martes, 26 de noviembre de 2013

Meet Joe Black... again.

Ayer domingo, día internacional de zapping, vi (de nuevo)” Meet Joe Black” con Brad Pitt y Anthony Hopkins. Titulada en español a manera de pregunta ¿Conoces a Joe Black? uno respondería ¡Claro que sí!, pero igual se queda allí viéndola. Primero esperando a que atropeyen a Pitt (aún sin nombre en ese momento) escena que pretendidamente dramática deviene en cómica por la sorpresa y los rebotes. Luego, para ver la reencarnación en Joe Black personaje que recuerda una mezcla cruzada de zombie o muerto viviente con extraterrestre que, amén de su desconocimiento de las vivencias humanas terrenales, se troca en un instante y por un instante, en fiscal de Hacienda para resolver el tema de la justicia ante la traición.

Para los que llegaron tarde, debo decir que la Muerte decide experimentar la Vida y para ello toma un cuerpo. Aleatoriamente agarra lo “mejorcito” que encuentra y allí está Brad Pitt  cruzando la calle y ¡Pum!... doble puntería porque, no sólo no lo pela con el súbito vehículo en la esquina, sino que con ese cuerpito se levanta a la más bonita, si no del pueblo (que luego sabemos que se trata de Manhattan), sí del elenco: Susan. Encarnada por Claire Forlani, de quien creo que se interpreta a sí misma porque linda es, eso no lo oculta maquillaje, pero es que ella debe ser así como vulnerable, medio insegura, profundamente romántica y con esa expresión en los ojos como esperando la frase decepcionante todo el tiempo. Sólo sus labios se parecen a la felicidad, allí constantemente coloreados con rojo mate. Pero esos labios son felicidad para el expectador.

Luego de 15 años viendo este film ahora estoy más cerca de la edad del Sr. Parrish (Anthony Hopkins) que de la de Black (de la que no estuve cerca ni en el estreno) Si bien se agradece verse representado con tanta elegancia y buena presencia por un señor como Hopkins que en ese grupo etario está siempre perfecto, me parece una desconsideración, por decir lo menos, presentar al  elegido por la Muerte como al anciano del reparto con escasos 65 años. Eso me pegó, tengo que reconocerlo sólo que el lapso de reclamo a Director y Productores ya caducó.
Un paréntesis. Acabo de descubrir que tal lapso existe, no sé cuánto dura pero en estos días se ha protestado universalmente por el asomo de postulación de Ben Afleck para el papel de Batman en el próximo capítulo de la saga.

Retomemos. El tiempo pega. La escena que otrora me arrugaba el corazón, porque la clasificación de drama romántico no es gratuito, ahora saca lágrimas (Qué pena con Susan) pero el gran descubrimiento es que Joe Black es… tra ta ta taaaa… eyaculador precoz. Y ésta es mi segunda venganza contra Brad Pitt (La primera es la risa cuando lo atropeyan).
A ver, la cosa es así: aunque la muerte no sabe de placeres terrenales a cualquiera le parpadean las convicciones (y en este caso las ignorancias) ante el cuerpito y los labios mate que matan de la Forlani, sí, de Susan. Es que hasta la Muerte sabe que ”es para  morirse”.


Este zombie que es Joe Black se deja (léase bien: se deja hacer el amor por Susan y descubre que es ”más sabroso que la mantequilla de maní”. Ella queda absolutamente gratificada, su cara lo dice. Pero es una gratificación etérea que brota de su enamoramiento romántico. O me van a decir que descubriendo el segundo placer más grato después de la mantequilla de maní a esa edad se comportó como el gran amante… ¡pues no! No me lo creo, no quiero.

Además, luego del performance ella le dice con ternura  “Fue como hacer el amor con alguien que lo hace por primera vez”… confirmado: ¡Eyaculador precoz!
Paralelamente parece que quisieran decir que el amor lo perdona todo, hasta esa precocidad... pero atención,  sólo hasta que ya no lo perdona más.

Así que ¡mosca! Si usted se parece a Brad Pitt, no se confíe, trate de no comportarse como Joe Black para que le rinda.
Feliz noche.

Nicolás Baselice Wierman.

Caracas, Octubre 2013.

sábado, 25 de mayo de 2013

Invencibilidad, invisibilidad e imbecilidad.

Surfista de la cresta al túnel
Cuando el candidato Chávez logró la Presidencia de Venezuela en los comicios del año 1998 sembró la semilla del mito de su condición de invencible. Estar en el momento justo y en el sitio exacto, lo convirtió en una suerte de surfista que contando con una buena ola queda de su parte el aprovechamiento de esa cresta y sus túneles. Así él, ya presidente, se agarró de la popularidad derivada de la antipolítica y surfeó en esa ola, con no poca destreza, mientras producía su propia legalidad, Constituyente mediante.


Las sucesivas elecciones de uno u otro tenor daban un baño de legitimidad al Neo Autoritarismo en ciernes que, visto desde la distancia, hacían potable el “Proceso de Cambios” proporcionándole una aceptación internacional envidiable.

El entonces Presidente se tomó el cuidado de preparar el terreno para cada elección legislando personalmente o por medio de “su” Asamblea Nacional, cambiando reglas concretas, postergando eventos, modificando lapsos y hasta la manera de contar votos. Para las elecciones parlamentarias del año 2010 se hizo diseñar, con el Consejo Nacional Electoral, un sistema de conteo con particulares pesos de diferentes circunscripciones que hicieron valer unos votos más que otros y por el cual el grupo que obtuvo el 52% de los sufragios terminó convertido en una surrealista minoría. Era tan exótico ese sistema que el propio Hugo Chávez no pudo explicar a una periodista internacional cómo se lograba la mayoría con menos votos y entrampado, trocó la respuesta en regaño público.
Valla que amenazaba con revancha
por el referéndum Constitucional perdido

El manido argumento de convocar 17 elecciones y perder sólo una, la del referendo por la reforma Constitucional, hacía crecer el mito de la invencibilidad porque hasta cuando perdía o no le gustaba el resultado, iba por revanchas incostitucionales como el segundo referendo a meses del primero o como cuando su partido perdió la Alcaldía Mayor de Caracas y se inventó la “Autoridad de qué se yo que cosa” por encima del Alcalde Mayor para alegría postelectoral de sus seguidores y frustración de sus detractores. Era el dueño de la pelota: si pierdo me la llevo.


Fue así como la Invencibilidad de Hugo Chávez se hizo profecía autocumplida que, ahora fallecido, será imposible contradecir, porque el Comandante nos la hizo: se retiró ganando.

