jueves, 15 de noviembre de 2012

Los mitos venezolanos


En el imaginario venezolano existe una serie de mitos y leyendas de los que mucho se ha hablado y escrito. Con la globaliación descubrimos que muchas de esas historias son compartidas por nuestros pares latinoamericanos y algunas hasta tienen carácter universal. Las del silbón y la sayona, si bien hubo épocas en las que se reportaban con frecuencia, aún hoy se recuerdan con curiosidad. A más de uno, accidentado en una carretera oscura en pleno siglo XXI, le corre un friíto por la espalda cuando le vienen a la mente esas historias, cosa muy posible una vez que el escenario es propicio. Aún nos gusta oír la historia del sujeto que recoge a una dama en el camino, la lleva hasta su casa según ella le indica la dirección. La deja en su calle y entra a la casa. Cuando al siguiente día el hombre encuentra que la dama dejó algo olvidado en su carro y decide devolverlo, descubre que la muchacha que llevó hasta el sitio la noche anterior, es la hija del matrimonio que allí habita pero que ella ha muerto hace ya algunos años. Y, como el viejo dicho, si no son ciertos importa que estén bien contados.
Pero lo que me mueve hoy son los mitos, que si no son todos de nuevo cuño, siguen influyendo en el imaginario social y por ende perfilan la personalidad de la sociedad, si es que semejante cosa existe.
La siguiente lista no tiene ningún orden especial y sólo pretende generar una idea de cómo sería nuestra personalidad social si nuestros referentes no fueran tan engañosos.


Mito Nº 1… Somos un País rico.
La creencia sostenida de que Venezuela es un País rico por el solo hecho de estar posado circunstancialmente sobre inmensas minas de recursos naturales (que nadie cultivó) es una idea que se nos inoculó en la escuela y aún hoy se repite con el agravante de que los maestros en su mayoría lo creen así. Nuestros gobernantes de hoy pertenecen a una generación que maneja esa tesis y repite como un mantra salvador y orgulloso “Somos un País rico”.
Consecuencia: en el imaginario popular la riqueza está allí, el Estado es dueño del subsuelo, el Gobierno que la extraiga y aquí espero por el reparto.
Es tan absurdo el modelo, que lo que hoy ganamos con el esfuerzo de extraer petróleo podría incrementarse  mañana en términos absolutos, por puras razones de geopolítica ajenas a nosotros y nuestro esfuerzo, aunque la industria se maneje con ineficiencia, desidia e irresponsabilidad.
No hay riqueza sostenible que no deba ser producida, y si no se produce… ¿qué se reparte?


Mito Nº 2… Los pobres son pobres por culpa de los ricos.
Consecuencia en alguna medida del mito 1 pero sobre todo del discurso político que en nuestro país ha sido siempre desde la perspectiva de la izquierda, la revancha y la conveniencia, aunque con sus particulares matices.

La coincidencia de la aparición del petróleo en Venezuela, el auge de las ideas modernas de sociedades más justas y la utopía del comunismo internacional parece el caldo de cultivo ideal para el desarrollo de la explicación que responsabiliza a la conchupancia entre el imperialismo y las oligarquías de la “depauperación de los pueblos”.  Acto seguido, el paternalismo eterno de la izquierda eterna siembra el concepto de la lucha de clases y asume el tutelaje de la clase que, en esa lucha, es la más débil.
Se siembra así en esa clase la idea del robo y la explotación que ni aún con los más avanzados sistemas de representación sindical, se logra erradicar la idea del enfrentamiento que siempre presenta al patrono como un personaje perverso y al obrero (generalizando) como un guerrero que, no obstante la opresión, lo mueve el motor de la dignidad.
Son historias en clave de epopeya romántica que hoy no tienen mayor sentido porque, de ser así, estaríamos diciendo 
que desde la esclavitud del siglo XVI no ha sucedido 
absolutamente nada.



