sábado, 17 de octubre de 2015

La gran farsa

A comienzos de este ya largo gobierno de Venezuela se llevó a cabo un acto oficial, en el que, por invitación expresa de la Presidencia de la República, se hicieron presentes personajes de relevancia en el ámbito cultural nacional.
Por el sector teatro estuvo allí el actor y director Héctor Manrique. Hace pocos años escuchaba de Manrique el relato, ya no desde la perspectiva del televidente (el régimen hace todo en televisión y cada vez más en cadena nacional) sino del punto de visión del protagonista, es decir, viendo a cámara.
Contaba Manrique que, sentado en el presídium con sus colegas culturales, recibe del asistente de protocolo, en el momento cúspide del acto, el de la firma de acuerdos, una carpeta de muy bonito aspecto y que, al abrirla, oh sorpresa, contenía hojas en blanco. Ante el súbito estupor, voltea hacia el asistente con cara de interrogación a la que éste responde en voz muy baja: “El documento aún se está redactando. Es solo para el acto. Ya le haremos llegar el definitivo.” Recuerdo que Manrique dijo haber hecho, por lo menos, como que firmaba, lo que no recuerdo es si finalmente le hicieron llegar el documento, pero esto es irrelevante.
A decir del actor, palabras más, palabras menos, ésa era la pieza teatral más inaudita en la que había participado.

Con inicios de este tipo no es de extrañar que episodios similares (y nunca mejor utilizado el término episodio) se hayan venido sucediendo a lo largo de estos tres lustros, para el consumo, ya casi natural, de la ciudadanía, y, vaya casualidad, desarrollándose en paralelo con la industria del Reality Show televisivo en el mundo.

En el transcurso de la primera parte de este año 2015 se supo, por declaraciones de un colaborador cercano al equipo de producción de los largos programas Aló Presidente del fallecido Hugo Chávez, que para esas transmisiones desde haciendas en el llano o fábricas de cualquier índole, se preparaba el set, bien fuera a cielo abierto con ganado trasladado para ese fin (de semana) o bajo techo con vehículos en supuestas líneas de producción que jamás vieron una pieza atornillada en esta patria.
A tenor de esa revelación, una periodista de radio se preguntaba que cómo era posible que el presidente se dejara engañar de esa manera o si es que el presidente era parte del engaño a los televidentes. Dilema que se me antoja intrascendente porque desde el poder suele suceder que para que alguien pueda engañar necesita alguien que quiera ser engañado… dicho en corto: no hay inocentes.

Puntualmente recuerdo (y esto de primera mano) que para la inauguración de un hipermercado de la cadena del gobierno  en Plaza Venezuela en el centro de la ciudad de Caracas, fueron vaciados los otros mercados de menor tamaño de la cadena y trasladada la mercancía al nuevo a inaugurar. En televisión se veía un ambiente de prosperidad y abundancia que allí sigue en video para quien quiera recordar al día de hoy en que la escasez nos abruma. Ahora imagínense la sorpresa para los consumidores asiduos a los locales desalojados que fueron a hacer sus compras ese fin de semana. La sensación de vacío, en ese momento no lo sabían, venía de un futuro próximo… es el paisaje de hoy.

Desaparecido  el gran histrión, el histrión eterno, nuestro histrión padre, el barajo del elenco hace que la protagonización se atomice, mas la suma de talentos no alcanza al histrión galáctico. Lo que pudo haber sido una nueva historia “coral” medianamente exitosa se mantuvo con  el libreto desgastado, con actores de segunda en un teatro de arrabal que es en lo que han convertido a Venezuela.

A la derecha el Defensor de Pueblo
Vayamos al elenco. Tenemos ministros de diferentes carteras que declaran sobre cualquier cosa, excepto sobre su despacho. Los mejores son los que hacen de mimos, que si aparecen, no emiten ni una sola declaración. Un Defensor del Pueblo que interpreta el papel de independiente porque renunció al partido de gobierno un día antes de postularse al cargo. Este tiene dos papeles porque, una vez que se encienden los reflectores, actúa como Procurador General de la Nación… vaya talento. 
El curioso caso del “saltador de talanqueras” quien, no pudiendo ser alcalde, se postuló a diputado y ganó con votos de oposición. Al rato se cambió al oficialismo y sin entregar la curul ahora se postula como virgen a la reelección, como si fuera su primera vez, como si fuera oposición y con una campaña como si fuera para ser alcalde… competiría con el Defensor pero la interpretación del diputado está, como dicen, fuera de ritmo. 


