sábado, 5 de diciembre de 2015

Gobierno sin huevos, o ¡Qué huevo con este gobierno!

Una de las últimas ocurrencias de nuestro ya largo gobierno de más de tres lustros ha sido el retiro de los expendios de la última proteína que, los venezolanos, podíamos adquirir sin sentir que estuviéramos en una suerte de tráfico de sustancias ilegales: los huevos.
Ciertamente el clásico cartón de huevos, empaque de embalaje ovomorfo de 30 unidades, había llegado a un precio insólitamente alto pero también es verdad que no hay producto que se escape de esa ecuación.  ¿Cómo podría ser con una inflación anualizada que hace ya rato que alcanzó los tres dígitos?
Pues bien, resulta que nuestro Presidente, el inefable Nicolás Maduro, decretó (aunque en rigor quien dio la cara fue el Vicepresidente) decretó, decía, la rebaja inmediata del precio final de los huevos por debajo del 50%. En el más puro estilo Robert Mugabe de  Zimbawe como referimos hace ya algún tiempo.

Esto de maniatar la economía a fuerza (o a la fuerza) de decretos es un vicio equivalente a negar la ley de gravedad. Ya en Venezuela y en el mundo se sabe que la economía es terca, que se autoregula, que es como una cama de agua, que puede ser muy divertida si entendemos su lógica del equilibrio, de lo contrario, amanecemos en el piso y sin compañía.

El más iletrado de nuestros conciudadanos supo de inmediato que el producto desaparecería al día siguiente y enseguida surgieron las filas de personas en cada expendio de huevos para llevarse toda la cantidad que pudiera porque sabían que no habría reposición. Pero parece que las mentes que tomaron esa decisión los pilló por sorpresa y es que estando a escasas tres semanas de unas elecciones parlamentarias, convertidas, por obra y gracia de nuestra circunstancia política, en un plebiscito de aprobación o no de la gestión del Presidente, agregar una carga más a la ya dura cotidianidad alimenticia de los electores, es un absurdo a toda carrera.

Resulta paradójico que un Gobierno que no ha tenido el coraje (o los huevos dirían algunos) de tomar medidas económicas por no traicionar su credo, por ser prisionero de sus propios mitos y al final por un temor patológico a perder apoyo, sea precisamente con el episodio de los huevos que pone en evidencia un condensado de sus errores y posibles rectificaciones.

Me explico. Agotada la existencia del producto en dos días, el Ministro correspondiente y el Vicepresidente conversaron con los productores avícolas para escuchar sus reclamos y argumentos acerca de la imposibilidad de vender el “cartón” en el precio regulado. Le explicaron a los funcionarios que el alimento para las gallinas no era de fácil adquisición. Que la empresa de monopolio gubernamental AgroPatria no siempre garantizaba el suministro del alimento a tiempo y que como los animales no saben esperar, había que conseguirlo aunque fuera al precio inalcanzable del dólar paralelo. Supongo que esta actitud de oír pero además actuar de inmediato vino dada por el momento electoral, porque circunstancias similares han acontecido hasta con temas de medicina y salud y terminan postergándose y, en el mejor caso, mal solucionándose.

Se dice que este acercamiento entre productores y gobierno se le debe a una gobernadora de un estado del occidente del país quien dice tener una “excelente y fluida” comunicación con los comerciantes e industriales de su región y que inmediatamente (En tiempo real, como les gusta decir) le comunicaron a la mandataria lo inviable de la situación. Ella se comunicó con el Ministro, el Ministro le pidió un informe de impacto (Así denominó al tardío informe) y a la vuelta de unos pocos días se dictó una serie de medidas que tenderán a solucionar esta nueva escasez.
Este cuento de la gobernadora lo recogí directamente en la región, dicho por uno de sus funcionarios inmediatos subalternos en su programa de radio (Porque en este gobierno funcionario que se respete tiene programa propio de radio o televisión o ambos)

Cuáles fueron las medidas. El ejecutivo decidió exonerar a estos productores del impuesto sobre la renta, supongo que por tiempo determinado. Además se sumó un subsidio equivalente a un 25% del precio de venta, así como algunas garantías de suministro de insumos.
Ésto, que no es otra cosa que el reconocimiento de que los precios son los que son y que la situación de los productores es la que es, pone de bulto un argumento de lo más pintoresco. El discurso oficial dice que el dólar paralelo no existe, que es una invención de la CIA, pero que “es un hecho y ha tocado algunas de las partes del proceso de producción”. Aun no nos explican como algo que es un hecho no existe, pero ironía aparte, ¿No podía tenerse ese encuentro y llegar a esos acuerdos que bajarían los precios antes de los empujones de la rebaja forzosa, sin generar pánico y dando espacio al equilibrio en el tiempo? Pues parece que no era posible. La historia dice que este régimen prefiere gobernar a gritos, insultos y empeyones. En Venezuela hay un dicho que dice “Gobierno no busca pleito” pues el nuestro, siendo venezolano, solamente busca pleitos.