Sinfonía en rojo.
Semejante personalidad fue imposible de soslayar, imposible de evadir, para bien o para mal, imposible de invisibilizar. Es por eso que la declaración del proclamado Nicolás Maduro en el sentido de que los medios lo ignoran, no le dan pantalla ni centimetraje, es la más franca confesión de que “Maduro no es Chávez” y más allá, que definitivamente hay herencias que no son hereditarias y válgame usted el pleonasmo.
Se asume el proclamado como víctima de la “Conspiración de la Invisibilidad”. Decir “Voy a tener que echarme una lata de pintura roja encima para que me tomen en cuenta” es una imagen medio idiotona porque, si lo piensa bien, una vez pintado todo de rojo quedaría mimetizado entre los uniformados de ese color de los que gusta rodearse y entonces sí pasaría desapercibido.

No sé si esa invisibilidad inoculada es un argumento para justificar las cadenas de radio y televisión que, la verdad sea dicha, dudo que hoy haya quien pida justificación de ello por el sinsentido que supone.
Ahora bien, cómo se puede ser víctima de semejante conspiración cuando se cuenta con prensa oficial, mucha de ella si no toda, de distribución gratuita, así como con circuitos de radio y radios “comunitarias” absolutamente plegadas al gobierno sin dejar atrás las estaciones de televisión de señál abierta, algunas de obligatoria inclusión en servicios de cable, cuya suma es groseramente desproporcionada, en contra de los cada vez menos, medios independientes. Pero hay más, la cobertura de actos oficiales, ruedas de prensa, sesiones de la Asamblea y reuniones de Gabinete, están restringidas a reporteros y medios amigos del Gobierno, por lo que si de invisibilidad hablamos será en clave onanística del tipo: Yo me invisibilizo a mí mismo conmigo.

De tal manera que la teoría conspirativa de la Invisibilidad es, más bien,  una imbecilidad. Y está bien, todos tenemos derecho a un deslíz e vez en cuando, a responder con elementalidad alguna vez por absurdo que resulte.

Lo que molesta es que cuando la imbecilidad se declara desde el púlpito del Poder o en cadena nacional de radio y televisión, supone el declarante que los demás somos todos suficientemente imbéciles para creerle.

Señor Maduro, no cuente con eso.

Nicolás Baselice Wierman.
Caracas, mayo 2013.

P.S. ¿Será que dijo invisible o invivible?

martes, 21 de mayo de 2013

Ingenuidad y prepotencia.


Este texto, escrito durante la semana de las exequias del Presidente Chávez,  quedó en el archivo por decisión propia. Parecía muy pesimista ante la sensación de brisa fresca que parecía soplar una vez desaparecido  “El Huracán” como gustaban decir sus seguidores y reconocer algunos de sus detractores.


Fue fácil tropezar con el archivo.
Tropiezo con este archivo justo un día después de la “presentación en sociedad” del CD que en el formato de “The Best of…” o “Los Grandes Exitos de…” resume track a track lo que todos sabíamos pero que como bonus track nos da la verdadera jerarquía de Mario Silva (VTV) en la “Cadena de Mando” cuyo eslabón de punta aparece como ultramarino. Si marcamos la aparición de este audio como límite de la fase que arrancó el 14 de abril postelecciones, entenderemos en retrospectiva cómo la ingenuidad pudo ser un pecado mortal, pecado que parece haber sido ya expiado hoy por la oposición venezolana.

A continuación el texto en cuestión.

Están en pleno desarrollo los funerales del presidente Chávez y lo que se oye en televisión es que el momento es propicio para el acercamiento y la ya manida reconciliación.
Pretender que la desaparición física del Presidente pueda ser interpretado por los dos sectores de la polarización venezolana como el momento de volver al cauce de la convivencia política me luce sumamente ilusorio. Es como pretender que ambos bandos asumieran a Hugo Chávez como el obstáculo para la convivencia y no es así.

Del lado de la oposición es esa la creencia, pero pretender que sus sucesores van a bajar el tono de la radicalización dada la ausencia es esperar mucho y como muestra los tres meses de “Gobierno” de Nicolás Maduro y, podríamos decir, de Diosdado Cabello. Igual de radicalizadores, igual de generadores de odios, pero con el bemol de la inautenticidad. Una amiga me hablaba de la respuesta de Maduro a la petición de clemencia de la hija de Simonovis, uno de los presos políticos más emblemáticos de Chávez, y la describía como actuada, temerosa, en fin, no auténtica.

Cerrada la memoria
Cuando existe la ideología cada líder en su turno busca la forma. Si no existe, entonces la forma es la idoelogía. Por eso Maduro copia… y copia mal.

Dos pecados que enfrentados son del mismo tenor: la ingenuidad y la prepotencia.

(Semana del 6 al 12 de marzo de 2013)

Nicolás Baselice Wierman.
Caracas, mayo 2013.

martes, 30 de abril de 2013

La prestidigitación del CNE


El ilusionista toma una pequeña pelotita, la muestra al público, la frota entre sus manos al tiempo que la oculta de la vista general, las cierra ambas en puño pero la izquierda deja el índice extendido y señalando la otra mano. Nos hace creer (literalmente conduce nuestra visión a la mano señalada) que en la cerrada está la pelotita y amenaza con hacerla desaparecer tras la aplicación de los “polvos mágicos” que están en su bolsillo y que los extrae con la otra mano. Así lo hace, espolvorea y abre la mano donde no hay nada… La pelotita, efectivamente, desapareció.

Se llama prestidigitación, habla de velocidad de dedos, de rápido movimiento de manos pero en el caso del ilusionista es apoyado con la distracción de la vista. De hecho al señalar con el índice esconde en esa misma mano el objeto a desaparecer y es al sacar los polvos mágicos cuando deja en su bolsillo la mentada pelotita. Nos engañó, nos divertimos, de hecho vamos a él para que nos divierta con sus engaños a menos de que creamos en magias y brujerías,  y eso sería otra historia.

En Venezuela luego de las elecciones del 14 de abril el Consejo Nacional Electoral (CNE) se nos ha revelado como un gran prestidigitador. Siempre se nos ha proclamado como los administradores del “Sistema Más Confiable De Mundo” y ciertamente una parte no despreciable del electorado no confía en ese sistema y, participando o no, termina hablando de fraude introspectivamente o a viva voz. Desafortunadamente nunca se ha podido llevar adelante un proceso legal en ese sentido fundamentalmente por falta de pruebas y no es que no existan sino que no contamos con la capacidad logística para recopilarlas.

Nuestro CNE siempre nos ha hecho ver que la votación manifestada en la máquina y validada con la emisión de un boleto de papel que hemos de introducir el la urna, caja o cofre, está “blindada” que es inviolable, inmodificable y que la auditoría parcial que se hace por sorteo posteriormente del 46% de esas cajas, no dará otro resultado que la concordancia de boletos introducidos con el conteo electrónico.


