica de que los presupuestos lucían infinitos, comienzan a mostrar sus consecuencias, digamos que post morten, muy convenientemente para el prestigio del Comandante desaparecido, no así para el de sus deudos.

 Ciertamente los problemas que encara Nicolás Maduro son consecuencia de las políticas, o más bien,  reactivas estrategias económicas del gobierno de Hugo Chávez, llevadas a cabo, casi siempre, con objetivos electorales puntuales.

En el año 2011 se aceleró un programa de gasto público con el fin de conseguir respaldo de los votantes que, viendo una cierta acción tangible de gobierno, no dudaran, en algunos casos, y en otros, defendieran sus propias prebendas con el voto en 2012.



El presidente Chávez no dudó en comprometer a futuro los ingresos del Estado. Qué otra cosa era, por ejemplo, el Fondo Chino sino la obtención y utilización inmediata de dinero fresco que pagaríamos a futuro con petróleo. Pues ese futuro llegó y henos aquí, endeudados, sin acceso a créditos nuevos, secuestrados económicamente por China que, como en el feudalismo, nos dan “tickets” para que gastemos en su patio. Ya no en metálico sino en “peroles” para, por ejemplo, “casas bien equipadas” o individualistas taxis                                                                                     para alimentar una colectivista Misión Transporte (?)

 
Las empresas productoras de lácteos, grasas, harinas, café, cementos, etc, están en un mínimo de producción o improductivas luego de las expropiaciones.
Los niveles de producción agrícola, pecuaria e industrial han convertido lo que era

autoabastecimiento y hasta exportación, en extrema dependencia de las importaciones. Todo como consecuencia del llamado programa de rescate de tierras y toma de empresas, pero sobre todo, por el gran negocio que supone la importación para quienes tienen acceso a ese dólar preferencialísimo que ha llegado a ser hasta 170 veces menor que el de la calle.

El ya decano mutante control de cambio ha distorsionado nuestro intercambio comercial internacional a un grado tal que hemos tenido hasta tres tipos de cambio oficial simultáneamente más el paralelo que es el único constante y siempre al alza, que si lo solapamos con esa suerte de decreto de prohibición de la inflación: la Ley de Precios Justos, nos muestra una colección de anaqueles vacíos o a medio surtir junto con unas persistentes y crecientes colas de consumidores  humillados.(Remember Zimbabwe).

La inseguridad se enseñorea y hace que el 2014 comience con un cruel asesinato, otro entre tantos, pero que convierte en dolientes a casi todos los venezolanos dada la popularidad, juventud, significado y belleza de la víctima. Y así amanecía el año, continuación de la primera quincena del diciembre previo que registraba el ingreso de más de 250 cadáveres en la morgue de Caracas.
Esa misma inseguridad que hizo razia en las aulas de varias de nuestras universidades en groseras acciones comando muchas de ellas, llevó a la calle al movimiento estudiantil en San Cristóbal y de allí a Caracas. Sumando a su paso otros sectores de la sociedad, cada uno con válidas razones para protestar, derivando al final en lo que se dio a llamar La Salida. La respuesta del gobierno de Nicolás Maduro, y esta sí es de su propia cosecha: represión pura y dura, oficial y paraoficial, sistemática y perversa y siempre ensalzada desde la presidencia. Resultado: más de 40 muertos, cientos de procesados, muchos de ellos torturados, muy jóvenes en su mayoría, que ponen en el currículo de Maduro su Tlatelolco particular.

Si la mención de Tlatelolco le parece exagerada piense en el desarrollo de la normativa universal de defensa de los Derechos Humanos desde 1968 hasta hoy y se dará cuenta de que esos más de cuarenta fallecidos durante la represión es  hoy una barbaridad equivalente. Pero podríamos sumar más adelante -2015- las víctimas de una Operación de Liberación del Pueblo (OLP) que como elefante en cristalería entrará en los barrios populares en busca de delincuentes puntuales, pero arrastrando en ello, en cantidades de records históricos, a inocentes y viviendas con abusos al extremo de pérdida de vidas inocentes. Cosa que, en justicia, hablando de herencias, Hugo Chávez nunca hizo, ni de lejos, afincado en sus convicciones.