                                    Mito Nº 3… Que el precio de la gasolina es sagrado.
Este es particularmente interesante. El estallido de violencia social generalizada que se detonó en febrero de 1989 a partir de un aumento de pasaje, no sólo tan repentino como un lunes por la mañana sino no autorizado, luego de vueltas y vueltas a la reconstrucción de los  hechos, se instaló en el imaginario nacional que la causa había sido el aumento de la gasolina (Que a su vez provocó el aumento del pasaje).
Desde ese año y a lo largo de los años se repite como un mantra nacional de advertencia cada vez que se asoma la necesidad de ajustar los precios del combustible, dado el ridículo costo que pagamos los venezolanos para llenar los tanques de los vehículos.
Es tan mito que desde 1989 hasta hoy 2012, 23 años después, sólo un gobierno (corto de los de antes) se atrevió a aumentar el precio del combustible para vehículos en una operación política que hoy luce magistral al tiempo que, en realidad, era sólo eso, una decisión necesaria de gobierno. Al final de ella el alza fue del doble y, aunque afectó los precios de muchos productos, no se cumplió la profecía del saqueo inminente y la quiebra de la paz social.
Desde esa oportunidad en 1996, parecía inesquivable otro aumento en 2007. Se abrió una campaña que justificaría la decisión pero, como decimos aquí, el Gobierno “arrugó” y todo quedó como muchas de sus obras: en una gigantografía y la primera piedra.
Este mito se constata si uno pregunta en la calle sobre el alza de la gasolina. Todos responderán: “Cuidado con un Caracazo”, esto, aunque la persona que responde no lo hubiera vivido por razones de edad. Y si la pregunta es ¿Cuándo fue el último aumento de la gasolina? Nadie sabrá responderla.


                                  Mito Nº 4…  El Caracazo fue el despertar del pueblo.
Este es consecuencia del mito 3. Sacarle partido político a una situación que fue a todas luces espontánea y anárquica, haciéndole en el tiempo un ropaje de epopeya popular. Se ha pretendido hacer creer, sobre todo en estos tiempos de “Revolución”, que el Caracazo fue el momento épico del pueblo oprimido contra la política y políticos en el poder.
Al decir del sociólogo Tulio Hernández es muy evidenciador el hecho de que los actos vandálicos no iban dirigidos a las casas de los partidos precisamente. Es más, si bien es cierto que en un primer momento fueron saqueados los automercados y expendios de víveres también es verdad que los establecimientos de artículos menos básicos como equipos electrónicos y de sonido o ropa de marca fueron los siguientes en la lista. Recuerdo en esos días un piquete de choque de la policía política compuesto por unos veinte fucionarios ubicados en una esquina de San Bernardino protegiendo un centro comercial y especialmente una tienda de sonido de las grandes de la época. En la esquina opuesta en la diagonal, una cincuentena de personas de variada extracción social. Ambos grupos como equipos de de fútbol americano esperando por la patada inicial.
La siguiente anécdota fue escuchada directamente de boca de su protagonista. El día de los disturbios de febrero de 1989, el intelectual Arturo Uslar Pietri se dirigía al Congreso Nacional y topó en la avenida Bolívar con obstáculos, algunos focos de fuego provocado y mucha gente que corría en varios sentidos. Alguna de las personas en el sitio llegó a reconocer a Uslar Pietri y le dijo: “Dr. Devuélvase que esto se va a poner muy feo” cosa que terminó haciendo. Luego reflexionando sobre el hecho decía: “Esa tarde no vi personas hambrientas en busca de comida. Lo que vi fue una turba de consumidores frustrados”.



Mito Nº 5…  Hugo Chávez se proyectó por asumir la 
                      responsabilidad del intento de golpe de estado.
Nuestro César Miguel Rondón, hombre de radio y medios de comunicación en general sostiene que Hugo Chávez no se proyectó en lo nacional por los segundos de televisión que, en vivo, le permitieron pedir la rendición de sus secuaces. Rondón cree que fue su debate, muy posteriormente, con el político Claudio Fermín lo que lo catapultó en popularidad dado que en ese evento, Fermín lucía acartonado mietras el discurso de Chávez era de un lenguaje directo, irreverente y guardaba poco las formas. En esta comparación era fácil determinar quién representaba el pasado y quién lo nuevo. Y lo nuevo siempre es esperanzador. Pero más aún, personalmente creo que era inevitable. En medio del hastío político se vio un hombre que a la fuerza irrumpe contra el poder constituido y eso genera la ilusión de un acceso por la vía rápida a la felicidad social soñada. Es el imaginario venezolano el que lo potencia a la presidencia. Era la representación más reciente del eterno “gendarme necesario”.
Pero lo que conforma el verdadero cuerpo del mito es pretender que Hugo Chávez generó una gran admiración por haber asumido la responsabilidad del Golpe de Estado. No sólo porque ya de suyo el golpe era una gran irresponsabilidad, sino que en el fondo, era esa característica lo más admirado del hecho. Visto a la distancia, veinte años después, en los que el personaje no ha vuelto a asumir la responsabilidad por hechos que dependen estrictamente de él, al tiempo que sigue manteniendo una relativa alta tasa de seguidores, dice que ése no es un valor prioritario entre nosotros los venezolanos.



