jueves, 12 de enero de 2012

La endógena W indígena

A l grito de ¡STOP! todos detienen la escritura, y comparan las palabras seleccionadas. Se eliminaban las repetidas y sólo contaban las únicas. Ese entrañable juego que disfrutábamos en una inocente acción de aprendizaje y ejercicio del vocabulario era nuestro primigenio “Quién quiere ser millonario” barato como sólo él, con lápiz y papel bastaba.
Hoy pienso que no deja de ser una paradoja que el nombre fuera una voz inglesa y a la hora de escoger la letra de la vuelta a jugar siempre se eliminaban la X tan dura para frutas y países por ejemplo pero sobre todo la W donde todos nos quedábamos pegados y el argumento era justamente que no jugábamos en inglés.
Revisamos el Pequeño Larouse 2010  y abriendo al azar encontramos  106 páginas para la letra A, 44 y 94 para la B y la P respectivamente y 139 páginas para las entradas de la letra C. Para la U y la V 9 y 28 páginas. Pero la W ocupa efectivamente una sola y le gana la X con sólo 2 tercios de página junto con el grupo de las de menor presencia con la Y y la Z  con 3 y 5 páginas asignadas a sus entradas.
En el caso particular de la W hay 55 entradas y sólo dos de ellas se refieren a indoamérica, el resto o están en uso directo de su origen inglés o alemán y en todo caso derivadas de nombres célebres  convirtiéndose en adjetivos como “wagneriano” (Que, por cierto se pronuncia Vagneriano y no Uagneriano)
Llama la atención en estos tiempos de guerra contra los Imperios pasados y presentes, de endogenismo, autoctonismo y expresiones de reconocimiento de “culturas y pueblos originarios” que en la mayoría de las denominaciones traídas de las voces indígenas los sonidos se filtren a través del inglés y no del español castellano que fue nuestra “primera colonización”. Hay un segundo descubrimiento después del de Colón que fue hecho por goteo mediante expediciones de diferentes intereses, algunos hasta sanamente científicos, que dejaban registro de sus hallazgos y que transcribían los sonidos descubiertos según sus fonéticas propias. Investigaciones y descubrimientos cuyos registros pasaban a centros de acopio llámense bibliotecas, archivos, centros de estudios y que posteriormente vuelven a nosotros y los consumimos con la naturalidad que impone el mestizaje.
Recuerdo que a la caída del Sha de Irán y el ascenso al poder del Ayatola Jomeini en 1979 los despachos internacionales reportaban así: Ayatolah Khomeini … por lo que nosotros hablábamos de Comeini y era que esa J explosiva del principio no la tienen los norteamericanos en su fonética y la construían con la H como en “house” pero como era más fuerte le anteponían la K para la explosión sonora y nosotros la simplificábamos en CO porque nuestra H es muda. (Que viva You Tube e internet que nos da imagen y sonido al instante)
Denominaciones como Warao y Wayú, la misma Waraira Repano  escritas así con W mayúscula tan gringa e imperialista las decimos y nos sentimos tan autóctonos y dignos que casi borramos los 500 y tantos años de historia transcurrida desde que llegó el idioma y arrasó con los dialectos.
Particularmente pienso que el mestizaje es vanguardia, enriquecimiento y evolución mientras que los sistemas cerrados son conservadores y en algunos casos hasta contranatura que si no retroceso, producen estancamiento.
Pretender borrar la historia, volver al origen y renegar de lo que, para bien o para mal somos hoy, es un absurdo por imposible.
Conmemoramos el día del descubrimiento de América derribando la estatua de Colón pero celebramos oficialmente la Navidad con nacimientos al tiempo que se proscribe el “arbolito” porque es expresión del Imperio (Del americano porque el nacimiento es del otro, el español).
Desde una iglesia católica se puede despotricar en perfecto castellano de la penetración cultural al tiempo de asumirnos como píos creyentes practicantes cuando la coherencia llama al politeísmo originario en legua indígena.
Somos una sociedad que mi abuela llamaría novelera y parejera, en lenguaje de hoy eclécticos furibundos. Tenemos Noche de Brujas antes de entrar en esa temporada navideña en cuya mesa ya no caben los platos “típicos” desde la hallaca hasta el panetone pasando por las lentejas y otros etcéteras. Días antes del 24 de diciembre celebramos y ritualizamos el espíritu de la Navidad que por cierto la Iglesia Católica no acepta. El perentorio tiempo entre 5 para las doce y las doce y 5 no alcanza ya para todos los ritos auspiciosos por el año que comienza. En pocos años habrá en el cielo de noche vieja tantos cohetes y fuegos artificiales como globos de los deseos.
No, no es posible dejar de ser lo que somos como consecuencia del proceso histórico cambiando la historia, en todo caso cambiando desde el presente y hacia adelante y ese pasado siempre será un insumo más. Cuando este criterio de volver al cero se aplica entonces en la economía, la ecología y en la cultura por decir tres ámbitos, el resultado son listas de buenas intenciones tiernamente utópicas pero sólo eso.
Particularmente no puedo dejar de ser  como peón de negras calvo, chiquito y cabezón con una abuela de la tribu Guanire y dos apellidos de regiones diferentes de Europa, desayunar todos los días con arepa excepto los primeros de enero que lo hago con Panetone, mazapán y café latte.



Auf Wiedersehen.


Nicolás Baselice Wierman.
@nbaselice en twitter
Instagram @nbaselice
Caracas - Enero 2012.

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