Hasta aquí todo eso es cierto. Aunque sé que la cibernética es la magia negra del siglo XXI y que resultados numéricos electrónicamente caculados serían de muy fácil alteración accediendo a la cadena del proceso de manera inalámbrica por caminos verdes virtuales (Pregúntele al Pentágono de las visitas inesperadas de polizones cibernéticos indeseables) también sé que la emisión del boleto de papel hace la garantía de la coherencia entre actas electrónicas y boletos contados.
Lo que pasa es que nuestro CNE en la tradición del ilusionismo descrito al principio nos pone a ver la máquina electoral que tiene en la mano derecha mientras en la otra mano tiene los polvos mágicos. La diferencia es que en este caso no vamos el día de las elecciones para que nos engañen y nos diviertan sino para expresarnos y a que nos respeten.

Para no hablar de los abusos que desde hace mucho tiempo hacen imposible una campaña electoral equilibrada en Venezuela gracias a la maldita reeleción que pone al gobernante de turno a competir contra la minusvalía de recursos y derechos de cualquier ciudadano que pretenda el poder, decía que para no hablar de eso ya trillado enfoquémonos en el momento de la votación.

El método de los fallecidos y la suplantación de identidad, sobre todo de abstencionistas consuetudinarios, cuya arma “homicida” son los cuadernos electorales se ejecuta justo inmediatamente antes de la “máquina inviolable”. La información de los fallecidos que el CNE y por ende Gobierno y partido, que son una y la misma cosa, conocen, les permite producir documentos a partidarios que les haga posible votar por esos fallecidos y al propio tiempo hacerlo con los “cupos” de los abstencionistas consuetudinarios que por esa misma condición, nunca se enterarán de que hay personas que usurpan sus identidades y votan por ellos.

También están las llamadas Mesas de Migración, que es algo así como Mesas de Votación por nómina. En estas mesas el Gobierno siempre alcanza votaciones de más del 90% en zonas de estadísticas diferentes.

Pero el llamado “Voto Asistido” da ternura. Es el acompañamiento de votantes por alguien que lo ayude a votar (¿decidir?) por alguna supuesta minusvalía. Esta se convirtió, a través de varios procesos, en una práctica descaradamente perversa mediante la cual hubo mesas en las que una misma persona “asistía” a más de veinte electores. Insisto, todo esto sucede justo antes de la inviolable máquina electrónica.


Y por último están las acciones que yo llamo desesperadas porque son de obvia exposición pública que configuran, más que delitos electorales, actos de delincuencia común. Estas aparecen en las dos últimas horas del proceso de votación. Esa ampliación del horario decidida por el CNE hace dos elecciones que, sin mayor explicación, alargó de las 4:00 hasta las 6:00 de la tarde el horario hábil, permite que, sabiendo el estado de los resultados en tiempo real por cualquier método normal como las encuestas a boca de urna y, en nuestro caso, por esa suerte de lista-nómina, se busque y traslade aún contra su voluntad, a electores que a esa hora podrían haber decidido no votar.
También en esas dos horas (en esta oportunidad) se produjeron, más que amedrentamientos, el despojo de documentos de identidad a punta de pistola en colas para votar en mesas de tradición opositora. Además del desalojo, también a mano armada, de testigos opositores en mesas donde los resultados podrían resultar adversos al Gobierno, en la lógica de que si no hay testigos de un lado se puede reeditar el cuartorrepublicanismo tan manido por el Gobierno del Acta Mata Votos (ahora electrónicos).

Con diferencias de votación muy altas resulta poco efectivo hacer reclamos de transparencia porque la cantidad (votos) siempre podrán menospreciar y hasta ignorar la calidad (fraude). Por eso la inmediatez, que a mi parecer es sensatez, del reconocimiento temprano de la derrota de los candidatos Rosales y Capriles en su momento. Pero con una diferencia de menos de 2% el reclamo, no sólo es posible, sino que prosperando o no, siempre será ganancia política. En la auditoría solicitada, que no reconteo, donde se incluyeran los cuadernos electorales, se pondrían al descubierto con nombres y números los polvos mágicos que el CNE riega sobre la máquina en el proceso de votación que diseñaron para la reelección perfecta.

Sabemos hoy que no habrá auditoría que incluya los cuadernitos, ya el CNE sabe que quedará en entredicho. El paso siguiente será la impugnación ante el Tribunal Supremo de Justicia. ¿Se arriesgará el TSJ a caer en el mismo plano de CNE ante los ojos de propios y extraños? Particularmente creo que sí. Están allí y creen que impunemente para toda la vida… allá ellos.
Queda demostrado que una avalancha de votos, es decir el voto masivo de la opción que en la realidad sea la mayoría, impide al final y pone en evidencia al principio, cualquier intento de voltear la decisión de esa mayoría.

Actitudes derrotistas del tipo: "para qué votar si se van a robar la elección", sólo hacen posible que el CNE pueda mantener su acto de prestidigitación con las máquinas en la mano derecha y sus polvos mágicos en la izquierda. 

La participación masiva permitirá, como hoy se ve posible, que nos levantemos de entre el público y le gritemos que abra las dos manos y descubrirle así el truco al ya viejo prestidigitador que por no retirarse a tiempo muestra su decadencia.

Nicolás Baselice Wierman.
Caracas, abril 2013.

sábado, 13 de abril de 2013

Fascismo sin Fascistas


Escuchaba una de estas mañanas en la radio una entrevista a dos de nuestros humoristas. Él de teatro y televisión, actor y guionista. Ella caricaturista de uno de nuestro diarios impresos más antiguos, si no el más antiguo. Ambos, en tanto personajes públicos que trabajan con la actualidad, son generadores de opinión. En este momento un buen número de personas como ellos están siendo acosados por grupos identificados con el Gobierno Nacional y su corriente política. El acoso en cuestión es a través de llamadas telefónicas, mensajes de texto, correos electrónicos en forma masiva y a toda hora tras la publicación de sus números y direcciones, violando la intimidad e invitando a sus adeptos a hacer semejante cosa. Disuación forzosa, terrorismo, amedrentamiento… califíquelo usted.

Rayma Suprani, que es como se llama nuestra caricaturista de la entrevista, dijo una frase interesante: “no hay fascistas”, y agregaba, “después de la Segunda Guerra Mundial no encuentras un fascista en ninguna parte”, y es cierto nadie se asume como tal.
La palabra fascista se convirtió después de la guerra en una mala palabra, de hecho se utiliza como insulto y descalificación política, pero qué curioso, siempre el fascista es el otro.

