viernes, 29 de marzo de 2013

Te doy mi palabra.

Palabra por palabra, para ti y desde ti.


Lo nuestro ha sido como los matrimonios arreglados desde la infancia que aún hoy persisten en algunas culturas. Mi abuela se jactaba de haberme enseñado a leer desde los cinco años y mostraba un papelito donde yo le había copiado la letra completa de El Relicario, canción que cantaba, según ella, Pedrito Rico, una suerte de Boy George español de la época del blanco y negro. No tengo conciencia en la memoria de ello pero hay un documento que lo certifica… el papelito. Y desde entonces supe que, de solo oirte, podía dibujarte.




Lo cierto es que, como todo enamoramiento serio, creció desde la admiración y se expresa con respeto y complicidad.

A través de los años y desde la irrupción de las hormonas te utilicé para atraer o despedir mujeres que creí amar sin darme cuenta de que siempre estabas tú, y a través de ti la cosa prosperaba o no. Me recuerdo entre lágrimas, viendo a una de ellas que se largaba y vaciando un closet dijo “estos álbuNes son míos”… Esos “álbuNes” con esa sonora N puesta en evidencia por el plural, trocó el guayabo en decepción, secó las lágrimas y se convirtió en Nada que, por cierto, sí se escribe con N.

Y la vida continuó, y tú siempre presente, aunque ellas estuvieran, en esos aires adúlteros, pero sobre todo, llenando esos vacíos en los que ellas, las otras, no estaban.
Aprendí a quererte con tus contradicciones internas que las tienes como toda hembra que se respete. Me encanta cómo te debates en esas voces indígenas tan de moda en estos tiempos: Waraira Repano, Wayu, Warao, escritas con esa “W” nuestra tan foránea pero tan endógena. Esa “W” que usada en esos nombres, y valga la paradoja, es de pronunciación sajona perfecta entre nosotros.

Siempre generosa nos inventaste la letra eñe, para que la usáramos sonoramente y con efusividad cuando se hiciera necesario. Nos la diste de regalo con ese moño hermoso en la cabeza, de nombre tan castizo que malagradecidamente nadie recuerda.

Todos te usan, pero hoy pocos te respetan al grado de que muchos te atropellan, te abusan. Y qué decir de los que te convierten en mentira para engañar mayorías.
Hoy quiero que te quieran y a la fecha me he convertido en un defensor de tu integridad. En el metro oigo a los liceístas quienes de haberlo sabido “fuéramos venido antes”. Como viejito entrometido los corrijo y les explico que hablar mal es como hacerlo con la boca llena. Los rechazarán en la entrevista de trabajo así como tampoco les aceptarán la siguiente cita amorosa y nunca se enterarán porqué.

Contra los bancos, la cibernética y el snobismo de siempre tenemos que frenar innecesarios verbos como aperturar o accesar. Es duro pero cuando les digo que tendremos, más temprano que tarde, que aceptar aperturamentamientos y accesamentares, entienden que eres bella y no necesitas de cirugías con mala praxis.

El momento político nacional ha hecho de la nuestra, una relación de amor militante, comprometido. Yo que no soy político profesional y que ya no estoy, aunque quisiera, para marchas de protesta “sin retorno”, busco mi terreno de resistencia y lo encuentro en  ti, la palabra. Pido en público no repetir las que el poder mal usa con carga deformadora y alienante como escuálido, pírrico, o esos femeninos demagógicos engordadores que implotan tu hermoso cuerpo; ni el estribillo coral de palabras que a gritos las vacían de contenido como socialismo, izquierda, democracia o libertad. En la tradición de Orwell, el poder siempre trató de hacerte instrumento de dominación y convertirte en neolengua “el único idioma que no sólo no crece sino que se acorta” que limita el pensamiento. Por eso, parafraseando al poeta, hoy la lengua es nuestro único lecho.

Hay veces que en delirios imaginativos te veo reinando como cuando le quito la imagen a la televisión y, oh sorpresa, casi invento la radio. Eres tan comienzo y final que contigo se puede cantar a la vida o despedirse de ella. Eso me lo contó el suicida por cierto.

Sin ti los conversadores de la Mastretta no existirían, tampoco los experimentos juguetones de Rayuela, ¡Ave Cortázar!, ni habría cómo contar el realismo mágico tan preñado de mariposas amarillas. No tendríamos la cotidianidad divertida de @CorreodelGuaire donde navega el Chunior de Emilio. Todos dan cuenta de tu omnipresencia y te aman a su manera. Pero yo, como amante clásico de poema barato, soy el que más te ama.

Y no sé si te amo por solidaria, sería una razón más, porque siempre estuviste allí. Me acompañaste a despedir a papá “dejando correr sus cenizas en el río” a bienvenir a mi nieta, la primera descendencia mujer en años que trajo en la piel “un rosado tal que hubo que agregarlo a la paleta porque nació ese día con ella” y a desear enamorado “una casa sin rejas donde se perpetre con impunidad el delito de sus piernas”… Por eso, ante la trillada elocuencia de una imagen versus las mil palabras, siempre escogeré las palabras porque con ellas, ordenándolas de diferente manera, cambiando de sitio comas y puntos e intercambiando sustantivos podría describir muchas, muchas otras imágenes. De hecho, hoy en día hay místicos cibernéticoposmodernos que creen que se puede tumbar gobiernos con sólo 140 caracteres.

Acariciarte en mis escribires y saberte al borde del climax va siendo mi mejor experiencia de vida.

Siempre en ti,

                    Nicolás, tu otro amante.

PD: ¡Ah! y la prueba es que esta carta, hasta aquí, solo tiene 929 palabras.


Nicolás Baselice Wierman.
@nbaselice en twitter
Instagram @nbaselice
Marzo 2013.

Todos los PodCast de YdeashoyRadyo

Followme_230x40_white

Curiosea nuestras gavetas

Comentarios-Opiniones-Saludos

Lo más visto en 30