Este episodio está en vías de solución. Aun no aparece el producto (Y ya mañana son las elecciones) pero la esperanza está allí. Dependerá, en primera instancia, de que el gobierno cumpla los compromisos y luego, de que aguas abajo no aparezcan los pícaros de siempre que están en todas partes. Pero lo que sí advierto es que este acto de conversaciones y acuerdos entre comerciantes, productores y el ejecutivo no será moneda de curso corriente. No es el talante del Presidente y su gobierno.

En todo el país hay innumerables colas para comprar comida. Hace tres días (otra vez) el Presidente desde su caravana pasó y vio una en un automercado privado y acto seguido hizo apresar al gerente del establecimiento, perpetrando una potestad que no tiene pero que además, no soluciona el problema, no va al fondo… ¿Sabrá que existe un fondo en cada problema?

Un poco por eso es que mañana, seguramente, ante la máquina de votación y a punto de hacer la selección, los dedos bailarán al son del estribillo que dice:


               ¡Qué huevo con este gobierno!







Caracas-Venezuela, diciembre 2015.

Nicolás Baselice Wierman.

estudionico@gmail.com

sábado, 14 de noviembre de 2015

Ojalá que hasta luego... In memoriam.

Era pasado el mediodía. El llamado del teléfono a mi lado me sacó de concentración. La voz al otro lado: joven con un punto de disfonía y de una particular musicalidad que invitaba escuchar el concierto completo sin apuros,  pide hablar conmigo por nombre y apellido.

-Mi nombre es Rayna Petkoff, le hablo de Cultura del Banco Central de Venezuela…

Tenía la referencia por alguien que, en ese momento, asesoraba al Banco en uno de sus proyectos culturales. Solicitaba de mí un servicio que estaba en la más baja de la gama que podríamos ofrecer a un organismo como ése. Tanto era así, que podría haberse hecho sin cargos sin producir la más mínima pérdida. Mas sin embargo, para no romper con nuestras normas internas de la compañía y enterado ya de la urgencia de la solicitud, mi respuesta fue:

-El único problema, señora Rayna, es que nosotros no trabajamos sin anticipo y el trámite seguro tardará un tiempo.

Era una pesadez. Ella y yo lo sabíamos, por lo que me atajó diciendo:

-¿Es que no entendió que estoy hablando del  Banco Central de Venezuela?
-Sí - copiando su tono- pero esta mañana titulaba el Nuevo País a todo lo ancho que el BCV está técnicamente quebrado.

…La verdad es que hasta aquí recuerdo el episodio. Lo que sí sé es que el trabajo se hizo a satisfacción, en el tiempo requerido y lo más importante: Sin anticipo.

¿Dije lo más importante? Pues no es cierto, lo más importante es que desde esa llamada ya no hubo discontinuidad de tu presencia en mi vida. Para cosas buenas y otras no tan buenas. Desarrollamos una amistad en paralelo con el trabajo que en la medida que me confiabas mayores responsabilidades profesionales, mayor era el cariño, la admiración y el agradecimiento.

De orígenes e historias tan disímiles, nada hacía suponer que llegáramos a conocernos y solo la Amistad (con atrevida mayúscula) podía hacer que más de veinte años después, hoy en tu partida, sienta este dolor tan profundo, lleno de vacío casi contradictorio con esa infrecuencia y constancia que nos unía.

Cada vez que tu salud nos acercaba, solo los argumentos podían ser consuelo y esperanza. Para mí, siempre fue tarea difícil porque ante tu temor estaba el mío con dolor. Sin embargo logré esa idea que funcionó en esos dos momentos extremos:

-Además, -Te decía- quédate tranquila, recuerda que yo me voy a morir primero que tú. Uno, porque la bilogía así lo ordena, yo soy más viejo y, y dos, porque me da la gana.

(“Me ronca la gana” te gustaba decir) Y en ese momento pasabas del llanto a la risa, creo que agradecida. Desafortunadamente no te pude cumplir. Ya sabrás perdonarme.

En este momento hago mía la idea de nuestra amiga en común: “Hoy quiero creer que existe la otra vida. Quiero creer que voy a volver a oír tu voz, ver tu sonrisa, el énfasis de tus manos y si fuera posible, el tic tac de tus pasos” Así es, hoy quiero creer.

Si me pusiera, y permíteme el término, hemerotético, podría saber el día exacto de nuestra primera conversación y el entorno del horario laboral daría un espacio bien preciso del momento cero de nuestra amistad. Lo que será imposible es ponerle una última fecha, porque no basta la muerte para un final en ti. 
Como te lo gritó alguna vez aquella pared que se veía desde tu escritorio:

Tú eres defiinitiva.


Porque hoy quiero creer…

ojalá que hasta luego. 
Por lo pronto te voy a extrañar,

                …Y mucho.

Besísimo.




Nicolás Baselice Wierman.