En 1967, a escasos 22 años del fin de la Segunda Guerra Mundial, en el Cubberley High School de Palo Alto, California en los Estados Unidos se llevó a cabo un experimento dirigido por el profesor Ron Jones. El experimento denominado LA Tercera Ola en dinámica de taller perseguía la conformación de una sociedad autocrática "a escala" y a partir de ella explicar el desarrollo del fascismo en Alemania. Como todo comienzo de curso generó entusiasmo, indiferencias y antipatías con respecto al tema y la dinámica planteada. Entre los rechazos resaltaba el argumento según el cual no tenía mucho sentido hacerlo porque era claro que el fascismo estaba  
abolido y no era posible que se repitiera semejante 
absurdo histórico.
A partir de conceptos como disciplina, verticalidad, superioridad y reconocimiento, en apenas una semana se conformó un grupo de legítima factura fascista, ciegos ante la orden superior  y ya fuera de control de su líder. Se había perdido la frontera entre la realidad y el experimento.

Esta anécdota, si es que se puede llamar así, dio pie a una novela de título La Ola, pasó a ser un musical y más recientemente se convitió en película, que por ser de producción alemana, se conoció como Die Welle. Por cierto en Venezuela se hizo obra de teatro con la adaptación y montaje del grupo Skena desde el año 2010.
Si bien es cierto que el desenlace de la historia real no es fatal y sangriento como la obra de ficción que la cuenta, también es verdad la posibilidad de que así lo fuera en vista del descontrol  y fanatismo alcanzado en el experimento  según dicen sus protagonistas originales.Se dieron cuenta entonces de que el fascismo 
como que no estaba tan abolido.

En Venezuela, desde hace casi tres lustros, la palabra fascista se viene utilizando con mucha frecuencia. Los seguidores del Gobierno usan el apelativo contra los grupos políticos que ellos llaman de derecha de una manera casi clásica y de simplificación maniquea. Pero los que se autoproclaman como de izquierda y desde el Gobierno son los que usan las formas del fascismo en sus actuares públicos.

El caso de acoso comentado al principio, ejercido desde el anonimato y certeza de impunidad, la prohibición de presentar una obra en formato de monólogo de una actriz venezolana en un hotel manejado por el Gobierno Nacional llegando al extremo de ni siquiera permitir el alojamiento de la actriz en calidad de huesped por no estar de acuerdo con el Gobierno, el asalto de encapuchados con bombas lacrimógenas, autoidentificados como seguidores de la política oficialista, en el Aula Magna de la Universidad Central de Venezuela donde se reunían más de dos mil personas para presenciar, justamente, el monólogo de la actriz en cuestión son hechos de clara inspiración fascista.



Es curioso que un gobierno que se jacta de ser inclusivo, que ha eliminado la palabra Conserje porque “es sinónimo de esclavo” , que por decreto prohibe la utilización del  calificativo descriptivo Negro  para personas de ese color y debe ser sustituido por el eufemismo “afrodescendiente”, que es capaz de ordenar la exhibición de un cartel de 80 por 50 cm. en los sitios públicos que reza algo como “está prohibida la prohibición de negar entrada a gente de color”, es curioso decía, que ese mismo Gobierno genere sus propios Ghettos. Hoteles y salas donde te puedes alojar o presentar sólo si piensas como el Gobierno quiere. Empresas de Estado en la que puedes trabajar, sí y sólo sí te pliegas a la línea de pensamiento oficial. Hasta la estética de los actos oficiales es de inspiración fascista. Casi de orden cerrado, uniforme y brazaletes.
Esta contradicción me luce ingenua. Si ciertamente la acción en sí misma es consciente, al no reconocerse como facistas me hace pensar que en conjunto conforman los instintos básicos del que, aún siéndolo, no sabe que lo es. ¿Algo así como un fascista intuitivo?

Ya son muchos años de esta manera de hacer política en Venezuela: discriminación, división, disuación política por la fuerza, el exacerbado “rojo rojito” que en su versión uniforme, hace de sus seguidores una suerte de ejército de ocupación que atemoriza. Similares síntomas se veían en las calles de la Italia de Mussolini, de la España de Franco y de la Alemania Nazi y hoy conocemos el devenir de esas historias.

Sarcasmo puro
Mañana 14 de abril volvemos a las urnas electorales que, después del 7 de octubre, tiene sabor a segunda vuelta. Si nos ajustamos a las declaraciones en primera persona, como dijo Rayma: "los fascistas no existen"… pero la evidencia dice que el Fascismo está vivo y parece contagioso.

En eso pienso hoy antes de votar mañana.

Nicolás Baselice Wierman.
Caracas, abril 2013.








viernes, 29 de marzo de 2013

Te doy mi palabra.

Palabra por palabra, para ti y desde ti.


Lo nuestro ha sido como los matrimonios arreglados desde la infancia que aún hoy persisten en algunas culturas. Mi abuela se jactaba de haberme enseñado a leer desde los cinco años y mostraba un papelito donde yo le había copiado la letra completa de El Relicario, canción que cantaba, según ella, Pedrito Rico, una suerte de Boy George español de la época del blanco y negro. No tengo conciencia en la memoria de ello pero hay un documento que lo certifica… el papelito. Y desde entonces supe que, de solo oirte, podía dibujarte.




Lo cierto es que, como todo enamoramiento serio, creció desde la admiración y se expresa con respeto y complicidad.

A través de los años y desde la irrupción de las hormonas te utilicé para atraer o despedir mujeres que creí amar sin darme cuenta de que siempre estabas tú, y a través de ti la cosa prosperaba o no. Me recuerdo entre lágrimas, viendo a una de ellas que se largaba y vaciando un closet dijo “estos álbuNes son míos”… Esos “álbuNes” con esa sonora N puesta en evidencia por el plural, trocó el guayabo en decepción, secó las lágrimas y se convirtió en Nada que, por cierto, sí se escribe con N.

Y la vida continuó, y tú siempre presente, aunque ellas estuvieran, en esos aires adúlteros, pero sobre todo, llenando esos vacíos en los que ellas, las otras, no estaban.
Aprendí a quererte con tus contradicciones internas que las tienes como toda hembra que se respete. Me encanta cómo te debates en esas voces indígenas tan de moda en estos tiempos: Waraira Repano, Wayu, Warao, escritas con esa “W” nuestra tan foránea pero tan endógena. Esa “W” que usada en esos nombres, y valga la paradoja, es de pronunciación sajona perfecta entre nosotros.

Siempre generosa nos inventaste la letra eñe, para que la usáramos sonoramente y con efusividad cuando se hiciera necesario. Nos la diste de regalo con ese moño hermoso en la cabeza, de nombre tan castizo que malagradecidamente nadie recuerda.

Todos te usan, pero hoy pocos te respetan al grado de que muchos te atropellan, te abusan. Y qué decir de los que te convierten en mentira para engañar mayorías.
Hoy quiero que te quieran y a la fecha me he convertido en un defensor de tu integridad. En el metro oigo a los liceístas quienes de haberlo sabido “fuéramos venido antes”. Como viejito entrometido los corrijo y les explico que hablar mal es como hacerlo con la boca llena. Los rechazarán en la entrevista de trabajo así como tampoco les aceptarán la siguiente cita amorosa y nunca se enterarán porqué.