Un presidente de la Asamblea Nacional que, ése sí, hace de todo y le da tiempo. Interpreta al Súper Agente 86 pinchando teléfonos para descubrir el pensamiento de incómodos que suelen publicar todo lo que dicen y piensan. Este diputado debe ser de los que preferían ver Doña Bárbara que leerla. Hace de Ministro de Defensa presentándose con el titular en ámbitos militares y no dejándolo hablar. Viaja y negocia compras como Ministro de Fomento o Economía, y, además de otros etcéteras, hace de juez y verdugo dando con un mazo en programa propio televisión que hace de Pedro Picapiedra todo un gentleman.

El propio presidente asume el papel de rebelde cuando declara que de ganar la oposición las elecciones de la Asamblea, él será el primero en tomar la calle y horas después en papel de institucionalista llama a firmar un pacto de reconocimiento de los resultados electorales siendo que es el gobierno quien pone presos, inhabilita y destituye a alcaldes y representantes electos por sufragio popular. Si me pregunta cuál de los dos es el verdadero, le respondo: ninguno, es buche y pluma, ya verán.
El Ministro del Poder Popular para Interior Justicia y Paz declara en un episodio acerca de cifras de criminalidad con los números en la mente, perdió la letra y fue tan lastimoso su parlamento que está optando por ser mimo. A su vez, los funcionarios de Seguridad Ciudadana declaran desde sus despachos ataviados con chalecos antibala… y así nos quieren transmitir confianza.

Si del atuendo hablamos, retorna el presidente de un viaje a la Cumbre de los Pueblos Indígenas en Bolivia donde lo vimos disfrazado de algo en la tarima principal, en clave de comparsa porque tanto Correa como Morales compartían el mismo modelo. Uno de los protocolos establecidos por el difunto presidente para el Socialismo del Siglo XXI es, a pruebas vistas, el “vestirse para la ocasión en ánimo de fiesta temática”.

La más reciente puesta en escena contó con locación, vestuario, utilería, set o plató como dicen los españoles y libreto, a saber:
Locación: Siderúrgica del Orinoco (SIDOR) en Ciudad Guayana, Venezuela.
Vestuario: Simulación de sidorista como corresponde al presidente obrero. Tocado de casco rojo con logotipo corporativo y camisa kaki (pero de marca) con logo y RIF, supongo.



Utilería: Hermosas bobinas de laminado en frío, cuidadosamente pulidas y que, siendo las únicas que existen en el país, están reservadas exclusivamente para esos actos televisivos. Quede dicho que éste es uno de los productos de mayor caída y cuya falta impide el envasado de alimentos ocasionando escasez en anaqueles.
Plató: El mismo espacio que en su momento ocupó el propio Hugo Chávez para, entre aplausos y vítores, decretar la nacionalización de esa empresa, acto que devino en la vergüenza productiva en que se ha convertido SIDOR. Paradójicamente se toma ese espacio para conmemorar aquel momento.

Libreto: extraño pero entendible. Extraño porque no se tocó ninguno de los temas críticos de SIDOR y los trabajadores que reclamaban se quedaron afuera y sin respuestas. Entendible porque estamos en trance electoral  y el dinerito siempre ayuda en las urnas. Se trató del anuncio de un aumento del sueldo mínimo en un 30% porque, según sus palabras, “Me dicen (?) que la inflación será como del 80%”… lo cual supone un raro contento matemático.

En un arrebato de sinceridad equivalente al actor que aún maquillado y vestido de época habla de sus problemas domésticos en los pasillos del teatro, Maduro declaró, días antes, que las elecciones parlamentarias de diciembre próximo serán las más difíciles para su partido desde el año 1998 y agregó que habiendo perdido al Comandante Eterno, todo se hacía más cuesta arriba. Tardó Maduro dos años en darse cuenta de que ganó la presidencia de vainita y de que Hugo Chávez está muerto… por lo menos ya sabemos que lo sabe.

Casualmente escuchaba ayer una de las magníficas entrevistas de la serie Los Imposibles del escritor y poeta Leonardo Padrón. Esta vez tenía a Luis Miquilena, anciano político venezolano que fungió de mentor de Hugo Chávez quien, mientras se quisieron, lo llamó su padre político. Miquilena, que lo conoció muy de cerca, define a Chávez como un farsante, adjetivo que utilizó en varias oportunidades durante la entrevista.
Y ciertamente, todo ha sido una gran farsa, abarcando todas las acepciones de la palabra, desde la teatralidad hasta el engaño. Pero creo que el telón está cayendo, 

                     poco a poco, es verdad…

                                                 pero está cayendo.


Nicolás Baselice Wierman.
@nbaselice en twitter
Instagram @nbaselice
Caracas, octubre 2015.



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