Puedo entender la
moda como la renovación cíclica de trapos, peinados, accesorios, aparatos,
carros y hasta de formas de caminar. Las dietas, rutinas de gimnasios,
inclusive profesiones entran en la rueda de la moda: esa rutina contra lo
aburrido de las rutinas.
Que es un truco
comercial típicamente capitalista para mover el dinero como consecuencia de la
obsolescencia programada no resulta hoy un gran descubrimiento. Pero me llama
muchísimo la atención cómo se ponen de
moda algunas palabras y expresiones.
Está nuestro
autóctono y exportable chévere de amplio espectro de aplicación y atemporalidad
demostrada con su incorporación al diccionario. Mal ejemplo de modas porque ése
sí llegó para quedarse. Por cierto cuando se corrió el rumor de la eliminación
de la letra CH algunos pensamos que se perdería nuestro aporte tan chévere a la
lengua de Cervantes y luego de intensas negociaciones logramos que fuera
incorporada en la letra C pero con H intercalada. Un leguleyismo, tal vez, pero
le ganamos una a la RAE.
Expresiones como
“este año ha hecho calor como nunca” es de las que reciclamos anualmente y
sería como decir nuestro clásico de la colección primavera verano (más verano
que primavera, claro). También hay que decirlo, el fenómeno del niño (que por
cierto está de moda) nos ha alterado el fashion y podríamos estar usando en
invierno ese clásico veraniego.
Por estos
tiempos, y digo ya largos tiempos, está de moda una palabra que en su excesivo
uso parece sacada de armarios tan estrechos que obligan a combinar con todo
tipo de sustantivos en una exageración tal que la clásica blusa blanca quedaría
pálida… bueno, más pálida.
Estoy hablando
del adjetivo ESPECTACULAR. No hay conversación en la que no aparezca la palabra
para calificar algo fuera de serie, algo vistoso o que llame la atención
especialmente. Normalmente está bien utilizada pero puede oírla en dos minutos
de radio pronunciada tres veces por la misma boca contra dos de su interlocutor
aunque no estén de acuerdo en lo que hablan. No cuente las veces en esas
revistas de variedades matutinas de la tv abierta o de cable, es igual. Todas
podrían llamarse “Mañanas Espectaculares”. Pareciera que no existen otros
adjetivos útiles para ese fin.
Este rico idioma
nuestro mezclado con nuestra forma de ser que nos permite ser hiperbólicos sin
parecerlo, ha hecho de fantástico, maravilloso, sensacional, grandioso,
buenísimo, palabras en vías de extinción.
Espectacular se
utiliza para sabores, recetas de cocina, olores, sensaciones, recuerdos,
orgasmos. Sí, escuchaba a una amiga que hablaba de un orgasmo espectacular. A
menos que sea el de Meg Ryan, bien fingido, en público y literalmente perteneciente
al ámbito del cine y el espectáculo, me pregunto si no sería más propio un
adjetivo un poco más íntimo como rico, inolvidable, insuperable, sabroso,
desgraciadamente irrepetible… no sé,
digo yo, que no soy ninguna autoridad en este tema que ya ni manejo.
Cuando dicen
es-pec-ta-cu-lar, algunas personas lucen como acabando de inventarla, tanto que
parecen sus dueños y provoca pedírsela prestada. Posiblemente por eso a algunos
les suena como si la usaran a escondidas. Aquellos, los dueños, cogen aire, la
sueltan y a la altura de la P explotan los labios que apretaron después de la S
en la primera sílaba y al tiempo de una ligera batida de hombros trancan el
aire para preparar esa C intercalada que antes de la T pronunciarán con un
gesto de corta arcada y ascenso de diafragma, y terminar con una R final bien
marcada. Claro, si es que luego del esfuerzo previo hay ánimo para ese vibrato de lengua. Lo sorprendente es
que todo esto se hace con una altivez e impostura de voz que a uno no le queda
duda… Esa vaina es de ellos.
Pobres, no saben
el tesoro de palabras con que cuentan y se conforman con esa única reciclable
monedita de un céntimo en el bolsillo.
Pero hay otra,
que si bien está de moda, no es de uso desgastante y se está empleando en dos
circunstancias en las que la actitud con que se hace es lo que la pone de bulto.
Es la palabra “EXCELENTE”.
Una de las circunstancias es cuando se califica una acción, un resultado o un
producto. El calificador la dice de manera casi imperativa y la actitud es de
un conocedor, o sea, “si te digo que es excelente, es excelente”. Si por
ejemplo fuera un vino lo calificado, entonces el sujeto sonará como enólogo.
La otra
circunstancia es cuando se responde al saludo: ¿cómo estás? Y entonces muy a la
moda se oye un “excelente” en tono de vendedor de productos naturales y de
dieta en formato de multinivel con chapa en el pecho y todo. Estos sujetos van por
ahí con una sonrisa indeleble como sostenida con pomada de botox y un optimismo
tan bien fingido que terminan creyéndoselo cuando se escuchan a sí mismos con
voz engolada. Y no se le ocurra darle pie para desarrollar el tema porque
entonces acompañará el “Excelente” con un “Mejor sería una inmoralidad”. No sé,
pero eso, dicho en Venezuela en esos tiempos, a mí me hace creer que ése está
viviendo en negación. El botox lo tienen
en el espíritu. Estos individuos nos quieren hacer creer que es pecado amanecer
un día de mal humor.
Por cierto, el
lema de la chapa debería decir: Estoy excelente, pregúntame por qué… si tuviera la respuesta, eso sí sería un
negocio.
Nicolás Baselice
Wierman.
@nbaselice
Caracas, septiembre 2014
P.S. Saludamos el
retorno del portal Código Venezuela a nuestra cotidianidad. ¡Enhorabuena!