@nbaselice

Caracas, noviembre 2015

sábado, 17 de octubre de 2015

La gran farsa

A comienzos de este ya largo gobierno de Venezuela se llevó a cabo un acto oficial, en el que, por invitación expresa de la Presidencia de la República, se hicieron presentes personajes de relevancia en el ámbito cultural nacional.
Por el sector teatro estuvo allí el actor y director Héctor Manrique. Hace pocos años escuchaba de Manrique el relato, ya no desde la perspectiva del televidente (el régimen hace todo en televisión y cada vez más en cadena nacional) sino del punto de visión del protagonista, es decir, viendo a cámara.
Contaba Manrique que, sentado en el presídium con sus colegas culturales, recibe del asistente de protocolo, en el momento cúspide del acto, el de la firma de acuerdos, una carpeta de muy bonito aspecto y que, al abrirla, oh sorpresa, contenía hojas en blanco. Ante el súbito estupor, voltea hacia el asistente con cara de interrogación a la que éste responde en voz muy baja: “El documento aún se está redactando. Es solo para el acto. Ya le haremos llegar el definitivo.” Recuerdo que Manrique dijo haber hecho, por lo menos, como que firmaba, lo que no recuerdo es si finalmente le hicieron llegar el documento, pero esto es irrelevante.
A decir del actor, palabras más, palabras menos, ésa era la pieza teatral más inaudita en la que había participado.

Con inicios de este tipo no es de extrañar que episodios similares (y nunca mejor utilizado el término episodio) se hayan venido sucediendo a lo largo de estos tres lustros, para el consumo, ya casi natural, de la ciudadanía, y, vaya casualidad, desarrollándose en paralelo con la industria del Reality Show televisivo en el mundo.

En el transcurso de la primera parte de este año 2015 se supo, por declaraciones de un colaborador cercano al equipo de producción de los largos programas Aló Presidente del fallecido Hugo Chávez, que para esas transmisiones desde haciendas en el llano o fábricas de cualquier índole, se preparaba el set, bien fuera a cielo abierto con ganado trasladado para ese fin (de semana) o bajo techo con vehículos en supuestas líneas de producción que jamás vieron una pieza atornillada en esta patria.
A tenor de esa revelación, una periodista de radio se preguntaba que cómo era posible que el presidente se dejara engañar de esa manera o si es que el presidente era parte del engaño a los televidentes. Dilema que se me antoja intrascendente porque desde el poder suele suceder que para que alguien pueda engañar necesita alguien que quiera ser engañado… dicho en corto: no hay inocentes.

Puntualmente recuerdo (y esto de primera mano) que para la inauguración de un hipermercado de la cadena del gobierno  en Plaza Venezuela en el centro de la ciudad de Caracas, fueron vaciados los otros mercados de menor tamaño de la cadena y trasladada la mercancía al nuevo a inaugurar. En televisión se veía un ambiente de prosperidad y abundancia que allí sigue en video para quien quiera recordar al día de hoy en que la escasez nos abruma. Ahora imagínense la sorpresa para los consumidores asiduos a los locales desalojados que fueron a hacer sus compras ese fin de semana. La sensación de vacío, en ese momento no lo sabían, venía de un futuro próximo… es el paisaje de hoy.

Desaparecido  el gran histrión, el histrión eterno, nuestro histrión padre, el barajo del elenco hace que la protagonización se atomice, mas la suma de talentos no alcanza al histrión galáctico. Lo que pudo haber sido una nueva historia “coral” medianamente exitosa se mantuvo con  el libreto desgastado, con actores de segunda en un teatro de arrabal que es en lo que han convertido a Venezuela.

A la derecha el Defensor de Pueblo
Vayamos al elenco. Tenemos ministros de diferentes carteras que declaran sobre cualquier cosa, excepto sobre su despacho. Los mejores son los que hacen de mimos, que si aparecen, no emiten ni una sola declaración. Un Defensor del Pueblo que interpreta el papel de independiente porque renunció al partido de gobierno un día antes de postularse al cargo. Este tiene dos papeles porque, una vez que se encienden los reflectores, actúa como Procurador General de la Nación… vaya talento. 
El curioso caso del “saltador de talanqueras” quien, no pudiendo ser alcalde, se postuló a diputado y ganó con votos de oposición. Al rato se cambió al oficialismo y sin entregar la curul ahora se postula como virgen a la reelección, como si fuera su primera vez, como si fuera oposición y con una campaña como si fuera para ser alcalde… competiría con el Defensor pero la interpretación del diputado está, como dicen, fuera de ritmo. 


Un presidente de la Asamblea Nacional que, ése sí, hace de todo y le da tiempo. Interpreta al Súper Agente 86 pinchando teléfonos para descubrir el pensamiento de incómodos que suelen publicar todo lo que dicen y piensan. Este diputado debe ser de los que preferían ver Doña Bárbara que leerla. Hace de Ministro de Defensa presentándose con el titular en ámbitos militares y no dejándolo hablar. Viaja y negocia compras como Ministro de Fomento o Economía, y, además de otros etcéteras, hace de juez y verdugo dando con un mazo en programa propio televisión que hace de Pedro Picapiedra todo un gentleman.

