Una de las
últimas ocurrencias de nuestro ya largo gobierno de más de tres lustros ha sido
el retiro de los expendios de la última proteína que, los venezolanos, podíamos adquirir sin
sentir que estuviéramos en una suerte de tráfico de sustancias ilegales: los
huevos.
Ciertamente el
clásico cartón de huevos, empaque de embalaje ovomorfo de 30 unidades, había
llegado a un precio insólitamente alto pero también es verdad que no hay
producto que se escape de esa ecuación. ¿Cómo
podría ser con una inflación anualizada que hace ya rato que alcanzó los tres
dígitos?
Pues bien,
resulta que nuestro Presidente, el inefable Nicolás Maduro, decretó (aunque en
rigor quien dio la cara fue el Vicepresidente) decretó, decía, la rebaja
inmediata del precio final de los huevos por debajo del 50%. En el más puro
estilo Robert Mugabe de Zimbawe como
referimos hace ya algún tiempo.
Esto de maniatar
la economía a fuerza (o a la fuerza) de decretos es un vicio equivalente a
negar la ley de gravedad. Ya en Venezuela y en el mundo se sabe que la economía
es terca, que se autoregula, que es como una cama de agua, que puede ser muy
divertida si entendemos su lógica del equilibrio, de lo contrario, amanecemos
en el piso y sin compañía.
El más iletrado
de nuestros conciudadanos supo de inmediato que el producto desaparecería al
día siguiente y enseguida surgieron las filas de personas en cada expendio
de huevos para llevarse toda la cantidad que pudiera porque sabían que no habría
reposición. Pero parece que las mentes que tomaron esa decisión los pilló por
sorpresa y es que estando a escasas tres semanas de unas elecciones
parlamentarias, convertidas, por obra y gracia de nuestra circunstancia
política, en un plebiscito de aprobación o no de la gestión del Presidente,
agregar una carga más a la ya dura cotidianidad alimenticia de los electores,
es un absurdo a toda carrera.
Resulta
paradójico que un Gobierno que no ha tenido el coraje (o los huevos dirían
algunos) de tomar medidas económicas por no traicionar su credo, por ser
prisionero de sus propios mitos y al final por un temor patológico a perder
apoyo, sea precisamente con el episodio de los huevos que pone en evidencia un
condensado de sus errores y posibles rectificaciones.
Me explico.
Agotada la existencia del producto en dos días, el Ministro correspondiente y
el Vicepresidente conversaron con los productores avícolas para escuchar sus
reclamos y argumentos acerca de la imposibilidad de vender el “cartón” en el precio
regulado. Le explicaron a los funcionarios que el alimento para las gallinas no
era de fácil adquisición. Que la empresa de monopolio gubernamental AgroPatria
no siempre garantizaba el suministro del alimento a tiempo y que como los
animales no saben esperar, había que conseguirlo aunque fuera al precio
inalcanzable del dólar paralelo. Supongo que esta actitud de oír pero además
actuar de inmediato vino dada por el momento electoral, porque circunstancias
similares han acontecido hasta con temas de medicina y salud y terminan
postergándose y, en el mejor caso, mal solucionándose.
Se dice que este
acercamiento entre productores y gobierno se le debe a una gobernadora de un
estado del occidente del país quien dice tener una “excelente y fluida”
comunicación con los comerciantes e industriales de su región y que
inmediatamente (En tiempo real, como les gusta decir) le comunicaron a la
mandataria lo inviable de la situación. Ella se comunicó con el Ministro, el
Ministro le pidió un informe de impacto (Así denominó al tardío informe) y a la
vuelta de unos pocos días se dictó una serie de medidas que tenderán a
solucionar esta nueva escasez.
Este cuento de la
gobernadora lo recogí directamente en la región, dicho por uno de sus
funcionarios inmediatos subalternos en su programa de radio (Porque en este
gobierno funcionario que se respete tiene programa propio de radio o televisión
o ambos)
Cuáles fueron las
medidas. El ejecutivo decidió exonerar a estos productores del impuesto sobre
la renta, supongo que por tiempo determinado. Además se sumó un subsidio equivalente
a un 25% del precio de venta, así como algunas garantías de suministro de
insumos.
Ésto, que no es
otra cosa que el reconocimiento de que los precios son los que son y que la situación de los productores es la que es, pone de bulto un argumento de lo más pintoresco. El discurso oficial dice que el dólar paralelo
no existe, que es una invención de la CIA, pero que “es un hecho y ha tocado
algunas de las partes del proceso de producción”. Aun no nos explican como algo
que es un hecho no existe, pero ironía aparte, ¿No podía tenerse ese encuentro
y llegar a esos acuerdos que bajarían los precios antes de los empujones de la rebaja forzosa, sin generar pánico y dando
espacio al equilibrio en el tiempo? Pues parece que no era posible. La historia dice que este régimen prefiere gobernar a gritos, insultos y empeyones. En Venezuela hay un dicho que
dice “Gobierno no busca pleito” pues el nuestro, siendo venezolano, solamente
busca pleitos.
Este episodio
está en vías de solución. Aun no aparece el producto (Y ya mañana son las
elecciones) pero la esperanza está allí. Dependerá, en primera instancia, de
que el gobierno cumpla los compromisos y luego, de que aguas abajo no aparezcan
los pícaros de siempre que están en todas partes. Pero lo que sí advierto es que
este acto de conversaciones y acuerdos entre comerciantes, productores y el
ejecutivo no será moneda de curso corriente. No es el talante del Presidente y
su gobierno.
En todo el país
hay innumerables colas para comprar comida. Hace tres días (otra vez) el Presidente desde su caravana
pasó y vio una en un automercado privado y acto seguido hizo apresar al gerente
del establecimiento, perpetrando una potestad que no tiene pero que además, no
soluciona el problema, no va al fondo… ¿Sabrá que existe un fondo en cada
problema?
Un poco por eso
es que mañana, seguramente, ante la máquina de votación y a punto de hacer la selección, los dedos bailarán al son del estribillo que dice:
¡Qué huevo con
este gobierno!
Caracas-Venezuela,
diciembre 2015.
Nicolás Baselice
Wierman.
estudionico@gmail.com