No me dejes tan solo aquí en esta turbiedad de la vida revuelta. En este fango del fondo del mar. Son demasiados años atadas nuestras esencias.
Vuelve, vente
otra vez como eras: tan luminosa, queriéndome como solo tú sabes, consolándome
cuando los demonios me hurgan el alma y me clavan sus anzuelos y me envuelven
en sus redes.
Vuelve porque te estás llevando demasiadas
cosas contigo para ese otro espacio como para que después, yo, así, pueda
sobrevivirte aquí.
Vente de nuevo
con tu luz, con tu sangre amontonada en los cachetes cuando te enterraba mi
amor en tus fondos.
Vente con tu
fuerza, que no me engaño, es la que a mí me da vigor, verdad, intensidad para
arrancarle a las entrañas del mar nuestro futuro y el de nuestros hijos.
Ven, no te me vayas, no me dejes tan solo en
este mundo confuso, rebosado, lleno de marejadas.
Nota: este texto, encontrado entre mis apuntes de siempre, extrañamente no tiene la nota de la fuente, el autor o alguna seña de origen. Suelo tomarlas para entrecomillar, de ser el caso, o poder dar los créditos, en fin, hacer lo que corresponde. Por ello, si tengo la suerte de que alguien lo lea y se dé el prodigio de que además tenga el dato, estaré doblemente agradecido de que me lo haga saber.
Anticipadas gracias.
Nota: este texto, encontrado entre mis apuntes de siempre, extrañamente no tiene la nota de la fuente, el autor o alguna seña de origen. Suelo tomarlas para entrecomillar, de ser el caso, o poder dar los créditos, en fin, hacer lo que corresponde. Por ello, si tengo la suerte de que alguien lo lea y se dé el prodigio de que además tenga el dato, estaré doblemente agradecido de que me lo haga saber.
Anticipadas gracias.
Caracas-Venezuela, octubre 2018.
Nicolás Baselice Wierman.
estudionico@gmail.com
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