miércoles, 27 de junio de 2012

Pobreza de siempre... ¿Para siempre?










Veía este fin de semana en uno de los    canales de televisión abierta que, aquí en Venezuela, sirven al gobierno actual en un 100% de su programación, incluidos los espacios de promoción y publicidad (?). Se desarrollaba una conversación bajo el título ”Debate Socialista” en el que se descalificaba a la opción opositora a la del gobierno en la actual coyuntura electoral.
El argumento principal era que un hipotético gobierno de “la derecha” –Así denominan, muy maniqueamente, la alternativa planteada frente al Socialismo del Siglo XXI–  en tanto representante del capitalismo, no tenía la posibilidad de enfrentar la pobreza en el entendido de que el beneficio propio y el egoísmo son condiciones inherentes a ese sistema económico que representan.
Se hablaba puntualmente de las Misiones, que son una suerte de planes asistenciales gubernamentales, que habiendo rendido buenos réditos electorales en otros momentos, se han ido ampliando, de sus tres categorías fundacionales, a prácticamente todas las áreas problemáticas al paso de las coyunturas políticas y de manera reactiva.
Llama la atención que el discurso oficial desprestigie el capitalismo como sistema económico por su “perversidad manifiesta” mientras lo contrapone a paradigmas socialistas, los cuales, ya superada la emoción idealista de la utopía, han demostrado en el tiempo el pobre resultado en términos de crecimiento humano, libertades y calidad de vida.

Dada la experiencia (de vida, que ya son unos cuantos años) y visto lo visto, podría decir que es en capitalismo donde se produce mayor desarrollo, mientras que en los países que han perseverado en el socialismo con tradición soviética son hoy una vitrina de estancamiento y carencia de libertad.
Podríamos aceptar lo crudo de la pobreza en el capitalismo, pero en sociedades como la cubana, sin ser menos dura, esa pobreza se mimetiza dentro de un estado de depauperación extendida.
Acaso en las sociedades capiltalistas no existen personas altruistas o en las socialistas no hay personas egoístas.
Pretender adjudicar características éticas a un sistema u otro es no entender que las sociedades las componen los individuos. Los comportamientos personales son un asunto de formación, que aunque familiar o colectiva, siempre será un hecho personalísimo en última instancia. Ni siquiera la Iglesia Católica en 2000 años ha podido erradicar los vicios contrarios a sus postulados en el 100% de sus fieles y esto no invalida para nada sus planteamientos.
Esto podría explicar cómo un economista formado en lo más clásico de la comprensión capitalista de los procesos es la persona más cercana a la solución del problema de la pobreza de manera definitiva. 

Digámoslo de una vez, es el Premio Nobel de la Paz del año 2006 Muhammad Yunus inventor de los microcréditos, que no es otra cosa que el sistema de bancarización de los más desfavorecidos, cambiando el clásico criterio bancario de que sólo se le presta dinero a los que pueden presentar garantías de su devolución. Con casi 40 años de operaciones ha sacado de la miseria a millones de personas.

Nacido en Bangladesh, Yunus no necesita que le cuenten de pobreza y miseria, la conoce de cerca y no obstante ser un empresario muy exitoso dentro del ámbito estrictamente capitalista, entendió cómo el bienestar productivo y emprendedor de ese sistema puede permear a todos los niveles cambiando en una generación, la percepción del futuro y del mundo a millones de mujeres (principalmente) desde su País.

En Venezuela, al comienzo de este ya largo gobierno socialista, se tomó este ejemplo sólo que con pinzas y mal interpretado. Fueron fundados varios bancos que hablaban de microcréditos. Recordamos el Banco del Pueblo Soberano, luego estuvo el Banco de la Mujer así como algunos otros en el camino. Siendo entidades estatales, no privadas, terminaron teniendo un carácter asistencialista, populista y clientelar (partidista), por lo que la tasa de retorno de los créditos concedidos resultó muy baja no cumpliendo ni con los objetivos directamente económicos ni mucho menos con los sociales, que según la experiencia de Yunus son posteriores aunque inmediatos. En fin que los balances son negativos.
Ya existían en Venezuela para esa fecha experiencias privadas en esa línea, seguramente inspiradas en el sistema de Yunus, y aunque sin el poder del Estado, tuvieron y tienen resultados muy satisfactorios.

Siempre me pregunté si no era más sano poner dinero del Estado en esas instituciones ya probadas y exitosas, y hacer rendir esos dineros con resultados de ascenso social como en otras latitudes donde la experiencia de Muhammad Yunus se aplicó.

No es el capitalismo, no es el comunismo, no es el socialismo “intermedio”, el mundo de hoy está acabando con esas etiquetas. Parece que de lo que se trata es de identificar los problemas, atacarlos con creatividad y echar mano, eso sí, de las herramientas que las utopías caídas nos han dejado junto a las experiencias y así actuar con nuevos métodos.

La experiencia de Muhammad Yunus está a la vista. El reto existe. En Venezuela ¿Quién toma el guante?

Nicolás Baselice Wierman.
@nbaselice en twitter
Instagram @nbaselice
Caracas, junio 2012

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