
Pero lo que me mueve hoy son los mitos, que si no son
todos de nuevo cuño, siguen influyendo en el imaginario social y por ende
perfilan la personalidad de la sociedad, si es que semejante cosa existe.
La siguiente lista no tiene ningún orden especial y
sólo pretende generar una idea de cómo sería nuestra personalidad social si
nuestros referentes no fueran tan engañosos.
Mito
Nº 1… Somos un País rico.


Consecuencia: en el imaginario popular la riqueza está
allí, el Estado es dueño del subsuelo, el Gobierno que la extraiga y aquí
espero por el reparto.
Es tan absurdo el modelo, que lo que hoy ganamos con el
esfuerzo de extraer petróleo podría incrementarse mañana en términos absolutos, por puras
razones de geopolítica ajenas a nosotros y nuestro esfuerzo, aunque la
industria se maneje con ineficiencia, desidia e irresponsabilidad.
No hay riqueza sostenible que no deba ser producida, y
si no se produce… ¿qué se reparte?
Mito
Nº 2… Los pobres son pobres por culpa de los ricos.

La coincidencia de la aparición del petróleo en
Venezuela, el auge de las ideas modernas de sociedades más justas y la utopía
del comunismo internacional parece el caldo de cultivo ideal para el desarrollo
de la explicación que responsabiliza a la conchupancia entre el imperialismo y
las oligarquías de la “depauperación de los pueblos”. Acto seguido, el paternalismo eterno de la
izquierda eterna siembra el concepto de la lucha de clases y asume el tutelaje
de la clase que, en esa lucha, es la más débil.

Son historias en clave de epopeya romántica que hoy no
tienen mayor sentido porque, de ser así, estaríamos diciendo
que desde la
esclavitud del siglo XVI no ha sucedido
absolutamente nada.
Mito
Nº 3… Que el precio de la gasolina es sagrado.


Es tan mito que desde 1989 hasta hoy 2012, 23 años
después, sólo un gobierno (corto de los de antes) se atrevió a aumentar el
precio del combustible para vehículos en una operación política que hoy luce
magistral al tiempo que, en realidad, era sólo eso, una decisión necesaria de
gobierno. Al final de ella el alza fue del doble y, aunque afectó los precios
de muchos productos, no se cumplió la profecía del saqueo inminente y la
quiebra de la paz social.
Desde esa oportunidad en 1996, parecía inesquivable
otro aumento en 2007. Se abrió una campaña que justificaría la decisión pero,
como decimos aquí, el Gobierno “arrugó” y todo quedó como muchas de sus obras: en
una gigantografía y la primera piedra.
Este mito se constata si uno pregunta en la calle sobre
el alza de la gasolina. Todos responderán: “Cuidado con un Caracazo”, esto,
aunque la persona que responde no lo hubiera vivido por razones de edad. Y si
la pregunta es ¿Cuándo fue el último aumento de la gasolina? Nadie sabrá responderla.
Mito
Nº 4… El Caracazo fue el despertar del
pueblo.

Al decir del sociólogo Tulio Hernández es muy
evidenciador el hecho de que los actos vandálicos no iban dirigidos a las casas
de los partidos precisamente. Es más, si bien es cierto que en un primer
momento fueron saqueados los automercados y expendios de víveres también es
verdad que los establecimientos de artículos menos básicos como equipos
electrónicos y de sonido o ropa de marca fueron los siguientes en la lista.
Recuerdo en esos días un piquete de choque de la policía política compuesto por
unos veinte fucionarios ubicados en una esquina de San Bernardino protegiendo
un centro comercial y especialmente una tienda de sonido de las grandes de la
época. En la esquina opuesta en la diagonal, una cincuentena de personas de
variada extracción social. Ambos grupos como equipos de de fútbol americano
esperando por la patada inicial.

Mito
Nº 5… Hugo Chávez se proyectó por asumir
la
responsabilidad del intento de golpe de estado.

Pero lo que conforma el verdadero cuerpo
del mito es pretender que Hugo Chávez generó una gran admiración por haber
asumido la responsabilidad del Golpe de Estado. No sólo porque ya de suyo el
golpe era una gran irresponsabilidad, sino que en el fondo, era esa
característica lo más admirado del hecho. Visto a la distancia, veinte años
después, en los que el personaje no ha vuelto a asumir la responsabilidad por
hechos que dependen estrictamente de él, al tiempo que sigue manteniendo una
relativa alta tasa de seguidores, dice que ése no es un valor prioritario entre
nosotros los venezolanos.
Mito
Nº 6… La asombrosa vigencia e infalibilidad de Bolívar.


Entender la importancia del discurso de
Bolívar en cada uno de sus momentos, por contradictorio que fuese, no nos autoriza
a disfrazarlo de reguetonero con bermudas a media pantorrilla, zapatos sin
trenzas y cachucha a 45 grados.
Mito
Nº 7… Bolívar murió en la indigencia.

Alguna veces me pregunto cómo sería nuestra
personalidad social si Simón Bolívar se nos hubiera presentado como el exitoso
emprendedor que fue con sus aciertos y sus errores, asimilar la herencia
político-social que nos dejó sin minimizar su procedencia española, blanca,
mantuana, en fin… es que acaso no hizo todo lo que hizo por ser quien era y
tener el origen que tenía.
Mito
Nº 8… La mayoría tiene la razón, el pueblo no se equivoca.
La historia ha
demostrado que cuando una mayoría por esa condición pretende aplastar a la
minoría, nunca ha tenido razón y por otra parte en la Venezuela de 2012 sabemos
que “el Pueblo” no sólo se equivoca sino
que puede hacerlo reiteradamente y en mayoría.
Mito
Nº 9… Estamos en Revolución.
Si hoy se habla de la revolución
informática que a todos, absolutamente a todos, nos ha tocado aunque sea muy
tangencialmente; si Steve Jobs se reconoce como el paradigma del revolucionario
de hoy y es conocido de una u otra manera cómo ejerció su liderazgo y con qué
óptica… Lo lamento por mis amigos que creen en la “Revolución Bolivariana” contrasentido nominal amén de la
antigualla histórica que supone su planteamiento en pleno Siglo XXI.
Me recuerda otro absurdo nominal latinoamericano:
El PRI mexicano: Partido Revolucionario
Institucional.
Mito
Nº 10… Vivimos en Democracia.
La Democracia entendida esencialmente como
equidad no es posible cuando la separación de los poderes públicos no existe.
Los tradicionales Ejecutivo, Legislativo y Judicial y en el caso venezolano,
los revolucionariamente agregados Poder Electoral y el Poder Ciudadano donde
están el Defensor del Pueblo, el Fiscal general y el Contralor, están en
nuestro país bajo el control del Poder Ejecutivo en la mano del Presidente
Chávez. Con excepción del Legislativo, por razones electorales obvias, la
totalidad de los Poderes responden, la mayoría de ellos sin pudor, a las
órdenes y deseos del Presidente de la República.
La verdad es que de creer en el silbón a
creer en que vivimos en democracia mucho tiempo ha pasado pero hemos avanzado
poco.
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