Eugenio Montejo (1938 - 2008) |
La escena ocurrió hace varios años, durante la
presentación de un proyecto de formación literaria. Para subrayar la
importancia de la literatura y, por ende, de proyectos como el que nos reunía,
el poeta Eugenio Montejo se dirigió a los presentes para advertir (las
advertencias de los poetas hay que tomarlas en serio, porque pueden leer el
porvenir en los hechos presentes y escuchar las voces de los objetos
inanimados) que debíamos estar alertas con los intentos de cambiarnos el
significado de las palabras.
Extracto del texto Respeto, no tolerancia de Héctor Torres en el portal Pro Da Vinci
Justamente a partir de esta cita de Eugenio Montejo pensaba en días
anteriores que ¿Cuál era el miedo de usar la palabra tolerancia proponiendo
otras como respeto? Me parecía otra de esas modas de nuestra lengua cotidiana
que es capaz de cambiar ver por visualizar porque suena más “chic”. Es,
como dice la querida Milagros Socorro, tener un lenguaje para salir y otro para
andar en casa.
La tolerancia supone respeto. De hecho la definición de la Real Academia
lo dice así: Respeto a las ideas,
creencias o prácticas de los demás cuando son diferentes o contrarias a las
propias.
En Venezuela vivimos tiempos en que la lengua es tergiversada desde el
poder dándole a las palabras nuevos significados y en muchos casos vaciándolas
de ellos. Tanto es así que defender la corrección al hablar, en la línea de
Montejo, se ha convertido en un acto de resistencia política. Una
característica bien particular de este gobierno ha sido el “permitir” (casi) el
uso de las palabras con un solo significado, siendo que el castellano, sobre
todo el latinoamericano, suele tener varios significados para un mismo término.
Pareciera que el Gobierno cuenta con dicionarios del tamaño de la Constitucioncita
esa azul que nos enseñan en televisión en cada transmisión conjunta.
Para ejemplo un caso que fue pionero en esas prácticas. Hace ya algunos
años la Oficina de Recaudación de Impuestos, aquí llamada SENIAT, determinó que
el verbo cancelar ya no significaba el pago de una deuda. Esta acepción aparece
en segundo lugar en el DRAE y creo que no cabía en su diccionarito azul por lo
que a partir de ese momento y por “Providencia número tal…” las facturas
pagadas ya no llevarían la palabra cancelado sino PAGADO en fecha tal y tal... Todo
bajo amenaza de multa y otros etcéteras. Es así como fueron desechados todos
los sellos de la Nación, de almohadilla o automáticos y sustituidos por los
nuevos con la palabra autorizada por el Gobierno.
Serán signos de los tiempos que vivimos, pero pretender que la palabra
tolerancia no es suficiente para respetar las ideas del otro, sobre todo,
cuando son diferentes a las nuestras, parece una tontería. Argumentar, como he
visto, que esa palabra está asociada con sufrimiento, paciencia, permiso y con
el consentimiento de hechos ilícitos es desconocer la riqueza de significados
de las palabras en nuestro idioma.
¿Que existe la persona que se asume tolerante desde la prepotencia? Es cierto,
pero eso no descalifica el término, en todo caso troca a este tolerante en
hipócrita y lo desnuda como arrogante y ése ya es otro tema.
En el ámbito de las ideas y las creencias la palabra tolerancia es, a mi
parecer, perfecta porque presupone el respeto.
Recuerdo un diálogo entre una persona que sobrevaloraba el verbo amar y
su amado. La cosa era más o menos así:
- Pero es
que tú no me respetas.
-Claro
que te respeto, porque te amo te respeto.
-¿Me
estás diciendo que primero me amaste y luego llegó el respeto?
-Claro,
¿acaso no es así como funciona? Y le
agrega con grandilocuencia, El amor lo es todo.
-A ver
qué te parece… Te amo profundamente, ahora voy a ver si puedo respetarte pero
si no puedo, no importa porque te amo profundamente.
Ironías aparte, hay ideas que no se pueden separar de algunos conceptos.
Nicolás
Baselice Wierman.
Caracas,
agosto 2012
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