lunes, 31 de diciembre de 2012

2013 y contando.


2013, ya mañana 2013 y, tengo que decirlo, la circunstancia política que nos hace prever un año de incertidumbres, al mismo tiempo nos ha regalado unas navidades con un extraño sosiego que hace años, por lo menos yo, no sentía por esta época.
En Venezuela la posibilidad de la ausencia del Presidente tan temprano como desde el mismo día de la toma de posesión sólo lo tuvimos cerca cuando el candidato de consenso Diógenes Escalante perdió la razón a 24 horas de su proclamación. Tan lejano como los años 40 del siglo XX.

A propósito recomendamos un análisis reposado de José Ignacio Hernández en Prodavinci que, como él dice, podrá no gustarle a mucha gente pero, y como dijo el poeta "Nunca es triste la verdad, lo que no tiene es remedio" 

La cosa no pinta fácil para el gobierno que deberá asumir la conducción de un partido-sentimiento de liderazgo unipersonal y carismático. Nada fácil. Tampoco para la oposición que aún no se asume como el movimiento de resistencia que de hecho es (o debería ser) y se comporta ante los electores como si estuvieramos viviendo una democracia formal. Hasta llaman fiesta democrática los eventos electorales.

Los acontecimientos políticos se están moviendo a velocidades que creo que superan a ambos "equipos". He oído a dirigentes políticos mezclar deseos con esperanzas e ideas místicas, y actitudes "espirituales" con relación a nuestro momento político. Espero que estas ideas místico-políticas desaparezcan como moda de temporada navideña no vaya a ser que terminemos con un gobierno evangélico militante o similar con la Biblia o el Corán por Constitución de obligatorio cumplimiento.




Ojalá que a partir del 2013 la fe sea asunto privado y de particulares y que lo público no vaya signado por estructuras religiosas ni dogmáticas... Amén.




Nicolás Baselice Wierman.
Caracas, diciembre 2012.



lunes, 24 de diciembre de 2012

El cochino en Navidad.


El título sugeriría un texto gastronómico o en todo caso de salud del tipo “Se puede No engordar en diciembre” pero no. Lo advierto de una buena vez, lo que sigue podrá sonar a muchos como la versión disminuida de un Grinch tercermundista venezolano.

En Venezuela la tradición universal del regalo navideño tiene el nombre de aguinaldo, el que también se le adjudica a los cantos propios de la época y que en otras partes del mundo se denominan genéricamente villancicos. 

Recuerdo de pequeño una tarjetita que llegaba a casa en temporada previa a la Navidad que rezaba casi textualmente “Su servidor (y aquí el nombre de ese servidor) operador del aseo urbano le desea una feliz Navidad y un próspero Año Nuevo y aprovecha la oportunidad para recordarle el tradicional aguinaldo con que siempre nos ha favorecido”.  Esa tarjeta era recogida por el mismo personaje una semana después adjunto a un billete, generalmente de baja denominación, que supongo conformaba un “pote” que se repartía entre el equipo de operadores del Aseo Urbano.

Mi edad no me lo permitía y no sé si esa mutación del “es sólo un detallito, ay pero no te hubieras molestado” que era el regalo navideño, es decir el aguinaldo, mutación decía, al metálico y cochino dinero se haya producido a través de esa tarjetita que seguro todos los de mi generación recordarán. Lo que sí es cierto es que se institucionalizó de tal manera que los contratos colectivos, reivindicaciones sindicales y toda forma de pacto laboral incluye además de bonos de productividad, de asistencia y de fin de año, un monto indefinido-obligatorio llamado pomposamente A-gui-nal-do.

Es por estos derroteros que se desarrolló la cultura del moderno aguinaldo navideño en Venezuela que hace creer a todos con derecho a pedir el “aguinaldito” (eso sí, en metálico) a cualquiera que encuentre a su paso aunque 
jamás en su vida lo haya visto.


Es a partir, creo, de finales de los años 60 que comienzan a aparecer en épocas navideñas unas alcancías de las clásicas con forma de cochino que a la vuelta de pocos años trocó en omnipresencia. Colgaban de los cuellos de los pregoneros mientras vendían sus periódicos, estaban en los mostradores de los quioscos de chucherías, pero también en los restaurantes, tiendas de ropa y, hasta redundantemente, en las ventas de alcancías con forma de cochino.

En arrebatos de originalidad estos cochinos que exigen su “aguinaldito” se han ido convirtiendo en esperpentos disfrazados de cualquier cosa al grado que algunos recuerdan al Chuki,  aquella grotesca historia del muñeco perverso y que en la saga, después de “La Novia de Chuki” podríamos producir en Venezuela “Chuki el cochino y la Navidad del terror, la película”.

Particularmente detesto ésta ya tradicional costumbre. No sé qué tan abundante pueden ser las recolectas por esta vía pero que hasta el dueño de negocio propio ponga su cochino, pida el aguinaldo y al final se lo quede para sí porque ni empleados tiene, me parece que hace tambalear la dignidad y el orgullo por el servicio bien brindado.

Cuando expresé, hace algunos años, en voz alta estos pareceres fui visto de tal manera que a partir de ese momento y en vísperas de Navidad tengo el sueño recurrente de que los ruidos en la chimenea (que no tengo) me emocionan imaginando a Santa que desciende con regalos y alguna dificultad. El ruido se desgrana, se atomiza, se multiplica, crece  y finalmente emergen abundantes y vengativos miles de cochinos de todos los tamaños y todas las indumentarias pero, eso sí, invariablemente todos de plástico. Yo aterrado y arrinconado trato de explicarles que lo que detesto es la costumbre, que quien los ridiculizó con esos disfraces, letreros y tatuajes son los culpables...