El propio presidente asume el papel de rebelde cuando declara que de ganar la oposición las elecciones de la Asamblea, él será el primero en tomar la calle y horas después en papel de institucionalista llama a firmar un pacto de reconocimiento de los resultados electorales siendo que es el gobierno quien pone presos, inhabilita y destituye a alcaldes y representantes electos por sufragio popular. Si me pregunta cuál de los dos es el verdadero, le respondo: ninguno, es buche y pluma, ya verán.
El Ministro del Poder Popular para Interior Justicia y Paz declara en un episodio acerca de cifras de criminalidad con los números en la mente, perdió la letra y fue tan lastimoso su parlamento que está optando por ser mimo. A su vez, los funcionarios de Seguridad Ciudadana declaran desde sus despachos ataviados con chalecos antibala… y así nos quieren transmitir confianza.

Si del atuendo hablamos, retorna el presidente de un viaje a la Cumbre de los Pueblos Indígenas en Bolivia donde lo vimos disfrazado de algo en la tarima principal, en clave de comparsa porque tanto Correa como Morales compartían el mismo modelo. Uno de los protocolos establecidos por el difunto presidente para el Socialismo del Siglo XXI es, a pruebas vistas, el “vestirse para la ocasión en ánimo de fiesta temática”.

La más reciente puesta en escena contó con locación, vestuario, utilería, set o plató como dicen los españoles y libreto, a saber:
Locación: Siderúrgica del Orinoco (SIDOR) en Ciudad Guayana, Venezuela.
Vestuario: Simulación de sidorista como corresponde al presidente obrero. Tocado de casco rojo con logotipo corporativo y camisa kaki (pero de marca) con logo y RIF, supongo.



Utilería: Hermosas bobinas de laminado en frío, cuidadosamente pulidas y que, siendo las únicas que existen en el país, están reservadas exclusivamente para esos actos televisivos. Quede dicho que éste es uno de los productos de mayor caída y cuya falta impide el envasado de alimentos ocasionando escasez en anaqueles.
Plató: El mismo espacio que en su momento ocupó el propio Hugo Chávez para, entre aplausos y vítores, decretar la nacionalización de esa empresa, acto que devino en la vergüenza productiva en que se ha convertido SIDOR. Paradójicamente se toma ese espacio para conmemorar aquel momento.

Libreto: extraño pero entendible. Extraño porque no se tocó ninguno de los temas críticos de SIDOR y los trabajadores que reclamaban se quedaron afuera y sin respuestas. Entendible porque estamos en trance electoral  y el dinerito siempre ayuda en las urnas. Se trató del anuncio de un aumento del sueldo mínimo en un 30% porque, según sus palabras, “Me dicen (?) que la inflación será como del 80%”… lo cual supone un raro contento matemático.

En un arrebato de sinceridad equivalente al actor que aún maquillado y vestido de época habla de sus problemas domésticos en los pasillos del teatro, Maduro declaró, días antes, que las elecciones parlamentarias de diciembre próximo serán las más difíciles para su partido desde el año 1998 y agregó que habiendo perdido al Comandante Eterno, todo se hacía más cuesta arriba. Tardó Maduro dos años en darse cuenta de que ganó la presidencia de vainita y de que Hugo Chávez está muerto… por lo menos ya sabemos que lo sabe.

Casualmente escuchaba ayer una de las magníficas entrevistas de la serie Los Imposibles del escritor y poeta Leonardo Padrón. Esta vez tenía a Luis Miquilena, anciano político venezolano que fungió de mentor de Hugo Chávez quien, mientras se quisieron, lo llamó su padre político. Miquilena, que lo conoció muy de cerca, define a Chávez como un farsante, adjetivo que utilizó en varias oportunidades durante la entrevista.
Y ciertamente, todo ha sido una gran farsa, abarcando todas las acepciones de la palabra, desde la teatralidad hasta el engaño. Pero creo que el telón está cayendo, 

                     poco a poco, es verdad…

                                                 pero está cayendo.


Nicolás Baselice Wierman.
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Caracas, octubre 2015.



viernes, 2 de octubre de 2015

Compartir un compartir

Me pregunto cuál es el acto de alquimia gramatical que permite convertir un sustantivo por un verbo en infinitivo.
Mi nieta, que apenas tiene cinco años, mantiene una agenda que me luce apretadísima para su corta edad: se la pasa entre un compartir y otro.

-¿Cómo que un compartir? ¿Qué es eso? Le pregunto a su madre.
-Bueno, se reúnen en algún sitio y juegan, bailan… en fin, comparten. Aclara ella con la naturalidad equivalente a mi descubrimiento.
-Ah, una fiesta, una reunioncita… o sea que van a compartir un rato. Explico para mí.
-Sí, claro. (Esta vez sonó a “Claro idiota”)

Presumo que la palabra original que dio pie a la expresión “vamos a un compartir” es departir. Solíamos decir: Veámonos para departir un rato. Eso equivalía a vamos a encontrarnos y pasemos un rato conversando. Sería como el clásico “a ver si nos tomamos un café” que es igual a “nos reunimos y compartimos un café mientras departimos”.

