sábado, 14 de noviembre de 2015

Ojalá que hasta luego... In memoriam.

Era pasado el mediodía. El llamado del teléfono a mi lado me sacó de concentración. La voz al otro lado: joven con un punto de disfonía y de una particular musicalidad que invitaba escuchar el concierto completo sin apuros,  pide hablar conmigo por nombre y apellido.

-Mi nombre es Rayna Petkoff, le hablo de Cultura del Banco Central de Venezuela…

Tenía la referencia por alguien que, en ese momento, asesoraba al Banco en uno de sus proyectos culturales. Solicitaba de mí un servicio que estaba en la más baja de la gama que podríamos ofrecer a un organismo como ése. Tanto era así, que podría haberse hecho sin cargos sin producir la más mínima pérdida. Mas sin embargo, para no romper con nuestras normas internas de la compañía y enterado ya de la urgencia de la solicitud, mi respuesta fue:

-El único problema, señora Rayna, es que nosotros no trabajamos sin anticipo y el trámite seguro tardará un tiempo.

Era una pesadez. Ella y yo lo sabíamos, por lo que me atajó diciendo:

-¿Es que no entendió que estoy hablando del  Banco Central de Venezuela?
-Sí - copiando su tono- pero esta mañana titulaba el Nuevo País a todo lo ancho que el BCV está técnicamente quebrado.

…La verdad es que hasta aquí recuerdo el episodio. Lo que sí sé es que el trabajo se hizo a satisfacción, en el tiempo requerido y lo más importante: Sin anticipo.

¿Dije lo más importante? Pues no es cierto, lo más importante es que desde esa llamada ya no hubo discontinuidad de tu presencia en mi vida. Para cosas buenas y otras no tan buenas. Desarrollamos una amistad en paralelo con el trabajo que en la medida que me confiabas mayores responsabilidades profesionales, mayor era el cariño, la admiración y el agradecimiento.

De orígenes e historias tan disímiles, nada hacía suponer que llegáramos a conocernos y solo la Amistad (con atrevida mayúscula) podía hacer que más de veinte años después, hoy en tu partida, sienta este dolor tan profundo, lleno de vacío casi contradictorio con esa infrecuencia y constancia que nos unía.

Cada vez que tu salud nos acercaba, solo los argumentos podían ser consuelo y esperanza. Para mí, siempre fue tarea difícil porque ante tu temor estaba el mío con dolor. Sin embargo logré esa idea que funcionó en esos dos momentos extremos:

-Además, -Te decía- quédate tranquila, recuerda que yo me voy a morir primero que tú. Uno, porque la bilogía así lo ordena, yo soy más viejo y, y dos, porque me da la gana.

(“Me ronca la gana” te gustaba decir) Y en ese momento pasabas del llanto a la risa, creo que agradecida. Desafortunadamente no te pude cumplir. Ya sabrás perdonarme.

En este momento hago mía la idea de nuestra amiga en común: “Hoy quiero creer que existe la otra vida. Quiero creer que voy a volver a oír tu voz, ver tu sonrisa, el énfasis de tus manos y si fuera posible, el tic tac de tus pasos” Así es, hoy quiero creer.

Si me pusiera, y permíteme el término, hemerotético, podría saber el día exacto de nuestra primera conversación y el entorno del horario laboral daría un espacio bien preciso del momento cero de nuestra amistad. Lo que será imposible es ponerle una última fecha, porque no basta la muerte para un final en ti. 
Como te lo gritó alguna vez aquella pared que se veía desde tu escritorio:

Tú eres defiinitiva.


Porque hoy quiero creer…

ojalá que hasta luego. 
Por lo pronto te voy a extrañar,

                …Y mucho.

Besísimo.




Nicolás Baselice Wierman.

@nbaselice

Caracas, noviembre 2015

Todos los PodCast de YdeashoyRadyo

Followme_230x40_white

Curiosea nuestras gavetas

Comentarios-Opiniones-Saludos

Lo más visto en 30