...Mientras lo escribo me sudan las manos. Siempre despierto antes del ansiado armisticio lo cual me genera una ansiedad adicional. Nunca más las Navidades fueron lo que eran mientras fui niño.

Sueño que salen de la chimenea, atomizados,
desgranados, en perdigonada.
Un diciembre, mi hijo me presentó ese éxito de los juegos de computadora (y otros adminículos) Angry Birds. Me pareció genialmente divertido, de mucha geometría, admirable. Me hice fan, lo juego con frecuencia pero al llegar al mundo de los cochinos me pongo inexplicablemente torpe, con temblores y no he podido pasar ese nivel. En fin cada quién con su trauma.




En todo caso les deseo a todos una muy feliz Navidad y 
que el año venidero, ese 2013, nos libere de los cochinos.






Nicolás Baselice Wierman
Caracas, diciembre 2012.

















lunes, 3 de diciembre de 2012

Desarma la violencia… ¿Cuál violencia?


Venezuela se ha convertido en el cuarto país del mundo en homicidios y, según la UNICEF, en el segundo en tasa de homicidios en adolescentes en Latinoamérica. Las proyecciones dicen que podríamos cerrar el presente año con entre 16 mil y 20 mil fallecidos por causa de la violencia criminal. El no tan velado razonamiento de que actos de represión del delito común en las áreas deprimidas de las ciudades más grandes sería entrar en contradicción con los principios de un gobierno que se hace llamar “de los pobres”, ha dado como consecuencia la impunidad e inacción del ejecutivo en más de diez años.

Forzado por la contundencia de los hechos y las cifras, desde hace algo más de un año se formó una “Comisión presidencial para el desarme” que en su expresión más pública, parece sólo un rocío de buenas intenciones. En los vagones del metro de Caracas aparecieron una serie de afiches protagonizados por personajes públicos identificados (justificadamente o no) con uno u otro lado de la polarización política que, entre los venezolanos, todo lo envuelve. Estos personajes dejan constancia de su adhesión a la buena voluntad a través del lema: “Desarma la violencia, anótate a la paz”, concluyendo luego de un testimonial en primera persona del singular o plural, según sea el caso, “Yo me anoto”.


Estos carteles tuvieron su versión radial y de video que supongo fueron transmitidos por televisión. Hasta ahora, todo muy bien. El asunto se me antoja poco efectivo cuando cada mensaje de los mencionados invitan al espectador a sumarse (¡Anótate a la paz!). ¿Cómo se hace efectiva esa incorporación?. Veamos.
Revisando en la página web de la Comisión encontramos que hay una suerte de voluntariado que deberá difundir la cultura de paz en su comunidad y el requisito previo es “creer en una convivencia sin armas, en la paz y la solidaridad”. 
Creo que es obvio que la gran mayoría comulga con estos principios.

Desde hace unos días, la campaña por el desarme entró en otra fase y aparecieron en radio varias piezas publicitarias y en una de ellas se dramatiza una conversación de pareja: ella le pregunta que a dónde va con esa pistola, a lo que él le responde, “es para defenderme” y ella da un ultimatum, “En esta casa o el arma o yo” y a continuación suena un balazo. Cada quién imaginará cómo es la escena final, pero en ese momento entendí porqué es mucha buena intención y poca efectividad.

Pareciera que la hipótesis de arranque hubiera sido que somos una sociedad que ha ido perdiendo el buen talante, el buen humor, la cortesía, los buenos modales y como hay tanta gente armada, cualquier desencuentro callejero termina en balazos y muertos.
Pues no, nuestra violencia es delincuencial, no es una violencia malhumorada, es una violencia perversa y desalmada. Violencia de 60 tiros en el cuerpo y balazos a la cara.

La gente no sale a disparar porque se levantó con el pie equivocado, sale a disparar porque ése es su día a día, es su manera de vivir y en muchos casos de sobrevivir. Es una cultura, con sus códigos y su escala aspiracional y jerarquía de ascenso. Los mensajes de los afiches y spots radiales de marras no le llegan, es decir, no les importa a los delincuentes que nos azotan. Esos mensajes están concebidos para ser captados por personas fuera del mundo del delito y con armas legales y, posiblemente, hasta entrenados para su uso.



Para decirlo en el ámbito del “plomo”, 
creo que se está disparando, por mala puntería, a la periferia de la diana.










¿Es ésto casual o está calculado de esa manera?... estas tres situaciones podrían orientar la respuesta:



1- La obligatoriedad de colocación de un inocuo cartel de 80 cm por 50 cm en todos los sitios de reunión pública y transportes colectivos (que todos ven y nadie acata) que prohibe el ingreso con armas de fuego, bajo los cuales imagino al “malandro calzado con el hiero en la cintura” riéndose cínicamente.









2- Un acto de calle transmitido por televisión en el que las autoridades asociadas con la mencionada Comisión hablan de miles de armas destruidas y otro tanto por destruir pero allí, se estaban inutilizando nueve armas… sí, sólo nueve armas… en medio de una parafernalia que lucía exagerada para sólo nueve armas. No entendí nada.


Colectivo armado de la parroquia 23 de Enero
Y 3- la noticia que titula la última página del diario de hoy en la que se informa sobre un Colectivo, suerte de cuerpo paramilitar organizado y establecido en una de nuestras parroquias más populosas en Caracas, la parroquia 23 de Enero. Este Colectivo asaltó una subdelegación de la policía científica y de investigación para rescatar a un detenido de 19 años, perteneciente a su grupo e  implicado en el asesinato del escolta de un alto funcionario del Gobierno. Este grupo que atacó con armas de fuego y en número de unas 60 personas, al no lograr su cometido, tomó todos los accesos a la parroquia y “decretó” la prohibición de paso a las autoridades policiales. Todo esto sucede a una distancia a tiro de visión desde las oficinas del presidente Chávez en el palacio de gobierno venezolano… y no pasa nada.
Todo esto, amén del alarde que hace el Presidente por la compra de armas que presenta y manipula en cadena nacional de televisión. Que si la compra es necesaria como él argumenta, exhibirlas y manipularlas en público es un contrasentido en el marco de ésta, su Comisión Presidencial.