Entiendo la lengua como un organismo vivo en plena evolución y crecimiento, pero no puedo dejar de sentir cierto escozor cuando se les va torciendo el cuello a palabras de exacto significado para sustituirlas por otras que suenan de forma parecida. Es el caso de asumir y presumir, por ejemplo.
A mi entender, decir “Vamos a un compartir” es como ir a una lectura dramatizada y anunciar “Voy a un leer”, o participar en un conversatorio y declarar “qué bueno estuvo ese conversar”.
Por lo tanto, no es que el habla popular no pueda generar términos y formas nuevas, sino que por el contrario, ha dado muestras de mantener la lógica del idioma que al final es un código de comunicación, y código sin reglas no es código, es decir, no habría comunicación.

Una expresión tan nuestra como: “muy buena está la conversa, pero me tengo que ir” cambia la palabra conversación por el apócope conversa pero mantiene su condición de sustantivo. Muy bien. Aun el haiga, tan denostado, mantiene la lógica de conjugación, solo que la perversión de nuestras lenguas romances de pronto meten unos verbos inconjugables a primera vista, que estoy seguro de que están allí para los exámenes de alto nivel de personas que las estudian como segunda lengua.

El escritor debería conocer todas las maneras coloquiales del idioma, barbarismos incluidos, porque podrían convertirse en voces de sus personajes. Lo que no debería permitirse es su utilización cotidiana y, mucho menos en ensayos y textos con voz propia. En fin, que debería cuidar su principal herramienta de trabajo y materia prima: el idioma.


De tal manera que sí, nos seguimos entendiendo. 
          La pregunta es 
                          ¿Hasta cuándo?


Nicolás Baselice Wierman.
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Octubre de 2015.

sábado, 18 de julio de 2015

La doble moral es la nueva moral...

Con el control en la mano, ya saben, el remoto, sin destino prefijado, topé con un plano semioscuro que me detuvo por un par de minutos:

Ella se levanta a hurtadillas, recoge sus cosas y sale, no sin antes ver hacia la cama donde queda, dormida, otra mujer.
Es tan temprano que aún está oscuro. Camina por la calle con cierta tranquilidad, pensativa, saca su celular, marcado rápido y le dice con la voz algo quebrada

-¿Por qué me engañaste?

Él, guapo, se incorpora en la cama, sentado sin salir de ella, con el torso desnudo, para que no quede duda de su guapura y capacidad de seducción y le dice, como si hubiera estado esperando la pregunta

-¿De qué hablas? ¿Qué soñaste?
-A mí no me puedes engañar. Sé perfectamente con quién es.
y sin hacer pausa pero en una cadencia más firme y musical ella agrega

-Te pareces tanto a mí...

Y en ese mismo instante suena un acorde de guitarras (chrraaan...) y como por arte de magia camina desde el fondo, detrás de ella, hacia cámara, un mariachi completo. Ella pone ahora su celular al frente a manera de  ConferenciaVíaSKIPE  mirando a los ojos y le canta (ahora sí de manera decididamente musical)

-Que no puedes engañarme... (Juan Gabriel Dixit)

Volvemos al plano de la habitación del guapo quien con cara de desconcierto parece pensar "Me jodí" mientras ella entra en la habitación (Sorprendiéndolo y sorprendiéndonos) por un estrecho pasillo que suponemos viene de la puerta. Él voltea y la mira con resignación.

Ella sigue cantando sin pausa y mientras avanza desde el pasillito, es seguida por el mariachi en pleno que, como la orquesta del Titanic, no paran de tocar.

-Que te vas a ir con ella, está bien, yo no me opongo (...) pero te voy a advertir que si vuelve otra vez, no respondo...

Con el gentío en la habitación, el guapo troca de seductor en minusválido intimidado (Como cuando uno piensa que lo tiene chiquito)

A partir de este momento, la directora, (porque es una ella) nos alterna arbitrariamente de la habitación a la calle y viceversa, como para hacernos pensar: ¿Cuál escena será la de verdad?... como si ambas no fueran insólitas.

-Crees que yo no me doy cuenta. Lo que pasa es que no quiero más problemas con tu amor...

Esta secuencia alternativa con banda sonora continua, termina en la calle con plano cerrado sobre ella que devuelve su celular al oído y, ya recuperada, le dice firme y segura:
"Quiero el Divorcio" seguida de acorde de cierre (chrrrannn).

Secuencia ésta, en la más pura tradición del cine mexicano, donde el muchacho de la película, Pedro Infante, por ejemplo, va por un desierto, árido, yermo y, en su soledad, se acompaña a sí mismo cantando una ranchera nostálgica y como por arte de magia, no solo suena la música sino, que con ella, aparece la fuente:  Un Mariachi en pleno.

Digresión: No sabemos si eso es una interpretación libérrima de aquella norma de Luis Buñuel quien no utilizaba música en sus películas si la fuente no estaba en cámara. ¿Ponían los mexicanos al mariachi para tener allí la fuente o Buñuel no ponía la música por no tener allí la fuente pensando que la escena del desierto mexicano era absurda? ¿Qué primero, la gallina o el huevo?... en fin.

Solo vi esos 2 minutos 30 segundos y me pareció absurdamente divertida, retro, pero interesante.