Contra los bancos, la cibernética y el snobismo de siempre tenemos que frenar innecesarios verbos como aperturar o accesar. Es duro pero cuando les digo que tendremos, más temprano que tarde, que aceptar aperturamentamientos y accesamentares, entienden que eres bella y no necesitas de cirugías con mala praxis.

El momento político nacional ha hecho de la nuestra, una relación de amor militante, comprometido. Yo que no soy político profesional y que ya no estoy, aunque quisiera, para marchas de protesta “sin retorno”, busco mi terreno de resistencia y lo encuentro en  ti, la palabra. Pido en público no repetir las que el poder mal usa con carga deformadora y alienante como escuálido, pírrico, o esos femeninos demagógicos engordadores que implotan tu hermoso cuerpo; ni el estribillo coral de palabras que a gritos las vacían de contenido como socialismo, izquierda, democracia o libertad. En la tradición de Orwell, el poder siempre trató de hacerte instrumento de dominación y convertirte en neolengua “el único idioma que no sólo no crece sino que se acorta” que limita el pensamiento. Por eso, parafraseando al poeta, hoy la lengua es nuestro único lecho.

Hay veces que en delirios imaginativos te veo reinando como cuando le quito la imagen a la televisión y, oh sorpresa, casi invento la radio. Eres tan comienzo y final que contigo se puede cantar a la vida o despedirse de ella. Eso me lo contó el suicida por cierto.

Sin ti los conversadores de la Mastretta no existirían, tampoco los experimentos juguetones de Rayuela, ¡Ave Cortázar!, ni habría cómo contar el realismo mágico tan preñado de mariposas amarillas. No tendríamos la cotidianidad divertida de @CorreodelGuaire donde navega el Chunior de Emilio. Todos dan cuenta de tu omnipresencia y te aman a su manera. Pero yo, como amante clásico de poema barato, soy el que más te ama.

Y no sé si te amo por solidaria, sería una razón más, porque siempre estuviste allí. Me acompañaste a despedir a papá “dejando correr sus cenizas en el río” a bienvenir a mi nieta, la primera descendencia mujer en años que trajo en la piel “un rosado tal que hubo que agregarlo a la paleta porque nació ese día con ella” y a desear enamorado “una casa sin rejas donde se perpetre con impunidad el delito de sus piernas”… Por eso, ante la trillada elocuencia de una imagen versus las mil palabras, siempre escogeré las palabras porque con ellas, ordenándolas de diferente manera, cambiando de sitio comas y puntos e intercambiando sustantivos podría describir muchas, muchas otras imágenes. De hecho, hoy en día hay místicos cibernéticoposmodernos que creen que se puede tumbar gobiernos con sólo 140 caracteres.

Acariciarte en mis escribires y saberte al borde del climax va siendo mi mejor experiencia de vida.

Siempre en ti,

                    Nicolás, tu otro amante.

PD: ¡Ah! y la prueba es que esta carta, hasta aquí, solo tiene 929 palabras.


Nicolás Baselice Wierman.
@nbaselice en twitter
Instagram @nbaselice
Marzo 2013.

viernes, 22 de marzo de 2013

Microanomia




Anoche me topé en el metro con una niña de unos 20 años, bella, como se es a esa edad, por obligación. Iba ella con audífonos Ipod, teléfono inteligente, pantalones muy cortos para dejar constancia de que ella está consciente de la calidad de las piernas que la sostienen. Colgaba de su hombro un bolso del que salía medio cuerpo de un perro de pelos cenizos con algunos adornos en la cabeza y, que a vuelo de ojo, debe gastar más en peluquería que su dueña. Entró, decidió viajar de pie y como ruleta en día de suerte, decidió hacerlo justo a mi lado, con el bolso ¿viendo hacia dónde?... hacia mí.

Yo leía y en cada arrancada del tren el perro pendulaba en su bolso, y yo lo calculaba para darle con las 250 páginas de mi libro si pasaba la línea que yo había trazado en la virtualidad que nos separaba.  Ella debió haber notado mis intenciones y desagrado desde su ensayada indiferencia porque como si estuviera viendo la línea, protegía al animalito de la potencial contundencia literaria.

Seguramente, se veía a sí misma como la estereotipada neoyorkina que pasea su perrito de la manera más exótica que puede Manhatan abajo. Finalmente se bajó en una de las estaciones que, desde mi prejuicio, la acreditan de todo lo dicho.

Estoy seguro de que de ser un día laborable (era sábado) y ella estuviera vestidita para su jornada y coincidiera en el vagón con algún sujeto con vallenato en su celular a todo volumen o comiéndose una empanadita frita (que los he visto), diría cosas como “este mono balurdo” (así como negro palurdo en otros castellanos) o “asqueroso” al de la empanadita. Jamás se reconocería como igual a ellos, que lo es, ni como habitantes del mismo espacio que los nivela, el de la infracción contra la convivencia.

Ya domingo en la mañana voy a buscar los periódicos.  Vivo en el último piso de un edificio de 17. Cuatro apartamentos por planta. Al salir siento el crackear de lo que constato como pequeños fragmentos de vidrio por los restos más grandes esparcidos por todas partes. Al mismo tiempo mis zapatos registran una atracción extra a la de la gravedad.  El contraluz de la mañana dibuja en el piso para mí el contorno, amplio por cierto, de la causa. Temprano debió ser líquido pero ya a esta hora había trocado en mancha gruesa y pastosa de textura propia. Todo esto custodiado por una lata de cerveza vacía pero firme y arrinconada como torre de ajedrez.

¿Qué pasó?. Especulemos… dos bebidosbebiendo, uno deja caer su trago, el otro apura su cerveza, la coloca con cuidado en el piso donde, como buen borracho, cree que no se nota. Medio arriman un poco los vidrios rotos, llega el ascensor, esquivan el charco como pueden, abordan la cabina y abandonan la “escena del crimen”.

Sólo cuatro apartamentos por planta y siendo el último piso, nadie sube hasta allí a menos que venga a alguna de nuestras casas. Yo estuve solo este fin de semana, quedan tres sospechosos. Si el mundo fuera como dice el lugar común, un pañuelito, diría que fueron la niña del perro en el tren y sus invitados.



Mientras no estemos listos para la convivencia ciudadana no seremos sino habitantes, un accidente geográfico, pero nunca ciudadanos. Seguiremos siendo llamados Pueblo por nuestros dirigentes políticos. Y así adocenados, considerados Masa y tratados como tal en la esperanza de que respondamos a coro como Borregos.


 Por lo pronto decidí limpiar el pegoste y recoger los vidrios. Llamé a la puerta de mis vecinos, les conté lo que estaba haciendo y lo que había encontrado, sin reclamos ni acusaciones. Cada uno sabrá qué hacer con la información.