Al cierre de 2014 éramos muchos y la abuela nos trajo la noticia de la caída de los precios del petróleo. En su anciana sabiduría nos dijo: “de tanto invocar la muerte, se hizo presente” y de tanto presupuestar a 60 llegó el precio justo. A esta fecha el precio del barril ronda los 40 dólares. Viene en ascenso fluctuante luego de haber tocado los límites del costo de producción.  Esto como consecuencia del desarrollo de técnicas de explotación de ciertos crudos en Estados Unidos principalmente, gracias, justamente, a los altos precios de los últimos años. El gobierno venezolano entiende esto como una conspiración internacional contra Venezuela lo que demuestra un gran ego solo comparable con la gran estupidez que supone si, como sabemos, Venezuela aporta apenas el 7% de la producción mundial de petróleo pero además durante el mismo período podría haber aprovechado para los tiempos de baja que no es nada extraño en el mercado petrolero.
Este descalabro administrativo llamado por el Gobierno “Guerra económica”, es una confrontación, por cierto, de un solo ejército que además controla todos los pertrechos y paradójicamente pierde, según lo evidencia  las declaraciones del Ejecutivo, las colas en los comercios y la ausencia de productos.

El inquilino de Miraflores solo ha mostrado talento para atacar las consecuencias pero parece no entender las causas.

Así llega el 2015, con los indicadores de inseguridad en número de homicidios y económicos, en términos de inflación sin ninguna mejoría, por el contrario, en franco ascenso y el agravante de la situación política. Así tenemos acusaciones, ya algunas internacionales, de violaciones de Derechos Humanos, denuncias en primera persona de torturas en sitios de confinamiento tales como la llamada “Tumba” que no de gratis lleva su nombre dado que está  a unos cuantos metros por debajo de la céntrica avenida caraqueña donde se encuentra.





En el horizonte de ese año aparecen las elecciones para la Asamblea Nacional, oportunidad de medir fuerzas, evento trocado en válvula de escape para las tensiones sociales. Solo eso explicaría la inmovilidad de los ciudadanos ante tanta humillación al momento de adquirir los artículos y alimentos de primera necesidad. En ese sentido se dictan normas de permitir la compra de esos  rubros en día (sí, singular) específico de la semana según el número del carnet de identidad, control biométrico del consumidor a través de dispositivos captadores de huellas digitales según base de datos del Consejo Electoral contrastando con el marcaje de personas en los brazos con marcadores indelebles mientras hacen colas.



La deriva autoritaria del gobierno se va haciendo cada vez más evidente en actos como juicios sin derecho a defensa de líderes de la oposición política, encarcelamiento de líderes en cargos de elección popular, cierre de fronteras sin justificación ni consulta, encarcelamiento de encargados de establecimientos comerciales en los que se formaban colas para compra de alimentos, la  obligatoriedad de vender productos a unos precios que ni las cooperativas financiadas por el gobierno podían soportar.

Alcanzamos el 6 de diciembre de ese 2015, fecha de las esperadas elecciones legislativas, por una Asamblea que estará dos años más que el actual Poder Ejecutivo y el descalabro del gobierno es total. No solo las pierde sino que lo hace quedando en minoría por debajo de las dos terceras partes que alcanzan sus adversarios, lo que les permitiría, a éstos, legislar con gran capacidad de producir cambios en otra dirección… pero el tema no es legal, es político.


De inmediato el gobierno empieza a operar echando mano de los recursos que tiene o que le van quedando, que no son pocos. Arbitrariedades en los últimos días de la legislatura que culmina, amén del uso desembozado del resto de los poderes públicos que controla, como se verá en 2016.
Es apenas junio de 2016 y el choque institucional entre la Asamblea Nacional y el resto de los poderes bajo el control gubernamental, no solo copa el centimetraje de la prensa impresa que va quedando, sino que hace parecer de segunda importancia el desabastecimiento, ya en casi en el 90%, de rubros básicos, la continua caída del poder adquisitivo de un sueldo nunca mejor llamado mínimo, compuesto en un 65% por bonos que no dejan ninguna huella en la historia laboral del trabajador. Sueldo que queda largo por debajo de la compra de carne, pollo, legumbres, verduras y lácteos para 30 días en caso de conseguirlos. Dicho de otra manera: con el billete de más alta denominación en Venezuela hoy solo se compra un huevo de gallina.