A esta hora sé que se llama ¿Qué le dijiste a Dios? Que es de 2014 y tardó tres años en rodarse. Que Juan Gabriel primero se negaba a participar y luego cedió de buena gana (No aparecía en un filme desde los años 80).
La peli (Como dice mi hijo) se presenta como una comedia a ritmo de Juan Gabriel, y el subtítulo es: La doble moral, es la nueva moral.
La Ella se llama María del Mar Contreras y su directora Teresa Suárez… ¿El guapo? Ah sí, disfuncional después del gentío en el cuarto.

Y ¿Saben qué?... la voy a cazar porque quiero verla completa, sobre todo por aquello de "la nueva moral", a ver si, a mi edad,
                        aún me queda tiempo de estrenarme algo.





Desde Caracas-Venezuela, julio 2015.

Nicolás Baselice Wierman.

martes, 28 de abril de 2015

A mis amigos de La Noche

Sr. José Hervás.
Pepe:


En vista del interés que suscita la situación venezolana en España y con la idea de que la información esté un poco menos diluida trataré de hacer un apretado resumen de la situación comunicacional y el estado de la libertad de expresión en Venezuela.

Rápidamente he de decir que estas dictaduras de nuevo cuño, que acceden al poder por elecciones están obligadas a guardar algunas apariencias democráticas a diferencia de las antiguas de Franco, Leonidas Trujillo y nuestro Gómez, por solo nombrar tres iberoamericanas. Esas apariencias se guardan en Venezuela con continuas elecciones que solo se respetan cuando gana el Gobierno. Si las pierden nombran funcionarios por encima de alcaldes y, de ser necesario, apresan y despojan de curules arbitrariamente, como los casos de Ledezma y Machado que ustedes por allá sé que conocen.

A principio del año 2007 en entrevista al periodista Andrés Izarra, para el momento presidente de TeleSur y ex Ministro de Comunicaciones de Chávez, expresa por primera vez la tesis de la “Hegemonía Comunicacional” que, negando todo parecido con el pensamiento único, lo presentaba como una batalla en el campo de las ideas ante la hegemonía del capitalismo y sus valores.

Todo venía a cuento por el inminente retiro de la concesión a Radio Caracas Televisión (RCTV) unos meses más tarde. Llevado a cabo el cierre de RCTV, la más antigua de las televisoras venezolanas, quedaba en el panorama otra fuerte opositora mediática: Globovisión. Esta planta, muy joven (21 años hoy) y de alcance muy limitado, muy local, pero que se hizo nacional e internacional a través del cable, luego de innumerables procedimientos administrativos, multas descomunales y cerco publicitario, sobrevive hasta la fecha de asignaciones de espectros digitales cuando no sale beneficiada. Hablamos de finales de 2012 y de futuro término de concesión en 2015. Estas dos circunstancias hacen de Globovisión un negocio inviable hasta para su venta. Es claro que los compradores de la planta tendrían alguna garantía del Gobierno en cuanto a concesión y acceso a la red digital, de lo contrario sería tirar el dinero. Es marzo de 2013.

En el interín, amén de una serie de cierres de emisoras de radio de menor calado, se fue conformando la asfixia de varios medios escritos a través de la disminución o negación de suministro de papel bien fuera a través de la limitación de divisas para la compra en el exterior o de la empresa del Estado fundada para proveer papel periódico denominada Corporación Maneiro. Pero al mismo tiempo, con la llegada de Maduro a Miraflores, toman la decisión de continuar la compra de medios, mecanismo que presenta cierto grado de potabilidad democrática puesto a prueba en el caso de Globovisión.


Instalaciones de la Cadena Capriles
Es así como se enfila primero hacia la Cadena Capriles, consorcio histórico y próspero con una infraestuctura editorial de las más avanzadas de Latinoamérica. La Cadena Capriles, en una estrategia inteligente de equilibrio y sobrevivencia política, había cedido una de sus publicaciones (Ultimas Noticias) a una línea editorial progobierno y otra de ellas (El Mundo) a la franca oposición y denuncia. Es apenas mayo de 2013 y Miguel Ángel Capriles López, el heredero del consorcio, anuncia, puertas adentro, la decisión de la venta con mucho pesar, según sus propias palabras.

Una digresión: Este capítulo nos lleva a España donde viven, desde hace décadas, el resto de los accionistas, sus seis hermanas mayores, a quienes no pudo convencer de no vender. Otro detalle, en las semanas previas a la venta recibieron al ex ministro Izarra                                                                                      (hegemonía comunicacional) a quien se le hizo un tour 
                                                                    por la totalidad de las instalaciones de la Cadena Capriles.

Mientras tanto aparece una cantidad de publicaciones de carácter gratuito de rango municipal y hasta vecinal de formato tabloide y de generoso paginado absolutamente volcados a la promoción de la obra de gobierno y negación de muchos de los males. Por ejemplo los lunes reportan los muertos en Gaza e ignoran los ya tradicionales más de 30 del fin de semana caraqueño por violencia delincuencial. Además por su léxico, redacción y diseño, están claramente dirigidos a la población más humilde, que según la cúpula chavista es su mercado electoral natural.

