El hombre de paja reclama su cerebro y el mago le dice que
ése es un deseo básico y vulgar “de donde
vengo todos tienen cerebro pero existen las universidades donde se convierten
en pensadores, inventores y eruditos. Pero tienen algo que tú no tienes… ¡un título!...
¡Yo te lo doy!”. Y listo.
El león no quiere ser miedoso y reclama Valor, a lo que el
mago respone diciéndole que “los héroes,
de donde vengo, lo parecen porque pasean sus galas con frecuencia. Pero tienen algo que tú no tienes y yo te la doy…
¡Una medalla al valor!”... listo.
El hombre de hojalata pide tener corazón, quiere sentir. El
mago le sugiere: “Mejor no tenerlo, son
muy fáciles de romper. En mi país están los filántropos que tienen el corazón
del mismo tamaño promedio de todos, pero si insistes, toma” y le da un
corazón que “hasta late” (suena tic,
tac…) Pero eso sí, le dice,”Recuerda que
un corazón no se juzga por cuánto ames sino por cuánto te quieran tus
semejantes.”
A todas éstas, el Mago de Oz, antes, al ser descubierto había
confesado ser un farsante pero “no soy
malo, soy un hombre muy bueno pero la verdad, un mal mago.”
La muerte del presidente Chávez trajo a mi memoria el final
de este cuento. Pienso que en mucho, fue un hombre de buenas intenciones pero
un muy mal “Mago”. Y eso se podría medir por sus ejecuciones. Dividiendo para
vencer, destruyendo para construir, arrebatando parar repartir, argumentando
desde el resentimiento que, y es lo que me pareció siempre, él entendía como
justicia. ¿Que era para favorecer a los más vulnerables? Digamos que sí, pero
generando otra categoría de marginados, desasistidos y perseguidos.
El populismo, que aunque para algunos suene a mala palabra,
es un recurso lleno de buenas intenciones
del que se echa mano cuando por incapacidad no hay mejores
herramientas o por la urgencia de resultados y en todo caso sin visión de
historia. Ésto usualmente no es sustentable en el tiempo, no hay riqueza que lo
soporte, sobre todo cuando se torna en mero asistencialismo y luce como virtud.
El Mago de marras, del cuento de Lyman Frank Baum, cuando le da al hombre de paja su título,
“porque cerebro tenemos todos”, enuncia
un igualitarismo engañoso propio de la izquierda primigenia. Como ejemplo las
universidades y carreras creadas en Venezuela con premura, bajo el gobierno del
presidente Chávez, en las que se titulan profesionales con el criterio de la
cantidad predominando sobre la calidad. Que si bien sirve para las
estadísticas, no estoy tan seguro de que sirva para la insersión de profesionales
en este demandante mundo ya globalizado. Se pone por encima del contenido la forma y la prisa.
Y me pregunto: ¿Populismo, magia mala?… en fin.
Pero sigue siendo la mitad de la Multitud, escrito ahora con mayúscula. Otro dolor, otra tristeza.
Caracas, marzo 2013.
Ciertamente en estos años, más allá de que estemos o no de
acuerdo con las formas y los costos de intangibles en libertad y justicia, un
porcentaje importante de los venezolanos elevó su nivel de vida. Sólo el futuro,
más próximo que lejano, dirá si realmente salieron de la pobreza.
Sólo el futuro nos contará el verdadero final de nuestro
Mago de Oz.