Contrastando, podríamos pensar entonces que tanto la Comisión Presidencial para el Desarme como la superestructura que la contiene, la Misión a Toda Vida, son productos para la galería, para que parezca que algo está sucediendo, como para que podamos morir desprevenidos en la calle pensando que en verdad las autoridades hacen su trabajo.


Nicolás Baselice Wierman
Caracas, diciembre 2012

sábado, 1 de diciembre de 2012

Trauma Post Electoral o por dónde se une la unidad.



Como algunos sabrán, el 7 de octubre acabamos de pasar en Venezuela por un proceso electoral presidencial que dio como resultado la reelección del presidente Chávez ante la esperanza de la oposición política de sustituirlo por Henrique Capriles.

Esta derrota generó un trauma post electoral en las personas que adversan este gobierno que se manifiesta,  en una primera instancia, en un desgano para la participación en las próximas y casi inmediatas elecciones de gobernadores de estados el próximo 16 de diciembre.
Ese desgano ante un resultado que evidencia un crecimiento numérico, tanto absoluto como porcentual de los opositores al Gobierno, nos habla de las diferentes ópticas que conviven en ese nombre genérico de “Oposición”.



Traigo a cuento una situación que presencié en un colectivo con ruta desde una de las zonas de clase media acomodada hacia el centro de la ciudad de Caracas y que podría ilustrar una parte de esas diferentes ópticas.
Entre nosotros viajaba una señora de atuendo entre casual y deportivo de unos sesenta y tantos años bien administrados (posiblemente más), de hecho viajaba de pie y no aceptó asiento hasta que alguien, que llegó a su destino, dejó uno libre.


Esta señora hablaba de internet, “qué maravilla el Facebook, qué espectacular el tuiter…” y decía “se encuentra muy pocas o ninguna persona de mi edad en facebook y tuiter. El que no etá allí no está en nada…” en fin, se jactaba de lo actual que ella era no obstante su edad. En algún momento exclamó “yo no compro periódico… yo lo leo en internet” para luego agregar “bueno, yo nunca compré periódico”. La conversación, que ya tenía algunos interlocutores, inclusive del tipo de los que completan las frases, derivó, como todas las conversaciones en Venezuela desde hace ya más de diez años, en el hecho político.

Nuestra tuitera experta decía que la gente no había entendido porqué Capriles había reconocido esa derrota tan rápido, a lo que contestó uno de sus contertulios casuales, “Es que ya estaban saliendo los tanques de Miraflores (El Palacio de Gobierno donde por cierto no hay tanques) y no quiso derramamiento de sangre". De pronto ella agrega, “Y dígame, esa ley que quiere imponer por la enfermedad de que si muere lo debe sustituir su hermano o su hija…” a lo que un tercero agregó “Ese no se ha muerto por la brujería que le hacen en Cuba. Pero eso no es posible porque habría un golpe” y Ella, sin dejarse quitar el hilo conductor refutaba, “Es que aquí no hay un militar que tenga las que te conté (es decir, las bolas) para darlo, sólo les sirven para adornar el árbol de navidad”… otra voz dice ¡Un Pérez Jiménez! (nuestro anterior dictador hasta 1958) y Ella en control del hilo conductor, ¡Yo sí era Perezjimenista! (lo que, por cierto, le suma años) . Esta conversación fue mermando en la medida en que nuestra protagonista se iba quedando sin interlocutores y así llegó, en silencio, hasta la terminal cuando todos nos bajamos del bus.

 Esta señora que confiesa no haber comprado nunca periódicos, está deslumbrada por la inmediatez y universalidad del contacto cibernético, al grado de creer que en la pantallita está la “Verdad Revelada” y es capaz de creer todo lo que allí se chismea y más aún, rebotarlo. Bien le vendría comprar un periódico serio de vez en cuando y leer alguna opinión argumentada de más de 140 caracteres. Decir que “La gente no entendió porqué reconoció esa derrota” es pensar que ella es “La Gente” es decir “Todos”, en otras palabras es no reconocer la existencia del otro. Estar en contra de este gobierno y pretender salir de él con un miltar y por la fuerza es no entender que éso es lo que tenemos hoy en día. 


Decirse Perezjimenista, es reconocerse partidaria de una dictadura militar que, amén de la contradicción que supone oponerse a lo de hoy, es pensar que esa represión y aquellos muertos valieron los edificios y carreteras que nos dejaron… no estoy de acuerdo.





Esta señora, me atrevería a asegurarlo, no ha visto de cerca la pobreza de este país. Esos sitios, en la propia capital, que sólo tienen caminos de tierra donde cada lluvia, por corta que sea, genera serios inconvenientes. Sitios donde sacar un cadáver por muerte natural a la vía principal se convierte en una doble desgracia.
Ella, que según dijo, es capaz de pagar un pasaje a Australia para visitar a su hijo no podría entender que hay personas que por razones estructurales de nuestra sociedad, sólo tienen la opción de vivir del Estado y este gobierno se aprovecha de ello. Estas personas necesitan creer, y hoy lo más cerca que tienen de esa posibilidad es éste ya largo gobierno, al que respaldan con legítima e ingenua fe.