Pero el régimen se sabe con fecha de caducidad. Está la figura del Referéndum Revocatorio, posibilidad establecida en la Constitución para retirar del cargo a un Presidente en la mitad de su ejercicio. Están las elecciones de gobernadores a final de 2016 que significará un seguro deslave de la fuerza regional del gobierno, y así lo percibe hasta el mismo partido oficialista, por lo que pone trabas al referéndum revocatorio que tampoco ganaría. Y por último están las elecciones presidenciales en 2019 en las que Nicolás Maduro seguro no irá a la reelección aunque la ley se lo permite. ¿Muy lejos? Después de 17 años no parece tanto si no fuera por lo apremiante que se hace la situación de penuria a la que se suman cada día mayor número de venezolanos y a los muertos irrecuperables por la falta de medicinas de todo tipo. La reciente muerte de un niño de ocho años que pocos días antes manifestaba en la calle pidiendo medicina para su tratamiento contra el cáncer con un cartel y acompañado de su abuela, será una carga muy pesada sobre la historia de Maduro en tanto “hijo de Chávez” como le gusta decirse.

Dicho en términos de herencias y emulaciones, si Hugo Chávez tuvo su Franklin Brito, Nicolás Maduro tiene hoy su Oliver Sánchez.

Últimamente el régimen luce arrinconado. Una muestra es el Decreto de emergencia económica prorrogado ilegalmente de una vez hasta fin de año. Absurdo, a no ser por la posibilidad que da de  desconocer la constitución en su totalidad y los procesos de control de gastos y licitaciones en particular. Que no sorprendió a nadie, es verdad, pero tampoco atemorizó –aparente objetivo inicial- a los diarios reclamos de calle en manifestaciones convocadas o espontáneas y pasó en una semana a amenazar con decretar el Estado de Conmoción Interna, estadio superior del Estado de Excepción, ¿Último recurso ante la imposibilidad de la gobernanza?

Hoy el gobierno de Nicolás Maduro no tiene dinero, ni alimentos, ni medicinas, ni servicio de electricidad constante, ni ideas. Huye hacia adelante a una velocidad tal que se encuentra con sus propios mitos: saqueos a diario como aquellos "fundacionales de la revolución" del caracazo de 1989. Lo que sí tiene es un partido lleno de muchos detractores que lo acusan de derrochar el legado del Comandante Supremo. Las noticias internacionales tampoco lo consuelan. Tradicionales socios políticos tan importantes como Brasil y Argentina cambian de signo político, en Bolivia se comienza a perder elecciones, en Ecuador parece que se desecha la posibilidad de una reelección, el CARICOM que parece apostar a la ética, Cuba de amores con los Estados Unidos con la “penetración imperial” de los Rolling Stones hasta Coco Chanel, el Papa que le escribe al presidente y el gobierno venezolano que no le responde y no recibe a su Canciller, hasta rematar en la carta del Secretario General de la OEA al presidente de Venezuela, donde se ahorran todas las formas de la diplomacia tradicional. Si fuera poco, está lo de la doble nacionalidad del presidente, hecho que no puede resolver con su poder interno porque depende de tribunales en el extranjero y cuando todo termine, sabe que tendrá que dar la cara por esa circunstancia.

Hace unos días Nicolás Maduro en una transmisión televisiva durante una reunión con su partido, regañó a un militante que, aparentemente, pretendía hacerle llegar un “papelito”. La reacción del presidente fue tan desmesurada en tono de voz y groserías mediante que solo puso en evidencia a un sujeto con los nervios muy alterados, fuera de control y, ¿por qué no? asustado. El devenir de sus años de gobierno podría explicarlo.



Lo dicho, a tres años del fallecimiento de Hugo Chávez, parece que a los herederos de El Gigante le están creciendo los enanos.

Nicolás Baselice Wierman.

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Caracas, Junio 2016.


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