Mito Nº 6… La asombrosa vigencia e infalibilidad de Bolívar.
Sin renegar de la importancia histórica de Simón Bolívar, pretender sacar a los personajes de su circunstancia histórica y colocarlos en un presente a través de una suerte de sortilegio criogénico, haría de ellos un especie de bobos queridos a los que comprenderíamos con ternura como a nuestros abuelos e incluso a nuestros padres cuando intentan hacer el paso de baile de moda.
Entender la importancia del discurso de Bolívar en cada uno de sus momentos, por contradictorio que fuese, no nos autoriza a disfrazarlo de reguetonero con bermudas a media pantorrilla, zapatos sin trenzas y cachucha a 45 grados.










Mito Nº 7… Bolívar murió en la indigencia.
Una de las primeras acciones de María Antonia Bolívar a la muerte de su hermano Simón fue proceder con los trámites de reparto de la herencia, lo cual indica que ciertamente había bienes a repartir. De hecho en La Criolla Principal, libro de la historiadora Inés Quintero se hace un cálculo que se compara a la época actual para dar una idea del volumen de esos bienes. Si bien es cierto que el Libertador dio muchas señales de desprendimiento material en su paso vital dedicado como estaba en sus tareas militares y políticas, también es verdad que su ascendencia era pudiente y él en consecuencia, aún después de la guerra de independencia, conservaba buena parte de sus bienes, especialmente gracias al empeño de María Antonia en protegerlos.
Alguna veces me pregunto cómo sería nuestra personalidad social si Simón Bolívar se nos hubiera presentado como el exitoso emprendedor que fue con sus aciertos y sus errores, asimilar la herencia político-social que nos dejó sin minimizar su procedencia española, blanca, mantuana, en fin… es que acaso no hizo todo lo que hizo por ser quien era y tener el origen que tenía.

Mito Nº 8… La mayoría tiene la razón, el pueblo no se equivoca.

La historia ha demostrado que cuando una mayoría por esa condición pretende aplastar a la minoría, nunca ha tenido razón y por otra parte en la Venezuela de 2012 sabemos que “el Pueblo” no sólo se equivoca sino que puede hacerlo reiteradamente y en mayoría.


Mito Nº 9… Estamos en Revolución.
Si hoy se habla de la revolución informática que a todos, absolutamente a todos, nos ha tocado aunque sea muy tangencialmente; si Steve Jobs se reconoce como el paradigma del revolucionario de hoy y es conocido de una u otra manera cómo ejerció su liderazgo y con qué óptica… Lo lamento por mis amigos que creen en la “Revolución Bolivariana” contrasentido nominal amén de la antigualla histórica que supone su planteamiento en pleno Siglo XXI.
Me recuerda otro absurdo nominal latinoamericano: El PRI mexicano: Partido Revolucionario Institucional.

Mito Nº 10… Vivimos en Democracia.
La Democracia entendida esencialmente como equidad no es posible cuando la separación de los poderes públicos no existe. Los tradicionales Ejecutivo, Legislativo y Judicial y en el caso venezolano, los revolucionariamente agregados Poder Electoral y el Poder Ciudadano donde están el Defensor del Pueblo, el Fiscal general y el Contralor, están en nuestro país bajo el control del Poder Ejecutivo en la mano del Presidente Chávez. Con excepción del Legislativo, por razones electorales obvias, la totalidad de los Poderes responden, la mayoría de ellos sin pudor, a las órdenes y deseos del Presidente de la República.

La verdad es que de creer en el silbón a creer en que vivimos en democracia mucho tiempo ha pasado pero hemos avanzado poco.

Nicolás Baselice Wierman.
@nbaselice en twitter
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Noviembre 2012










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