Señora, Capriles reconoció la derrota porque los votos estaban allí. Si en algo creció la oposición en estos años fue en organización y siempre supieron cómo era la situación durante el día de las elecciones. Desde nuestro espacio de confort, con techo y comida segura, con instrucción para tomar decisiones en torno a nuestra felicidad factible nos cuesta demasiado reconocer que la miseria existe y se viste de oportunidad, fe y esperanza.

Creo, como usted, que éste es el peor gobierno de los últimos 60 años en Venezuela, pero no es con chismes, rumores, inmediatez, sectarismo y más militares con lo que se corregirá. Como tampoco copiando la adoración casi mística del líder, que desafortunadamente nuestro derrotado candidato, ahora aspirante a reelección en la Gobernación de Miranda, copia tímidamente en su publicidad de campaña.


Además, cuando se habla de política y se mezcla con la brujería, pienso que se da un paso adelante y tres hacia atrás.



Nicolás Baselice Wierman.
Caracas, diciembre 2012.

jueves, 15 de noviembre de 2012

Los mitos venezolanos


En el imaginario venezolano existe una serie de mitos y leyendas de los que mucho se ha hablado y escrito. Con la globaliación descubrimos que muchas de esas historias son compartidas por nuestros pares latinoamericanos y algunas hasta tienen carácter universal. Las del silbón y la sayona, si bien hubo épocas en las que se reportaban con frecuencia, aún hoy se recuerdan con curiosidad. A más de uno, accidentado en una carretera oscura en pleno siglo XXI, le corre un friíto por la espalda cuando le vienen a la mente esas historias, cosa muy posible una vez que el escenario es propicio. Aún nos gusta oír la historia del sujeto que recoge a una dama en el camino, la lleva hasta su casa según ella le indica la dirección. La deja en su calle y entra a la casa. Cuando al siguiente día el hombre encuentra que la dama dejó algo olvidado en su carro y decide devolverlo, descubre que la muchacha que llevó hasta el sitio la noche anterior, es la hija del matrimonio que allí habita pero que ella ha muerto hace ya algunos años. Y, como el viejo dicho, si no son ciertos importa que estén bien contados.
Pero lo que me mueve hoy son los mitos, que si no son todos de nuevo cuño, siguen influyendo en el imaginario social y por ende perfilan la personalidad de la sociedad, si es que semejante cosa existe.
La siguiente lista no tiene ningún orden especial y sólo pretende generar una idea de cómo sería nuestra personalidad social si nuestros referentes no fueran tan engañosos.


Mito Nº 1… Somos un País rico.
La creencia sostenida de que Venezuela es un País rico por el solo hecho de estar posado circunstancialmente sobre inmensas minas de recursos naturales (que nadie cultivó) es una idea que se nos inoculó en la escuela y aún hoy se repite con el agravante de que los maestros en su mayoría lo creen así. Nuestros gobernantes de hoy pertenecen a una generación que maneja esa tesis y repite como un mantra salvador y orgulloso “Somos un País rico”.
Consecuencia: en el imaginario popular la riqueza está allí, el Estado es dueño del subsuelo, el Gobierno que la extraiga y aquí espero por el reparto.
Es tan absurdo el modelo, que lo que hoy ganamos con el esfuerzo de extraer petróleo podría incrementarse  mañana en términos absolutos, por puras razones de geopolítica ajenas a nosotros y nuestro esfuerzo, aunque la industria se maneje con ineficiencia, desidia e irresponsabilidad.
No hay riqueza sostenible que no deba ser producida, y si no se produce… ¿qué se reparte?


Mito Nº 2… Los pobres son pobres por culpa de los ricos.
Consecuencia en alguna medida del mito 1 pero sobre todo del discurso político que en nuestro país ha sido siempre desde la perspectiva de la izquierda, la revancha y la conveniencia, aunque con sus particulares matices.

La coincidencia de la aparición del petróleo en Venezuela, el auge de las ideas modernas de sociedades más justas y la utopía del comunismo internacional parece el caldo de cultivo ideal para el desarrollo de la explicación que responsabiliza a la conchupancia entre el imperialismo y las oligarquías de la “depauperación de los pueblos”.  Acto seguido, el paternalismo eterno de la izquierda eterna siembra el concepto de la lucha de clases y asume el tutelaje de la clase que, en esa lucha, es la más débil.
Se siembra así en esa clase la idea del robo y la explotación que ni aún con los más avanzados sistemas de representación sindical, se logra erradicar la idea del enfrentamiento que siempre presenta al patrono como un personaje perverso y al obrero (generalizando) como un guerrero que, no obstante la opresión, lo mueve el motor de la dignidad.
Son historias en clave de epopeya romántica que hoy no tienen mayor sentido porque, de ser así, estaríamos diciendo 
que desde la esclavitud del siglo XVI no ha sucedido 
absolutamente nada.



                                    Mito Nº 3… Que el precio de la gasolina es sagrado.
Este es particularmente interesante. El estallido de violencia social generalizada que se detonó en febrero de 1989 a partir de un aumento de pasaje, no sólo tan repentino como un lunes por la mañana sino no autorizado, luego de vueltas y vueltas a la reconstrucción de los  hechos, se instaló en el imaginario nacional que la causa había sido el aumento de la gasolina (Que a su vez provocó el aumento del pasaje).
Desde ese año y a lo largo de los años se repite como un mantra nacional de advertencia cada vez que se asoma la necesidad de ajustar los precios del combustible, dado el ridículo costo que pagamos los venezolanos para llenar los tanques de los vehículos.
Es tan mito que desde 1989 hasta hoy 2012, 23 años después, sólo un gobierno (corto de los de antes) se atrevió a aumentar el precio del combustible para vehículos en una operación política que hoy luce magistral al tiempo que, en realidad, era sólo eso, una decisión necesaria de gobierno. Al final de ella el alza fue del doble y, aunque afectó los precios de muchos productos, no se cumplió la profecía del saqueo inminente y la quiebra de la paz social.
Desde esa oportunidad en 1996, parecía inesquivable otro aumento en 2007. Se abrió una campaña que justificaría la decisión pero, como decimos aquí, el Gobierno “arrugó” y todo quedó como muchas de sus obras: en una gigantografía y la primera piedra.
Este mito se constata si uno pregunta en la calle sobre el alza de la gasolina. Todos responderán: “Cuidado con un Caracazo”, esto, aunque la persona que responde no lo hubiera vivido por razones de edad. Y si la pregunta es ¿Cuándo fue el último aumento de la gasolina? Nadie sabrá responderla.


