sábado, 1 de diciembre de 2012

Trauma Post Electoral o por dónde se une la unidad.



Como algunos sabrán, el 7 de octubre acabamos de pasar en Venezuela por un proceso electoral presidencial que dio como resultado la reelección del presidente Chávez ante la esperanza de la oposición política de sustituirlo por Henrique Capriles.

Esta derrota generó un trauma post electoral en las personas que adversan este gobierno que se manifiesta,  en una primera instancia, en un desgano para la participación en las próximas y casi inmediatas elecciones de gobernadores de estados el próximo 16 de diciembre.
Ese desgano ante un resultado que evidencia un crecimiento numérico, tanto absoluto como porcentual de los opositores al Gobierno, nos habla de las diferentes ópticas que conviven en ese nombre genérico de “Oposición”.



Traigo a cuento una situación que presencié en un colectivo con ruta desde una de las zonas de clase media acomodada hacia el centro de la ciudad de Caracas y que podría ilustrar una parte de esas diferentes ópticas.
Entre nosotros viajaba una señora de atuendo entre casual y deportivo de unos sesenta y tantos años bien administrados (posiblemente más), de hecho viajaba de pie y no aceptó asiento hasta que alguien, que llegó a su destino, dejó uno libre.


Esta señora hablaba de internet, “qué maravilla el Facebook, qué espectacular el tuiter…” y decía “se encuentra muy pocas o ninguna persona de mi edad en facebook y tuiter. El que no etá allí no está en nada…” en fin, se jactaba de lo actual que ella era no obstante su edad. En algún momento exclamó “yo no compro periódico… yo lo leo en internet” para luego agregar “bueno, yo nunca compré periódico”. La conversación, que ya tenía algunos interlocutores, inclusive del tipo de los que completan las frases, derivó, como todas las conversaciones en Venezuela desde hace ya más de diez años, en el hecho político.

Nuestra tuitera experta decía que la gente no había entendido porqué Capriles había reconocido esa derrota tan rápido, a lo que contestó uno de sus contertulios casuales, “Es que ya estaban saliendo los tanques de Miraflores (El Palacio de Gobierno donde por cierto no hay tanques) y no quiso derramamiento de sangre". De pronto ella agrega, “Y dígame, esa ley que quiere imponer por la enfermedad de que si muere lo debe sustituir su hermano o su hija…” a lo que un tercero agregó “Ese no se ha muerto por la brujería que le hacen en Cuba. Pero eso no es posible porque habría un golpe” y Ella, sin dejarse quitar el hilo conductor refutaba, “Es que aquí no hay un militar que tenga las que te conté (es decir, las bolas) para darlo, sólo les sirven para adornar el árbol de navidad”… otra voz dice ¡Un Pérez Jiménez! (nuestro anterior dictador hasta 1958) y Ella en control del hilo conductor, ¡Yo sí era Perezjimenista! (lo que, por cierto, le suma años) . Esta conversación fue mermando en la medida en que nuestra protagonista se iba quedando sin interlocutores y así llegó, en silencio, hasta la terminal cuando todos nos bajamos del bus.

 Esta señora que confiesa no haber comprado nunca periódicos, está deslumbrada por la inmediatez y universalidad del contacto cibernético, al grado de creer que en la pantallita está la “Verdad Revelada” y es capaz de creer todo lo que allí se chismea y más aún, rebotarlo. Bien le vendría comprar un periódico serio de vez en cuando y leer alguna opinión argumentada de más de 140 caracteres. Decir que “La gente no entendió porqué reconoció esa derrota” es pensar que ella es “La Gente” es decir “Todos”, en otras palabras es no reconocer la existencia del otro. Estar en contra de este gobierno y pretender salir de él con un miltar y por la fuerza es no entender que éso es lo que tenemos hoy en día. 


Decirse Perezjimenista, es reconocerse partidaria de una dictadura militar que, amén de la contradicción que supone oponerse a lo de hoy, es pensar que esa represión y aquellos muertos valieron los edificios y carreteras que nos dejaron… no estoy de acuerdo.





Esta señora, me atrevería a asegurarlo, no ha visto de cerca la pobreza de este país. Esos sitios, en la propia capital, que sólo tienen caminos de tierra donde cada lluvia, por corta que sea, genera serios inconvenientes. Sitios donde sacar un cadáver por muerte natural a la vía principal se convierte en una doble desgracia.
Ella, que según dijo, es capaz de pagar un pasaje a Australia para visitar a su hijo no podría entender que hay personas que por razones estructurales de nuestra sociedad, sólo tienen la opción de vivir del Estado y este gobierno se aprovecha de ello. Estas personas necesitan creer, y hoy lo más cerca que tienen de esa posibilidad es éste ya largo gobierno, al que respaldan con legítima e ingenua fe.


Señora, Capriles reconoció la derrota porque los votos estaban allí. Si en algo creció la oposición en estos años fue en organización y siempre supieron cómo era la situación durante el día de las elecciones. Desde nuestro espacio de confort, con techo y comida segura, con instrucción para tomar decisiones en torno a nuestra felicidad factible nos cuesta demasiado reconocer que la miseria existe y se viste de oportunidad, fe y esperanza.

Creo, como usted, que éste es el peor gobierno de los últimos 60 años en Venezuela, pero no es con chismes, rumores, inmediatez, sectarismo y más militares con lo que se corregirá. Como tampoco copiando la adoración casi mística del líder, que desafortunadamente nuestro derrotado candidato, ahora aspirante a reelección en la Gobernación de Miranda, copia tímidamente en su publicidad de campaña.


Además, cuando se habla de política y se mezcla con la brujería, pienso que se da un paso adelante y tres hacia atrás.



Nicolás Baselice Wierman.
Caracas, diciembre 2012.

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