Febrero se ha
convertido para los venezolanos en un mes emblemático. Contiene en sí, aquel
fatídico 27 de 1989 conocido hoy como 27F y el 4F polvo de los lodos de hoy.
Como desde entonces no hemos dejado de vivir en una constante línea límite
tenemos casi para todos los meses efemérides alfanuméricas que, de tantas, ya
hoy cuesta recordar su significado.
Así el 11A, 27N, 14A, y ahora en 2014 el 12F o,
como leo hoy en un diario,hasta la ecuación 19F=27F hacen difícil darle nombre
y apellido a un día importante para la venezolanidad soñada, añorada.
Este 19 de
febrero de 2014, así con todas sus letras, amanecimos obligados a hacer una
pausa en la tristeza y oscuridad de los días previos (y por venir) para,
redundantemente, alojar otra tristeza.
Bettsimar,
nuestra prima, la hija de Tío Simón, desde su cuenta de twitter nos decía: “Con
lágrimas le anuncio al país que mi amado padre, partió esta mañana, en paz”.
La partida de
Simón Díaz, si bien no nos sorprende, sí nos ha sido muy dolorosa. Estas
palabras no sólo son poco originales sino que al decirlas en voz alta se oyen
como el eco de un coroprimordial multitudinario y que esperanzadoramente se
impuso a ratos por encima de los gritos, las agresiones en cadena, las
detonaciones y el humo del momento.
La muerte de Simón
en estos días de tan aciaga circunstancia puede tener toda clase de
significados. Desde el muy pragmático cumplimiento de un muy completo ciclo
vital de 85 años hasta el casi místico de convertirse en un alma unificadora.
Pero la noticia no podía tener un vocero más amorosamente calificado que Bettsimar
Díaz,su hija.
Bettsimar,
siempre supe de ti a través de familiares y amigos cercanos al trabajo del Tío,
donde fungías de asistente y luego productora, quién sabe si desde la
aproximación y la curiosidad del niño por el trabajo de su padre-héroe. De la
propia boca de Simón me enteré de que te habías hecho poeta y lo decía a partir
de la comparación de sus poesías, las de ustedes dos, donde la tuya era
diferente y superior, según él lo afirmaba. A partir de ese momento (y todo
esto desde mis ojos de espectador y seguidor “tras las cámaras” de la música y los
músicos) comienza a darse el cambio referencial de la “hija de Simón” a “el papá
de Bettsimar”. Te haces un nombre sonoro en la movida cultural. Comienzas a
tener una personalidad pública propia tan difícil para los hijos de personajes pero
que paradójicamente se mantuvo amorosamente unida a la de tu padre.
Recuerdo una
anécdota de Simón con Aldemaro, otro grande, un lince en la defensa de sus
derechos de autor, en la que le preguntaba que cómo manejaba lo de sus derechos
y regalías por sus composiciones a lo que Simón le respondió con ingenuidad, el
mejor defecto de la gente buena, que no sabía de qué hablaba.
Bettsimar,
podrías desmentirme este cuento y sería entonces, desde ese momento, una
leyenda urbana, pero cómo negar que hablaperfectamente de la bonhomía, amor al
arte y sencillez de tu padre. De hecho la grabación original de Bamboleo que Gipsy
Kings funde con Caballo Viejo da el crédito como “Anónimo Latinoamericano”…
provocaba decirle: ¡Más anónimo será usted!
Así como en ese
cuento Aldemaro pone los pies de Simón en la tierra puntualmente, quiero creer
que te convertiste en albacea del tránsito de tu padre a la inmortalidad. Supongo
que no es fácil crecer, no solo dentro de la fama, sino rodeado del prestigio
que se va gestando desde ella y en ese proceso tomar conciencia de la responsabilidad
en la dualidad pública-privada.
Fuiste el
catalizador de la reinvención de la obra de Simón para consumo de otros
públicos, más jóvenes, más ácidos, más exquisitos. Aparece la firma Díaz en
conciertos de onda nueva, jazz, rock, lo que ahora llamanneofolklore, en fin,
casi cualquier género. Cómo no pensar en este momento en Simón Díaz Remixes,
esa loquetera que terminó siendo un gran éxito de ventas pero sobre todo de
creatividad.
Tu trabajo sobre,
como digo yo, las historias de las historias de papá, en ”Todo sobre mi padre”
nos hacen recordar lo que nunca hemos olvidado, sus historias ya conocidas y
otras no tanto un poco más íntimas, todas llenas de venezolanidad sin
nacionalismos absurdos. Porque así es la cultura, no entiende de rayitas en
mapas y pueden ser oídas como locales desde cualquier rivera del “Arauca
vibrador”.
Desde hace tiempo
vengo pensando en cuán difícil debe haber sido decidir bajar el perfil público
de Tío Simón sin que desapareciera su presencia en nuestra cultura y
sentimiento. Si fue consciente o intuitivo, no lo sé, pero en cualquier caso
debe haber sido muy duro por la certeza del final.
Bettsimar desde
aquí afuera quiero decirte que fue perfecto. De este lado sentimos que Simón
cantó hasta ayer en directo y ante público. Gracias por proteger la dignidad de
Tío Simón guardando la imagen de su sonrisa, siempre tan tierna, últimamente
con ese halo de plácida ausencia para los más íntimos y
mantener en nosotros la del Simón bueno, pícaro y vital, en fin, la de nuestro
héroe, sobre todo en estas horas en que estamos tan necesitados de héroes
civiles.
Bettsimar, tal
como nos lo anunciaste su partida fue en paz y, mucho por ti, no podía ser de
otra manera. Si como padre pudiera hablar después de la partida final y viendo
en retrospectiva, ya Tío Simón te estaría cantando al oído una canción titulada
“Gracias”…
Gracias
Betssimar, por la dignidad, por la transición construida y por regar ese amor
que de tan sencillo y auténtico no cupo en una sola familia… Gracias.
Nicolás
BaseliceWierman.
@nbaselice
No hay comentarios:
Publicar un comentario