                                  Mito Nº 4…  El Caracazo fue el despertar del pueblo.
Este es consecuencia del mito 3. Sacarle partido político a una situación que fue a todas luces espontánea y anárquica, haciéndole en el tiempo un ropaje de epopeya popular. Se ha pretendido hacer creer, sobre todo en estos tiempos de “Revolución”, que el Caracazo fue el momento épico del pueblo oprimido contra la política y políticos en el poder.
Al decir del sociólogo Tulio Hernández es muy evidenciador el hecho de que los actos vandálicos no iban dirigidos a las casas de los partidos precisamente. Es más, si bien es cierto que en un primer momento fueron saqueados los automercados y expendios de víveres también es verdad que los establecimientos de artículos menos básicos como equipos electrónicos y de sonido o ropa de marca fueron los siguientes en la lista. Recuerdo en esos días un piquete de choque de la policía política compuesto por unos veinte fucionarios ubicados en una esquina de San Bernardino protegiendo un centro comercial y especialmente una tienda de sonido de las grandes de la época. En la esquina opuesta en la diagonal, una cincuentena de personas de variada extracción social. Ambos grupos como equipos de de fútbol americano esperando por la patada inicial.
La siguiente anécdota fue escuchada directamente de boca de su protagonista. El día de los disturbios de febrero de 1989, el intelectual Arturo Uslar Pietri se dirigía al Congreso Nacional y topó en la avenida Bolívar con obstáculos, algunos focos de fuego provocado y mucha gente que corría en varios sentidos. Alguna de las personas en el sitio llegó a reconocer a Uslar Pietri y le dijo: “Dr. Devuélvase que esto se va a poner muy feo” cosa que terminó haciendo. Luego reflexionando sobre el hecho decía: “Esa tarde no vi personas hambrientas en busca de comida. Lo que vi fue una turba de consumidores frustrados”.



Mito Nº 5…  Hugo Chávez se proyectó por asumir la 
                      responsabilidad del intento de golpe de estado.
Nuestro César Miguel Rondón, hombre de radio y medios de comunicación en general sostiene que Hugo Chávez no se proyectó en lo nacional por los segundos de televisión que, en vivo, le permitieron pedir la rendición de sus secuaces. Rondón cree que fue su debate, muy posteriormente, con el político Claudio Fermín lo que lo catapultó en popularidad dado que en ese evento, Fermín lucía acartonado mietras el discurso de Chávez era de un lenguaje directo, irreverente y guardaba poco las formas. En esta comparación era fácil determinar quién representaba el pasado y quién lo nuevo. Y lo nuevo siempre es esperanzador. Pero más aún, personalmente creo que era inevitable. En medio del hastío político se vio un hombre que a la fuerza irrumpe contra el poder constituido y eso genera la ilusión de un acceso por la vía rápida a la felicidad social soñada. Es el imaginario venezolano el que lo potencia a la presidencia. Era la representación más reciente del eterno “gendarme necesario”.
Pero lo que conforma el verdadero cuerpo del mito es pretender que Hugo Chávez generó una gran admiración por haber asumido la responsabilidad del Golpe de Estado. No sólo porque ya de suyo el golpe era una gran irresponsabilidad, sino que en el fondo, era esa característica lo más admirado del hecho. Visto a la distancia, veinte años después, en los que el personaje no ha vuelto a asumir la responsabilidad por hechos que dependen estrictamente de él, al tiempo que sigue manteniendo una relativa alta tasa de seguidores, dice que ése no es un valor prioritario entre nosotros los venezolanos.



Mito Nº 6… La asombrosa vigencia e infalibilidad de Bolívar.
Sin renegar de la importancia histórica de Simón Bolívar, pretender sacar a los personajes de su circunstancia histórica y colocarlos en un presente a través de una suerte de sortilegio criogénico, haría de ellos un especie de bobos queridos a los que comprenderíamos con ternura como a nuestros abuelos e incluso a nuestros padres cuando intentan hacer el paso de baile de moda.
Entender la importancia del discurso de Bolívar en cada uno de sus momentos, por contradictorio que fuese, no nos autoriza a disfrazarlo de reguetonero con bermudas a media pantorrilla, zapatos sin trenzas y cachucha a 45 grados.










Mito Nº 7… Bolívar murió en la indigencia.
Una de las primeras acciones de María Antonia Bolívar a la muerte de su hermano Simón fue proceder con los trámites de reparto de la herencia, lo cual indica que ciertamente había bienes a repartir. De hecho en La Criolla Principal, libro de la historiadora Inés Quintero se hace un cálculo que se compara a la época actual para dar una idea del volumen de esos bienes. Si bien es cierto que el Libertador dio muchas señales de desprendimiento material en su paso vital dedicado como estaba en sus tareas militares y políticas, también es verdad que su ascendencia era pudiente y él en consecuencia, aún después de la guerra de independencia, conservaba buena parte de sus bienes, especialmente gracias al empeño de María Antonia en protegerlos.
Alguna veces me pregunto cómo sería nuestra personalidad social si Simón Bolívar se nos hubiera presentado como el exitoso emprendedor que fue con sus aciertos y sus errores, asimilar la herencia político-social que nos dejó sin minimizar su procedencia española, blanca, mantuana, en fin… es que acaso no hizo todo lo que hizo por ser quien era y tener el origen que tenía.