Si la solución les parece muy civilizada y tolerante les diré que el primer impulso fue  de "perro loco en Manhattan", romper otros envases de vidrio y regarlos de miel por todo el pasillo exacerbando la anarquía.
No sé si me explico.



Nicolás Baselice Wierman.
@nbaselice en twitter
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Marzo 2013.




Ilustarción de Ralph Steadman de perros locos en Manhattan 


*Para la psicología y la sociología, la anomia es un estado que surge cuando las reglas sociales se han degradado o directamente se han eliminado y ya no son respetadas por los integrantes de una comunidad.



sábado, 9 de marzo de 2013

Capricho, nostalgia, improvisación y desarticulación. ¿Quién toma el testigo?


Si algunas caracerísticas constantes tuvo el Gobierno del presidente Chávez fueron la nostalgia, la improvisación y la desarticulación y todas desde una atmósfera de capricho incontestable. Sólo el vértigo de la sucesión de eventos políticos en estos quince años difuminaban rápidamente ante la vista (y la memoria) esa condición.

Ver al Presidente en cadena nacional de radio y televisión trazando líneas de colores sobre un mapa mientras decía algo como “Yo creo que desde aquí hasta aquí puede haber un desarrollo habitacional que se apoye en este centro productivo que estará en este lado y que se convertirá en un polo, mejor dicho, en un Gran Polo Industrial…”,y eso se convertía de inmediato en un proyecto, no una idea, un proyecto, con asignación de recursos económicos y todo, que a la vuelta de poco tiempo se convertía en la famosa “Primera Piedra”y hasta allí llegaba. Fueron así las historias de la improvisación y desarticulación tantas veces repetida “en vivo y en directo” y otras contadas de su propia boca, aunque en diferido, como el cuento del caballito del escudo nacional, éste más emparentado con el capricho.

O la historia de que mientras pasaba en su caravana presidencial al lado de un gran edificio (ciertamenete una mole cerrada) por cierto a pocas cuadras del palacio de gobierno, y quiso saber qué cosa era eso. La respuesta “Un Centro Comercial por inaugurar, Comandante” le pareció terrible y lanzó su reiterado “Exprópiese” y el decreto tardó sólo horas en aparecer  mientras los afectados aparecieron de inmediato. Hoy, unos años después, la gran mole pasó de un imaginado centro de estudios o alojamiento de economía popular informal hasta concretarse en refugio militarizado de damnificados por las lluvias, testigo de historias ciertamente abyectas de soterrados delitos. Si el Presidente en el momento de ese descubrimiento hubiera girado el cuello al otro lado hubiera visto la Torre David, ya en ese momento más peligrosa que la mole por expropiar. Pero eso sería otra historia y definitivamente otro tema. De nuevo capricho e improvisación pero además, desarticulación porque las últimas informaciones hablan de la posible devolución de la mole a sus dueños legítimos… en fin.

Pero es la nostalgia a lo que yo más temía porque, además, podía adivinarla cuando aparecía en su mente-verbo. Escucharlo en ese trance era como ver Tiburón cuando la banda sonora anunciaba la aparición del animalito. En el discurso del Presidente al aparecer la nostalgia le cambiaba las formas y el ritmo de las palabras. En ese instante, el espectador sabía que venía el animalito. Abría el puño, desaparecía el índice acusador y se convertía en un dedo gregario que junto a sus otros cuatro congéneres hacía una palma que se podía mover con suavidad de izquierda a derecha, en plano o con ondulaciones pero insisto, suavemente. Los pliegues de severidad del rostro ya no estaban, en su lugar posiblemente una ceja levantada, una semi sonrisa indescifrable y, eso sí, los ojos entrecerrados. Y entonces el cambio de ritmo del discurso, la alteración de las palabras, el alargamiento de vocales se convertía en el propio Tum, Tum, Tum, Tum… de su Tiburón particular, el sound track de su nostalgia.

Decía por ejemplo, “imagínense ese ríiiiiiioo, con casiiiitas a lado y laaaaaado con mi pueblo sembraaando… como cuando yo me trepaba a las matas de topooooocho…” y la mano extendida que virtualmente se desplazaba por encima del río. De ese trance nacieron, la Ruta de la empanada, la Universidad en Miraflores, los gallineros verticales,  los sembradíos urbanos, el eje Orinoco-Apure y dejo aquí abierto para que usted coloque sus etcéteras.

Si alguna historia es, para mí, representativa de lo dicho arriba es la del diseño del nuevo cono monetario venezolano necesario por el proyecto de Reconversión Monetaria que a partir de enero de 2008 entró en vigencia y en el que se trabajó desde varios años antes.

Recuerdo al Presidente en una de sus cadenas de radio y televisión hablando del tema, cuando aún era una posibilidad apenas, y en evidente trance nostálgico y decía: “Así podremos de nuevo ir a la bodeeeega, ¿Recuerdan las bodegas?, y deciiir dame una locha de café. Ah las loooochas, tendremos de nuevo las loooochas, ¿Se acuerdan de las lochas?”.

Para los que nos sintonizaron tarde, la locha era una moneda fracción de la unidad monetaria, heredada de finales de 1800. Aunque el nombre oficial de la moneda pasó de peso venezolano a venezolano a secas hasta llegar a la unidad bolívar decretada en 1879, también es verdad que popularmente se le llamaba a la unidad “Real” cuyo valor era la mitad del bolívar decretado. Ese “Real” estaba dividido en mitades llamadas, lógicamente, “Medios” y en cuartos llamados “cuartillos”. Estos cuartillos eran las lochas de la nostalgia en el siglo XXI. De allí esta cosa tan venezolana de llamar “Medio” y “mediecito” (por su tamañito) a la fracción que realmente hoy es la cuarta parte. Al aparecer el bolívar como unidad, presumo que por cuestiones 
cambiarias en las que los venezolanos de hoy somos casi expertos, 
ese bolívar tenía el valor de dos reales devaluados, la antigua unidad.


Los abuelos que vivieron casi todo el siglo XX hablaban aún de dos reales y medio para decir un bolívar con 25 céntimos, decían cinco reales cuando algo costaba dos bolívares con 50 céntimos.
He aquí que entonces las fracciones “medio” pasaron a ser 0.25 es decir cuartos de la unidad y el “cuartillo” era ahora 0.125 o sea un octavo de la unidad. De esto sale un refrán muy elocuente que se refiere a lo inacabado, incompleto, a medio hacer que reza “Déjalo así en real y medio y cuartillo” o sea, a un cuartillo de completar el bolívar, dicho de otra manera a una locha del bolívar.
 
Volvamos entonces a la Reconversión Monetaria decretada en marzo de 2007, que consistía en dividir entre mil los valores existentes. Dicho fácil, eliminar tres ceros de la derecha a las cifras en dinero para obtener el nuevo valor. Parece fácil pero trajo confusiones como la del joven que lanzaba a la autopista las monedas de 5 bolívares viejos de sus propinas porque él creía que no servían o la de mi padre que le coincidió la senilidad con la transición monetaria y de allí en adelante perdió otro tema de conversación.