Llegamos a 2014 y le toca el turno a El Universal, conservador y casi centenario, que a decir verdad, se trata de vender desde 2006 cuando la confrontación entre Chávez y Andrés Mata, su antiguo dueño, es tan frontal que el primero hace burla del segundo, en cadena nacional, por su manera de hablar. Las primeras informaciones hablaban de un grupo español que lo adquiriría pero descartados ABC, El País y El Mundo, derivaron las sospechas hacia grupos cercanos al emergente Podemos de Pablo Iglesias. Fuentes del entorno del alto Gobierno desde el anonimato revelaban "No busquen por los rincones. La compra  de la Cadena Capriles  como la de El Universal, igual que las otras, son operaciones que tienen un mismo origen. Factores del poder del gobierno y el chavismo".

A la luz de hoy, sin importar quienes son realmente los nuevos dueños de todos esto medios, es obvia la tendencia por su línea editorial y por el despido de buena cantidad de periodistas, articulistas y caricaturistas incómodos, por decir lo menos, para el gobierno.

Pero hay impresos que parecen irreductibles, no se venden a ningún precio y al propio tiempo tratan de no rendirse a ninguna presión. El Nacional y Tal Cual podrían ser la muestra de historias similares en la base de la pirámide comunicacional, en medios de provincia y cada uno a su escala.

Tal Cual es fundado y dirigido por Teodoro Petkoff en abril de 2000 a solo tres meses de haber sido despedido por presiones gubernamentales de la dirección de El Mundo, vespertino de la Cadena Capriles. Tan frontal en su oposición a Chávez que su primer editorial se titulaba “Hola Hugo”… así de directo… y eso se paga. Hoy, 15 años después, para la fecha de su aniversario anunció que pasaba de diario a semanario y de papel a digital… resistiendo. Luego de mermar en paginado, publicidad y recursos.

Diosdado Cabello en su programa de TV "Con el Mazo Dando"
Diosdado Cabello en su programa de TV
"Con el Mazo Dando"
Para estos medios se abre un nuevo flanco de ataque y son las peculiares demandas judiciales por difamación que presenta Diosdado Cabello, presidente de la Asamblea Nacional y segundo de a bordo del régimen contra estos diarios. Son demandas que no solo van al firmante de los artículos de opinión que le molestan en reclamo de una réplica o desmentido, sino que van además en contra de la junta directiva en pleno y accionistas con las respectivas solicitudes de prohibición de salida del país y algunos con régimen de presentación periódica, como es el caso de Teodoro Petkoff de Tal Cual, por cierto ganador del Premio Ortega y Gasset 2015.

Hoy El Nacional, con un poco de más músculo financiero, resiste con merma en su paginado (Buena parte de la información va referida a la web y articulistas semanales pasaron a quincenales o mensuales) y donaciones internacionales de papel (muy simbólicas por cierto) pero junto a Tal Cual y La Patilla (Portal Digital de un antiguo socio de Globovisión) enfrentan una demanda de Diosdado Cabello como la descrita antes por haber reproducido denuncias contra el Capitán Cabello publicadas originalmente en el ABC de España. Podemos anticipar que los tribunales no solo aceptarán la demanda sino que, por ejemplo, Miguel Enrique Otero, quien estuvo en La Noche por cierto, muy pronto tendrá prohibición de salida del país en complacencia tribunalicia a los jefes de la Revolución.

Así las cosas, como ya dijimos, no importa mucho quién haya comprado ni con qué dinero. Hoy sabemos que es política de Estado y cuál su objetivo: La hegemonía comunicacional.

Pepe, la lectura que haces de las diferentes primeras páginas en La Noche para ver el abanico de información, en Venezuela se hace completando con portales independientes que es lo que nos va quedando. De no ser así, ese abanico sería de una sola varilla.

Como muestra de lo trivial que puede ser un periódico de tanta historia como El Universal cuando quiere esquivar la realidad está este titular de primera página del 23 de abril:
 “Las cinco cosas con más gérmenes en una casa”

Pepe, si has llegado hasta aquí, agradezco mucho tu tiempo. Soy un seguidor ferviente del La Noche en 24 Horas, con interés por las noticias y nostalgia por la discusión sana, edificante y sin miedo de criticar al poder, que se ha perdido en Venezuela y es lo que se respira en La Mesa y entre contertulios.

Gracias. Felicitaciones y saludos a Sergio y al equipo de realización.

Desde Caracas-Venezuela, abril 2015.

Nicolás Baselice Wierman.

@nbaselice

jueves, 15 de enero de 2015

To sir with love

Era ése el título de una película con Sidney Pottier que en Venezuela se tradujo como Al Maestro con Cariño, en la que él era el Maestro, negro, para más señas, y sus rebeldes estudiantes eran el cariño. Hoy es 15 de enero de 2015 y se celebra aquí el día del Maestro desde los años 40 del siglo pasado.
En el silencio de mi taller producto del desperezamiento de fin de año, (sí, aún) asocio la fecha a los recuerdos de mi primera escuela formal. Era una casa típica del antiguo centro de Caracas, pero desplazada hacia el norte y con fachada al Ávila. Puertas dobles y muy altas, ventanas también muy altas y planta muy larga. El consabido zaguán de entrada paralelo a la primera habitación que, creo recordar, fungía de oficinas.





