Como algunos
sabrán, el 7 de octubre acabamos de pasar en Venezuela por un proceso electoral
presidencial que dio como resultado la reelección del presidente Chávez ante la
esperanza de la oposición política de sustituirlo por Henrique Capriles.

Ese desgano
ante un resultado que evidencia un crecimiento numérico, tanto absoluto como
porcentual de los opositores al Gobierno, nos habla de las diferentes ópticas
que conviven en ese nombre genérico de “Oposición”.

Entre nosotros
viajaba una señora de atuendo entre casual y deportivo de unos sesenta y tantos
años bien administrados (posiblemente más), de hecho viajaba de pie y no aceptó
asiento hasta que alguien, que llegó a su destino, dejó uno libre.
Esta señora hablaba de internet, “qué maravilla el Facebook, qué espectacular el tuiter…” y decía “se encuentra muy pocas o ninguna persona de mi edad en facebook y tuiter. El que no etá allí no está en nada…” en fin, se jactaba de lo actual que ella era no obstante su edad. En algún momento exclamó “yo no compro periódico… yo lo leo en internet” para luego agregar “bueno, yo nunca compré periódico”. La conversación, que ya tenía algunos interlocutores, inclusive del tipo de los que completan las frases, derivó, como todas las conversaciones en Venezuela desde hace ya más de diez años, en el hecho político.


Esta señora que confiesa no haber comprado nunca periódicos, está deslumbrada por la inmediatez y universalidad del contacto cibernético, al grado de creer que en la pantallita está la “Verdad Revelada” y es capaz de creer todo lo que allí se chismea y más aún, rebotarlo. Bien le vendría comprar un periódico serio de vez en cuando y leer alguna opinión argumentada de más de 140 caracteres. Decir que “La gente no entendió porqué reconoció esa derrota” es pensar que ella es “La Gente” es decir “Todos”, en otras palabras es no reconocer la existencia del otro. Estar en contra de este gobierno y pretender salir de él con un miltar y por la fuerza es no entender que éso es lo que tenemos hoy en día.

Decirse Perezjimenista, es reconocerse partidaria de una dictadura militar que, amén de la contradicción que supone oponerse a lo de hoy, es pensar que esa represión y aquellos muertos valieron los edificios y carreteras que nos dejaron… no estoy de acuerdo.
Esta señora, me atrevería a asegurarlo, no ha visto de cerca la pobreza de este país. Esos sitios, en la propia capital, que sólo tienen caminos de tierra donde cada lluvia, por corta que sea, genera serios inconvenientes. Sitios donde sacar un cadáver por muerte natural a la vía principal se convierte en una doble desgracia.


Creo, como usted,
que éste es el peor gobierno de los últimos 60 años en Venezuela, pero no es
con chismes, rumores, inmediatez, sectarismo y más militares con lo que se
corregirá. Como tampoco copiando la adoración casi mística del líder, que
desafortunadamente nuestro derrotado candidato, ahora aspirante a reelección
en la Gobernación de Miranda, copia tímidamente en su publicidad de campaña.

Además, cuando se habla de política y se mezcla con la brujería, pienso que se da un paso adelante y tres hacia atrás.
Nicolás Baselice Wierman.
Caracas, diciembre 2012.
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