Una suerte de leyenda urbana se desarrolló puertas adentro del Banco Central de Venezuela según la cual, la persona encargada de firmar la aprobación del cono monetario, se negaba a hacerlo mientras mantuvieran la locha incorporada. La locha, esa octava parte de la unidad, no tenía en la actualidad mayor sentido ni matemático, ni cambiario, ni de valor… Ah, pero el Presidente en aquel trance nostálgico la había mencionado y así se hizo “decreto”. Cuenta esa leyenda que el hombre renunció a su cargo… llegó otro que firmó… y he allí la locha, flamante y evocadora hasta en su clásico diseño, como vintage de siglo XXI.
Créalo o no, pero como los cuentos de mi hijo, “Si non e vero e bien trovato”.

Era esa locha de la Reconversión tan complaciente como absurda. Complaciente ya sabemos porqué. Y absurda por lo siguiente. En las piezas de divulgación educativa en los medios en general decían así: “Tome la cifra a considerar en valores de la vieja moneda, divídala entre mil y el resultado será el valor en bolívares fuertes” (que así se le llamó temporalmente la nueva denominación mientras la transición) y seguía “…si el resultado le arroja más de dos decimales, elimine el tercero y redondee el segundo, hacia arriba si es 5 o mayor que 5 o no lo altere si es menor que 5. Un ejemplo, si tiene 2mil 625 bolívares viejos y los divide entre mil obtendrá 2 bolívares fuertes con 625 céntimos. El tercer decimal 5 desaparece y convierte el 2 en 3 al redondear hacia arriba y la cifra final en bolívares fuertes será Bf 2 con 63 céntimos."

                                           (Bs. 2.625/1.000=Bf. 2,625 y redondeando Bf. 2,63 listo)

Bueno, ya el instructivo desechaba las cifras con tres decimales, indicaba un artificio para salir del tercer decimal incómodo, pero nos entregaba una moneda de tres decimales en el nuevo cono, con el valor de Bf. 0,125… ¿Es o no absurdo?, ¿Está o no bien renunciado si así lo hubiere hecho?

Cuando era pequeño, había un panadero de motocicleta con caja lateral de tres ruedas, que en las tardes pasaba por casa y llevaba entre otras cosas, pan dulce pequeño y caliente. Las llamaba tunjitas y las vendía a centavo, es decir, a cinco por medio. El hombre aquél, generoso, hoy lo sé, nos daba tres tunjitas si lo que teníamos era un locha. Nos correspondería dos y media y hoy nos darían sólo dos. Él, portugués y generoso, nosotros niños, pícaros y venezolanos, lo esperábamos con lochas y cada dos lochas (por separado) conseguíamos seis tunjitas…  Así éramos, así somos.

Si con la locha nueva, octava parte del bolívar fuerte, hacemos un depósito cada vez, cada ocho depósitos tendremos en nuestra cuenta, no 1 bolívar, sino 1,04 bolívares. Esto es así porque el 0,125 del depósito deberá redondearse a 0,13 y eso multiplicado por 8 será Bf. 1,04. Una ganancia del 4% inmediato. Estoy seguro de que un buen capitalista perverso podría haberle encontrado la vuelta a esta condición generada por la complaciente y aduladora reaparición de nuestra caprichosa y nostálgica locha.

Antes de ayer decidieron prolongar el velatorio del presidente Chávez por siete días más, también, de pronto, decidieron embalsamar su cuerpo para su exhibición permanente. Ayer se juramentó su heredero político Nicolás Maduro como Presidente Encargado entre apoyos y rechazos, y esa condición será tan temporal como determine el Consejo Nacional Electoral. No tenemos mucho para prever en la Constitución. Sólo pasará lo que pase. Los funerales han sido un exceso de nostalgia, improvisación y capricho. ¿Es acaso éste el  último delirio del Presidente?



Después de Chávez, el ilusionista del capricho, la nostalgia, la improvisación y la desarticulación,

¿Quién toma el testigo?





 Nicolás Baselice Wierman.

Caracas, marzo 2013.

miércoles, 6 de marzo de 2013

¿Y después del Mago de Oz qué?


El hombre de paja reclama su cerebro y el mago le dice que ése es un deseo básico y vulgar “de donde vengo todos tienen cerebro pero existen las universidades donde se convierten en pensadores, inventores y eruditos. Pero tienen algo que tú no tienes… ¡un título!... ¡Yo te lo doy!”. Y listo.

El león no quiere ser miedoso y reclama Valor, a lo que el mago respone diciéndole que “los héroes, de donde vengo, lo parecen porque pasean sus galas con frecuencia. Pero  tienen algo que tú no tienes y yo te la doy… ¡Una medalla al valor!”... listo.

El hombre de hojalata pide tener corazón, quiere sentir. El mago le sugiere: “Mejor no tenerlo, son muy fáciles de romper. En mi país están los filántropos que tienen el corazón del mismo tamaño promedio de todos, pero si insistes, toma” y le da un corazón que “hasta late” (suena tic, tac…) Pero eso sí, le dice,Recuerda que un corazón no se juzga por cuánto ames sino por cuánto te quieran tus semejantes.”

A todas éstas, el Mago de Oz, antes, al ser descubierto había confesado ser un farsante pero “no soy malo, soy un hombre muy bueno pero la verdad, un mal mago.”

La muerte del presidente Chávez trajo a mi memoria el final de este cuento. Pienso que en mucho, fue un hombre de buenas intenciones pero un muy mal “Mago”. Y eso se podría medir por sus ejecuciones. Dividiendo para vencer, destruyendo para construir, arrebatando parar repartir, argumentando desde el resentimiento que, y es lo que me pareció siempre, él entendía como justicia. ¿Que era para favorecer a los más vulnerables? Digamos que sí, pero generando otra categoría de marginados, desasistidos y perseguidos.

El populismo, que aunque para algunos suene a mala palabra, es un recurso lleno de buenas intenciones  del que se echa mano cuando por incapacidad no hay mejores herramientas o por la urgencia de resultados y en todo caso sin visión de historia. Ésto usualmente no es sustentable en el tiempo, no hay riqueza que lo soporte, sobre todo cuando se torna en mero asistencialismo y luce como virtud.

El Mago de marras, del cuento de Lyman Frank Baum, cuando le da al hombre de paja su título, “porque cerebro tenemos todos”, enuncia un igualitarismo engañoso propio de la izquierda primigenia. Como ejemplo las universidades y carreras creadas en Venezuela con premura, bajo el gobierno del presidente Chávez, en las que se titulan profesionales con el criterio de la cantidad predominando sobre la calidad. Que si bien sirve para las estadísticas, no estoy tan seguro de que sirva para la insersión de profesionales en este demandante mundo ya globalizado. Se pone por encima del contenido la forma y la prisa. Y me pregunto: ¿Populismo, magia mala?… en fin.