Mito Nº 8… La mayoría tiene la razón, el pueblo no se equivoca.

La historia ha demostrado que cuando una mayoría por esa condición pretende aplastar a la minoría, nunca ha tenido razón y por otra parte en la Venezuela de 2012 sabemos que “el Pueblo” no sólo se equivoca sino que puede hacerlo reiteradamente y en mayoría.


Mito Nº 9… Estamos en Revolución.
Si hoy se habla de la revolución informática que a todos, absolutamente a todos, nos ha tocado aunque sea muy tangencialmente; si Steve Jobs se reconoce como el paradigma del revolucionario de hoy y es conocido de una u otra manera cómo ejerció su liderazgo y con qué óptica… Lo lamento por mis amigos que creen en la “Revolución Bolivariana” contrasentido nominal amén de la antigualla histórica que supone su planteamiento en pleno Siglo XXI.
Me recuerda otro absurdo nominal latinoamericano: El PRI mexicano: Partido Revolucionario Institucional.

Mito Nº 10… Vivimos en Democracia.
La Democracia entendida esencialmente como equidad no es posible cuando la separación de los poderes públicos no existe. Los tradicionales Ejecutivo, Legislativo y Judicial y en el caso venezolano, los revolucionariamente agregados Poder Electoral y el Poder Ciudadano donde están el Defensor del Pueblo, el Fiscal general y el Contralor, están en nuestro país bajo el control del Poder Ejecutivo en la mano del Presidente Chávez. Con excepción del Legislativo, por razones electorales obvias, la totalidad de los Poderes responden, la mayoría de ellos sin pudor, a las órdenes y deseos del Presidente de la República.

La verdad es que de creer en el silbón a creer en que vivimos en democracia mucho tiempo ha pasado pero hemos avanzado poco.

Nicolás Baselice Wierman.
@nbaselice en twitter
Instagram @nbaselice
Noviembre 2012










sábado, 6 de octubre de 2012

Unos ganan… otros pierden.


No voy a referirme a la ecuación elemental y obvia de que cuando alguien gana en consecuencia alguien pierde como nos decían de la energía en física del lejano tercer año. Tampoco en vía inversa y en modo New Age voy a hablar del ganar-ganar.

A escasas 36 horas de saber el resultado de las elecciones en Venezuela me voy a atrever a describir lo que observo en lo que se ha dado en llamar el Chavismo.

La tesis es que la base cree que gana y la cúpula cree que pierde.

Comencemos por lo último. La dirigencia del chavismo se planteó desde el principio de cara a estas elecciones una estrategia que debió irse amoldando a las circunstancias, pero que en todo caso pretendió disminuir a su oponente desde el presupuesto de que el CandidatoPresidente era imbatible.
Al comenzar los acuerdos para la conformación de lo que fue posteriormente la Mesa de la Unidad el partido de gobierno, sus voceros y hasta el Gobierno mismo hablaban de la fragilidad de esa unidad. Que estaba sostenida con hilos y que las ambiciones particulares no la dejarían fraguar. Pues fue todo lo contrario. La unidad se concretó, se denominó Mesa de Unidad Democrática, MUD por sus siglas y el Presidente la llamó Mesa de Ultra Derecha.

La MUD llamó entonces a unas elecciones primarias, universales, cuyo ámbito de participación era el Registro del Consejo Nacional Electoral. Se presentaron los candidatos, cada cual con su estilo, en general bien diferentes. Fue entonces cuando el oficialismo decía que esas primarias no se darían y que se escogería al candidato en una cúpula cerrada al estilo de la vieja política. Pero como ya lo sabemos hubo las primarias.
Ante la inminencia de la elección del candidato de la oposición se hizo una campaña de que sería un fracaso lo cual se sintetizó en el pronóstico de uno de sus encuestadores más objetivos, para más señas ex Ministro del Interior quien dijo: “Si la oposición logra convocar a dos millones de personas a las primarias, podrían pensar en ganar las elecciones presidenciales”. El resultado: tres millones de votos de los cuales dos millones se los llevó el ganador de la contienda.

Ya había un contendor con nombre y apellido. Ante semejante realidad vinieron los ataques frontales. Apelativos que iban desde desabrido hasta homosexual (Y se dicen paladines de la igualdad) haciendo públicas consideraciones de que el candidato de la MUD no “despegaba” se basaban en encuestas, números y otros etcéteras. Perseguían con esto la desmoralización, no sólo de los electores, sino la del candidato mismo. Al propio tiempo hicieron circular la especie de que el candidato sería sustituido por otro de más garra de un plumazo. Y he aquí que las convocatorias de calle se comenzaron a hacer inocultables.
De “la nada”, que fue como lo llamó el PresidenteCandidato en la más rancia tradición de la deshumanización fascista, pasó a ser el tema preferido en sus discursos, tanto de campaña como de gobierno. Y era que el Programa del candidato opositor era tan concreto que desnudaba todos los incumplimientos del Gobierno y lo convertía en un programa demasiado bueno y comprensible por lo sencillo y de “este mundo”.