Del zaguán, a un espacio que distribuía y conducía a una serie de habitaciones que ahora eran aulas, y esas primeras, las de los grados superiores. Ese recorrido nos hacía pasar entre las aulas a la izquierda y un primer patio interno a la derecha que permitía la ventilación, siempre natural y directa, de las aulas. Continuando encontraríamos el segundo patio que debe haber sido el solar del fondo (para mí, el gran solar, como se decía antes), esta vez a la izquierda y alrededor del cual se sucedían aulas de solo tres paredes. Eran aulas abiertas al patio por su cuarta pared. 
Hoy puedo deducir que fue ésta la remodelación hecha a la casa original para convertirla en colegio. Creo recordar tres de esas aulas abiertas al patio y una cuarta ingeniosamente resuelta con su patio “privado”: era el primer grado. A ese patio salíamos a ver hacia el cielo para completar la cartelera diaria que luego del día y la fecha concluía con ”El día está…” y si la respuesta era “bonito” (era la que más me gustaba) procedía el designado a colocar un solecito que alguna vez recortamos y armamos con colores.

Allí estuve hasta tercer grado, por lo que recuerdo las tres primeras aulas del fondo de la casa. Hasta allí nos acompañó mi madre, mi gran maestra, ella fue a atender solicitudes celestiales y nos dejó con su hermana y la fortuna de tener, como los muchachos de hoy, dos madres pero sin la circunstancia del divorcio o de las parejas homoparentales.

Esa escuela se llamaba Amelia Cocking. Ese nombre que hoy suena a gerundio sajón, fue para mí siempre un sonido que identificaba mi rutina y mis responsabilidades de niño. Nunca supe, nunca nos lo dijeron (al menos no lo recuerdo) quién era Amelia Cocking. Muchos años después, ya de adulto y antes del internet, volvió a mí ese sonido en el texto de sala de una exposición como la madre de un pintor venezolano que quedó en mi memoria como Cristóbal Rojas pero que hoy, ya con internet, descubro que no era él (razón tenía García Márquez cuando hablaba de la memoria).

En esa escuela vivía la Directora. Lo descubrí  un día que mamá nos recogió con casi dos horas de retardo y nos encontró almorzando a mi hermana y a mí en un comedor muy doméstico, con vitrina y cristalería propia de una vivienda: era la casa de la Directora. Nunca antes ni después tuve evidencia de la vivienda por alguna interferencia de actividades entre los dos usos.

Nunca me enamoré de una maestra (eso me pasó en el liceo) pero recuerdo el nombre de la del primer grado en el salón de patio propio: Señorita Auristela Pineda. Describirla no podría pero sí a la hija de la maestra de tercero de quien sí me enamoré cuando cursamos el segundo grado. Siempre me senté detrás de ella. Lo más cercano a una relación fue acariciar su usual chaqueta de cuero de ante desde mi puesto trasero, de lo que, por supuesto, ella nunca se enteró. Hoy no sabría decir si estaba enamorado de ella o de la suavidad de su chaqueta. Jamás había tocado semejante textura en ropa de diario.

De mis maestros, que fueron muchos ya que por la circunstancia de “las dos madres” entre cuarto y sexto grado recorrí cinco escuelas diferentes, recuerdo desde la que fumaba en el aula de quinto grado hasta la de cuarto a quien veía religiosamente en sus clases por televisión por lo que cuando preguntaba quién la había visto, orgulloso levantaba mi mano para su complacencia y la antipatía de mis compañeros. También en tercero de bachillerato el profesor de matemáticas daba clases en televisión. Por esas clases televisivas pude superar esa materia y sus sistemas de ecuaciones, solo que ahora no hacía público mi soporte televisivo.

En esa nostálgica renovación de fe que nos asalta a cierta edad, visité hace unos años la cuadra de esa primera escuela. Ya no está. La que sí sobrevive es la escuela usurpadora que algún día apareció como vecina nuestra, pared con pared, y que hoy luce nuevas y ampliadas instalaciones que se extienden hasta le esquina de la cuadra. La estrecha calle es hoy la ensanchada avenida Panteón. La vista al Ávila está interrumpida por altos edificios en la acera de enfrente. La brisa fresca y a veces fría de la falda del cerro no la han podido detener y se mantiene como para obligar a usar chaqueta de ante a diario a alguna niña linda de segundo de primaria.

 Desde “To Sir With Love” soy fan de las películas y series que cuentan historias de maestros y estudiantes. Si algo importante creo haber hecho en  mi vida, fue atender durante casi veinte años a más de 50 jóvenes por año que comenzaban sus carreras profesionales… fue una pasión: la transmisión de conocimientos y el verlos crecer.

Gracias a mis maestros de todos los tiempos y a Luisa, esa madre que en siete años me lo enseñó todo y me entregó sus                                                                                                                         herramientas antes de partir.
                                                                                                            Gracias, muchas gracias.

Nicolás Baselice Wierman.
@nbaselice en twitter
Instagram @nbaselice
Caracas, enero 2015

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