Y al final, si damos por buena la sentencia del Mago de Oz con respecto a la valoración de un corazón, Hugo Chávez, en su condición de héroe-villano que justificó muchas de sus acciones desde el amor, hizo suyo el algoritmo del retorno geométrico del querer. A juzgar por las imágenes de sus exequias que la televisión nos ha mostrado durante todo el día de hoy 6 de marzo de 2013, en las que una gran multitud muestra dolor y agradecimiento legítimos.
Pero sigue siendo la mitad de la Multitud, escrito ahora con mayúscula. Otro dolor, otra tristeza.

Ciertamente en estos años, más allá de que estemos o no de acuerdo con las formas y los costos de intangibles en libertad y justicia, un porcentaje importante de los venezolanos elevó su nivel de vida. Sólo el futuro, más próximo que lejano, dirá si realmente salieron de la pobreza.

Sólo el futuro nos contará el verdadero final de nuestro Mago de Oz.
 


Nicolás Baselice Wierman.
@nbaselice en twitter
Instagram @nbaselice

Caracas, marzo 2013.

lunes, 25 de febrero de 2013

Esto también es Venezuela


El sábado 19 de enero finalmente pude entrar a Ciudad Banesco, espacio de especial atractivo personal por  el impacto que supuso en su momento el trabajo de remodelación del edificio Sears de Bello Monte con el que crecimos en el paisaje urbano de Caracas.
La oportunidad nos la brindó “El movimiento editorial en Venezuela”, tertulia  que se suma al contexto de “Esto también es Venezuela”, conversatorios que en la sede de Banesco, auspiciado por la comunidad de Bello Monte,  se llevan a cabo financiado con fondos del Presupuesto Participativo de proyectos aprobados por la Alcaldía de Baruta y producido por Cyngular.

En el panel: Ediciones Punto Cero, en la persona de Ulises Milla, Un escritor devenido en editor y ahora librero, Luis Yslas y Francisco Suniaga en su condición de autor de las exitosas novelas, El pasajero de Truman y La otra isla amén de Margarita Infanta y la reciente Esta gente.
Grato ambiente, pocas personas pero diversas, y anécdotas, tips e ideas acerca del negocio de publicar (incluyendo números) y del oficio de escribir.
Muy divertido escuchar de Suniaga el trato-trueque de quedarse con 60 libros de su primera novela para así garantizar que por lo menos sus 60 amigos la leerían y que luego del éxito de ventas, moderado pero agotado, el editor le preguntó que cuántos libros quería a lo que el escritor se apuró a responder que ahora sí lo prefería en metálico.

Inquietudes como la del estudiante universitario preocupado por la calidad de los docentes “que no son como los de antes” y entonces la literatura parecía no tener futuro, tuvieron respuestas tan acertadas como que no se aprende a escribir en las universidades. Que hay diferencia entre un texto mal escrito con errores ortográficos y sintácticos y otro bien escrito con corrección gramatical absoluta. Pero tampoco es lo mismo un texto correctamente escrito y la literatura, ésta tiene un más allá que el expositor llamó intuición y yo me niego a mencionar como inspiración.
Pensaba desde mi silla de expectador que ciertamente en la Universidad no se enseña a escribir pero sí se puede aprender a leer y es así como se hace un escritor. En la Escuela de Letras de nuestra Universidad Central de Venezuela queda para la historia la presencia icónica de María Fernanda Palacios persona a quién no tuve la fortuna de tener como profesora pero que por amigos cercanos y gente respetada y admirada, sé de su manera de enamorar a sus alumnos de lecturas, autores, temas y letras en general… qué envidia.

En algún momento alguien hizo una pregunta general al panel un poco en la línea de qué creen que piensan los lectores, qué esperan de ustedes. La respuesta de Suniaga, cargada con algo de sorna fue: “ojalá lo supiera, así tendría las ventas seguras”… luego de las risas agregó que su condición de escritor que se estrena en el oficio a los 50 años ataca los temas sin mayores prejuicios, sin hacerse mayores preguntas.
En la diversidad de público había desde escritores hasta curiosos como el que me abordó luego de la tertulia que se confesó ex adicto a drogas y alcohol, que allí no conocía a nadie y que leía poco pero que esas reuniones, y lo dijo con honesto entusiasmo, lo hacía sentir parte de la inteligencia nacional.

 También en casi su totalidad eran lectores y entre éstos el que dejó todo por escribir alrededor de sus seis décadas y tiene “El Libro” listo. Lo describió (hablaba  de abundancia y estar en ella en una suerte de consejo generalizado pero individualizado y, muy importante, desde su ejemplo) a mi me sonó a autoayuda. Que no tenía muy claro cómo categorizarlo, pero que eso estaba listo y le pedía orientación a los editores presentes. Supongo que la respuesta esperada era, mándame el manuscrito para evaluarlo, pero no. La respuesta fue de una evasiva elegancia admirable: “mire en las librerías algo similar a lo que usted está escribiendo, revise algunos autores para ver cómo resolvieron los temas y problemas que usted crea que tenga, porque, eso sí, por lo que dice creo que ese libro no está terminado”. Lo dicho… elegantísimo.



Pedí la palabra, quería hacer a Francisco Suniaga un comentario y un agradecimiento público. El comentario era que ojalá que nunca supiera lo que los lectores esperaban, que siguiera escribiendo con esa intuición “sinvergúenzona” como casi dijo él, que nunca encontrara la fórmula.  Recordé y lo conté, una anécdota que le escuché a José Ignacio Cabrujas en una reunión muy similar a la de ese día, a lo mejor con el doble del auditorio, en la que decía que cuando terminó de escribir la pieza de teatro acerca de Reverón se dio cuenta de que estaba repitendo la fórmula de Acto Cultural y El día que me quieras y, acto seguido, destruyó todo el material y comenzó de cero. Para mi fue una revelación muy fuerte y sólo se entiende y hace aumentar la admiración cuando nos regala esa obra alucinante Autorretrato de artista con barba y pumpá, de planos y acciones simultáneas, delirante como el espíritu del mismo Reverón. La actitud de Cabrujas es, definitivamente, la intuición y reinvención del verdadero artista.


El agradecimiento se refería a Margarita Infanta. En ese libro que decidí leer justo en la isla, descubrí el relato Los trajes del profesor Subero… Mi padre también era sastre… y sí “todas las sastrerías eran iguales”… Gracias Francisco.

Nicolás Baselice Wierman.
@nbaselice en twitter
Instagram @nbaselice
Enero 2013.

Nota: En esta misma página, en la sección PodCast está la lectura del texto Los trajes del profesor Subero mencionado en esta crónica.

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