El siguiente paso fue un tácito reconocimiento de la calidad de la oferta opositora. Ahora el CandidatoPresidente sostenía que el programa opositor no era ése sino otro que él tenía consigo y lo llamó el “Paquetazo” para asimilarlo al mal recuerdo del Paquete económico del Presidente Pérez. Llegaron los episodios conocidos como “saltos de talanquera”. Algunos políticos de oposición (y a decir verdad todos ex chavistas), algunos de ellos hasta perseguidos por este Gobierno se hicieron voceros del Paquetazo fantasma. Mucho ruido, dicen que mucho dinero, pero parece que poca efectividad. Y es que cualquier mortal prefiere creer lo una persona le dice directamente antes que lo que otra manda a decir de éste.

Esta etapa de lo que se llamó “Guerra Sucia” incluyó grabaciones  y videos. El más sonoro el de un aspirante  a Alcalde de la corriente opositora y cercano al candidato donde se le atrapó recibiendo dinero de un empresario afecto al Gobierno. Más allá de que el acto no configuraba delito alguno, ciertamente era éticamente reprobable. El resultado, inmediatamente el candidato declaró en televisión la separación del acusado de su comando de campaña. Quien lea esto fuera de Venezuela dirá: “pero lógico”. Resulta que aquí se practica la solidaridad automática que en política se traduce en alcahuetería. Ver al candidato reponder de inmediato de esa manera y evidentemente molesto sorprendió hasta al Comandante Presidente que le dijo “eso no se hace”. Obviamente esperaban que el candidato cargara con esa rémora, antes por el contrario, ascendió un escalón en la credibilidad.

Continuaron los discursos desnudadores y (como diría Serrat) desdudadores en las concentraciones en cada ciudad y pueblo al final de la campaña lo que llevó al candidato oficial a reconocer sus deficiencias al grado de decir a la gente que no importaba que no tuviera luz, que hubiera huecos en la calle, que no le recogieran la basura, que lo que importaba era la Revolución.

En definitiva, la estrategia de preconfiguración de un oponente a su imagen, semejanza y conveniencia nunca cuajó. El otro candidato nunca le dio el gusto, nunca perdió el foco.
Una imagen que vale oro: el CandidatoPresidente en su última entrevista en televisión antes de cerrar la campaña reconocía su ineficiencia poniendo el ejemplo del Bus Caracas, proyecto que se inaugura con años de retraso, incompleto y a un costo más de tres veces mayor a sus similares en el mundo. Y así como prometió unos días antes que "a partir del 8 de octubre iba a ser un mejor Presidente, un mejor compañero", ese día ofreció el Ministerio del Poder Popular para el Seguimiento de las Promesas.
Por todo esto en la cúpula creen que pierden.

Por otra parte el pueblo llano del chavismo, lo que llaman la base, cree que ganan. Cuando uno escucha las razones de porqué votarían por el Presidente encuentra que ciertamente el mensaje que se transmite en los medios de comunicación del gobierno y en muchas de las cadenas de radio y televisión conforman una realidad en la que creen. Es su realidad.

Una joven de 23 años miraba con recelo a los partidarios de la oposición que viajaban en el metro el día del cierre de campaña. Ella decía recordar el golpe del año 2002. Recordaba a sus 13 años a la gente en la calle clamando por su Presidente. Le parecía un pecado inmenso que el candidato opositor, Alcalde en esa oportunidad, hubiera asaltado un Embajada durante los sucesos. Suerte de mito del que dicho sea de paso, había sido absuelto desde los tribunales de justicia. Para ella la historia comienza a sus 13 años y se afianza en la que al poder le interesa contar. Lo que esta joven no recuerda es que esa historia comienza justo cuando ella tenía tres añitos. Es cuando el actual PresidenteCandidato asalta un País completo con muertos y heridos en dos intentos de golpe cruentos pero fallidos en los que la cobardía prepotente se enseñorió.

El mensaje oficial no está destinado a ganar adeptos porque sabe que ya no suma, sino a mantener un mercado cautivo de electores. Que los seguros no migren a otras opciones. No obstante la baja sintonía de los medios de comunicación oficiales, hay que reconocer que hay una fidelidad sostenida y en esa audiencia el mensaje ha calado. Creen todo lo que le cuentan de la oposición y su candidato y evita la migración. La historia comienza el 4 de febrero de 1992 y la gesta ha sido heroica haciendo realidad el empoderamiento del pueblo que necesita un gobierno eterno que lo tutele.

Lo dicho, ésa es su realidad y por eso la base cree que gana.

Nicolás Baselice Wierman.
@nbaselice en twitter
Instagram @nbaselice
Caracas, octubre 2012.

sábado, 29 de septiembre de 2012

Cien razones


En Venezuela estamos a escasos siete días de acudir a una elección presidencial que se ha dado a llamar la más importante de nuestra histroria. Elección ésta que escogerá entre dos modelos de Estado y de sociedad ciertamente.
Los Candidatos: Hugo Chávez, ya con 14 años en el poder y Henrique Capriles, aspirante por primera vez, de escasos 40 años y con credenciales en cargos de elección popular en toda la escalera del poder. Inédito desde el año 1998 Hugo Chávez se nota con el viento en contra y no está cómodo en esa posición. Capriles hace gala de su fortaleza física visitando casi 300 pueblos desde julio y dos ciudades por día en los ultimos diez de campaña. 
Ante la enfermedad que limita al PresidenteCandidato se antepone 
sin mencionarla, esta comparación demoledora.
El pronóstico, desde lo técnico: empate, gana cualquiera de los dos. Desde el análisis: Capriles y desde la emoción de la calle: Capriles por amplio margen.
Independientemente del resultado, Venezuela tendrá otro perfil, será otra con el próximo gobierno. Por lo pronto, en la intimidad de mi teclado hago un ejercicio de listar 100 razones para votar por Henrique Capriles. Al principio creí que sería mucho alarde pretender cien, al final supe que podrían ser más.

Las presento tal como llegaron a mi mente.  


Para entrar al siglo XXI aunque sea con 12 años de retraso.Por la verdad oculta de la muerte de Danilo Anderson. Por la Jueza Afiuni, Simonovis, Forero y los Metropolitanos. Por todos los presos políticos. Por los expatriados y su regreso. Por la verdad que nunca se supo del 11 de abril.  Por los testigos estrellas y los fiscales que leen los ojos. Porque el Oráculo del Gerrero y otros engendros no vuelvaN a ser la guía y paradigma de este País. Porque el ser comandados sea una elección y canalizada hacia la Fuerza Armada. Porque se acabe el viviendismo y las ciudades se piensen desde el urbanismo. Porque se retome el plan de rescate de áreas marginales interrumpido sin razón. Porque se reproduzca el criterio aplicado en educación en Miranda DE ENTREGAR LOS CARGOS POR CONCURSO. Porque el discurso desde el poder sea de altura y modelador. Porque ver al Presidente en televisión sea una decisión personal. Porque quiero gastar mi dinero sin control del Gobierno de cuánto según dónde. Porque quiero ser un izquierdista orgulloso de mi condición. Porque los menores de 20 años no piensen que esto es lo que hay. Porque un País que pensó, proyectó y construyó Guri merece proyectos de Estado. Porque compramos mal hecho lo que bien podemos producir. Por la libertad  perdida. Por la dignidad de los empleados públicos. Porque el reconocimiento del mérito sea la clave del ascenso social. Por maestros y policías en la cabeza del prestigio social de la comunidad. Porque los temas álgidos se enfrenten con equipos de profesionales y no con opiniones en internet. Por las Empresas Básicas y recuperación de Guayana. Por PDVSA y su vuelta a la especialización. Por la venta del oro de las reservas internacionales.  Por la perversión retrógrada de las monedas para el trueque. Por que no nos hagan creer que con los satélites se puede hacer brujería.  Porque los gobernantes no nos insulten haciéndonos creer en sus  miedos mágicos.  Porque se entienda que se gobierna para todos. Porque se entienda que un Presidente no tiene derechos sino deberes. Porque los símbolos de la Patria no son un capricho de tarde aburrida. Porque el huso horario tampoco. Porque los colectivos armados es Fascismo puro y duro. Por los Círculos Bolivarianos. Por la estafa educativa y el fraude universitario. Por las 500 escuelas por año que no existieron. Porque el gobernar no sea un “Reality Show”. Porque el Presidente debe tener credenciales para tan alto cargo. Porque por primera vez tenemos un candidato que tiene esas credenciales. Porque ya llegué a la edad en que  podría ser padre del presidente. Porque nadie de 40 años en su sensatez cree hoy en nuestra “Utopía Comunista”. Por el revanchismo político. Por el resentimiento social que mueve a los “Salvadores de la Patria”. Por desplazar la comparsa autoritaria y militarista. Porque el Estado entienda que su papel y el de la sociedad son complementarios, compartidos y simultáneos. Por los niños de la calle. Por la delincuencia que nos masacra. Porque alguien con poder entienda que la represión del delito es necesaria. Porque nunca más el Poder  califique un grupo teatral de “pernicioso” Porque el calendario escolar sea importante, abundante y se respete. Por la descentralización. Por el barril a 100 dólares y su cálculo a 50. Por la autonomía del Banco Central, los sindicatos y las Universidades. Por una red de salud con hospitales eficientes y suficientes. Por el chip de racionamiento de la gasolina. Por la eliminación de la denominación “Sueldo Mínimo”. Por el pago de prestaciones con bonos. Por la transparencia efectiva vía internet de la Administración Pública en todos los niveles. Por las toneladas de comida podrida de PDVAL. Por las confiscaciones mal llamadas expropiaciones. Por la real democratización del espectro radoeléctrico digital.  Por tener emisoras de servicio público como la BBC. Por el miedo a informar. Por la eliminación de los adjetivos de la palabra Democracia. Porque la felicidad no puede ser obligada. Por un Gobierno proactivo y no reactivo. Por la evolución carcelaria de chuzos a fusiles AK47 y otras linduras. Por los tiros en la cara. Por los muertos de 60 balazos. Por la Torre David y el paradigma de las invasiones. Por el Mausoleo de Bolívar. Por la necrofilia alrededor de los restos de Bolívar. Por las teorías oníricas en el alto Gobierno. Porque para soñar un País no hay que quedarse dormido. Porque los barrios se atienden con humildad y no con arrogancia paternalista. Por cuatro años de detención de la línea 4 del Metro de Caracas. Por el metro de Valencia. Por el metro de Maracaibo. Por el Plan Ferroviario. Por el mantenimiento como política de Estado. Porque la frontera existe. Por los secuestros y sus modalidades. Porque las cárceles no sean Estados aparte. Porque todos seamos oidos y respetados. Porque el Presidente entienda que es un empleado y que nosotros no somos súbditos. Porque nosotros también lo entendamos. Por Franklin Brito. Porque pasemos rápido de la recuperación a la proposición. Por el rescate de la Academia como asesor natural del Estado. Por los miles de megavatios que tenemos de atraso. Por la toma de decisiones colegiadas. Por el trabajo en equipo hasta la base de la pirámide. Porque el mundo se mueve afuera y hace rato que no nos damos cuenta. Porque entendamos que si Steve Jobs fue un revolucionario, Fidel, Chávez  y su descendencia son otra cosa. Por volver a educar con calidad a nuestros jóvenes en colegios públicos. Porque ya nadie recuerda la sensación de aire fresco en la cara de cuando se cambia de gobierno… 

Y 100: Por terminar nuestro tiempo vital con la tranquilidad de saber que el tiempo histórico es  auspicioso.




 Nicolás Baselice Wierman.
Caracas, septiembre 2012.



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